LOS CÍRCULOS CONCÉNTRICOS DE LA CULTURA PORTEÑA
LOS CÍRCULOS CONCÉNTRICOS DE LA CULTURA PORTEÑA
Ernesto
Hernández Norzagaray
La mayoría no se conocía entre sí. Se
cruzaban en vez en vez por las calles del Centro Histórico y quizá, sólo se
saludaban con una reverencia breve o el índice levantado como una señal de
complicidad. No había equidistancia profesional, ni tampoco económica. Vamos,
no podíamos asegurar, que el abolengo los convocaba. Es más, muchos de ellos,
no eran nativos del puerto, habían llegado cómo muchos de sus habitantes y la
lluvia de las llamadas “equipatas” decembrinas, de gota en gota, buscando su
cauce que los llevara al estanque de la creatividad. Así, podríamos decir, que
empezó todo ese movimiento de voluntades que fueron hilvanándose en los espacios
e instituciones culturales del gobierno estatal y municipal, como también, en
iniciativas privadas.
I
En esas voluntades estaban los de
abolengo. Los Haas, los Gómez Rubio, los Rico, La Fuente, Urquijo, Patrón de
Rueda, León Loya, López Saénz. Antonio
Haas, intelectual liberal, en los setenta ya era un hombre consagrado en el
mundillo de la comentocracia por sus colaboraciones en la Revista Siempre! del
tabasqueño José Pagés Llergo y fue líder del grupo Amigos del Angela Peralta;
Manuel Gómez Rubio, un contador público metido al mundo del dinero que emigró a
principios de los años ochenta a Suiza donde se hizo una carrera en el mundo de
las finanzas y su amor por el puerto se ha manifestado a través del rescate de
documentos históricos, la promoción patrimonial, la atracción de inversiones
cuando nadie apostaba por el Centro Histórico y es fundador de la Sociedad
Histórica Mazatleca; su hermano Alfredo, ingeniero en alimentos, restaurantero,
promotor de la conservación del Centro Histórico y líder en la lucha
patrimonial; Raúl Rico, el “hacedor de Carnavales” de formación administrador
por el Tec de Monterrey, hijo de un padre al que le gustaba escuchar música
clásica y un abuelo amante de la charrería, se decidió por lo cultural y en
1975, participó en su primer Carnaval, como director de Los Juegos Florales de
la mano de Antonio Haas y actualmente es director del Instituto Municipal de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán; Hiram de la Fuente, fue un médico de gran
cultura involucrado en la vida social del puerto, hasta su muerte en los años
ochenta; Ricardo Urquijo, agrónomo, amante de las aves y la fotografía. Que nos dice Faustino López Osuna, autor del himno de
Sinaloa y gran compositor, dejó huella imborrable al apoyar la creación del
Ballet Folklórico Sinaloense de Rebeca Llamas, que figuró como primera
bailarina del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, lo mismo que a
la extraordinaria compañía Delfos Danza Contemporánea, miembro destacado del
grupo de Amigos del Teatro Angela Peralta; Enrique Patrón de Rueda, director de
orquesta, estudió en el
Conservatorio Nacional de Música, en el London Opera Center y en la Royal
Academy of Music y, actualmente, sigue con su carrera y es miembro de El
Colegio de Sinaloa, un gran director que ha estado en constante presencia en el
mundo cultural de Sinaloa; Juan José León Loya, arquitecto, urbanista, miembro también
del grupo Amigos del TAP, amante de la ópera y encargado de la recuperación no
sólo del Teatro Angela Peralta sino promotor del Centro Histórico y diseñador
de algunas de las principales vialidades del puerto y, finalmente, Antonio
López Saénz, pintor figurativo de renombre internacional, que en su obra plástica
de tintes costumbristas recupera con nostalgia, y con un cierto aire de
melancolía, una gran cantidad de estampas bellísimas de ese Mazatlán que ya son
parte de la historia del puerto. El punto de encuentro de la mayoría de estos
personajes fue el TAP y el legendario Café Pacífico, ideado y diseñado por el
artista plástico Roberto Pérez Rubio.
II
El Festival Cultural de Sinaloa, que tuvo su
primera edición en 1986 con la llegada al gobierno del estado de Francisco
Labastida Ochoa, hermano del poeta Jaime con los mismos apellidos y, también,
una figura clave en la vida cultural de Sinaloa. El Festival constituye un
parteaguas por la construcción de instituciones que perduran hasta el presente.
Pero, en su entorno, destacan algunos personajes cómo el artista plástico
Roberto Pérez Rubio, mochitense iconoclasta que abrevo en la escuela neoyorkina
del expresionismo abstracto y que tuvo como exponentes más destacados a Jackson
Pollock, Mark Rothko, Willian Ahsile
Gorky, entre otros, y a principios de los años ochenta, fundó la primera
galería de artes plásticas bajo el nombre: Arte Activo, adonde llegaban
artistas plásticos sinaloenses y críticos de arte de otros horizontes
culturales. Roberto, no sólo se realizó en su arte, sino también fue arquitecto
paisajista y creó, algunos, de los más importantes jardines del puerto en
plazas y hoteles. A la par de él estuvo Rubén Gallardo, un artista plástico mazatleco
que hizo escuela junto con Roberto Pérez Rubio dejando su impronta plástica. Actualmente
este desarrolla su arte en Berlín donde vive desde hace tres décadas. También,
está el pintor figurativo Carlos Bueno, quien llegó procedente de Los Ángeles
con su arte naif y se instaló en el Centro Histórico donde combinó el
trabajo de caballete de gran formato, murales y encauzó a jóvenes grafiteros al
terreno del arte formal. Es memorable su trabajo en el Penal federal, el
Cereso, donde encauzó a jóvenes cholos en el arte del uso de la tinta en dibujo.
Oscar Blancarte, director de cine, que alguna vez se desempeñó como profesor en
las aulas de la hoy Facultad de Ciencias Sociales de la UAS realizó películas
en ambientes de mazatlecos. Roberto Rochín, también director de cine, amante
del juego prehispánico de la Ulama le mereció un cortometraje premiado bajo el
título: El juego de la vida y la muerte. Igual productor de una triada sobria
de cortometrajes sobre la obra literaria de Juan Rulfo. Es de destacar la obra,
o mejor dicho la escuela que creo, el silencioso escultor Sergio Flores, quien realizó
una obra de gran valor y que está en colecciones privadas. También, de esa época está las poetas Julieta
Montero y Ana Belén López Infante, bisnieta de Pedro Infante, académica que
desarrolla la llamada “poesía de la brevedad” con estas estampas mágicas. Ambas
fueron fundamentales en la formación de nuevos creadores en este género
literario. No menos importante fueron los escritores José Luis Franco y Juan
José Rodríguez que desde años ochenta publicaron obras teniendo como trasfondo en
algunas de sus obras el Centro Histórico. Franco, publicó una novela icónica: ¿Quién
habita el Ángela Peralta? e hizo una gran contribución desde la UAS al fundar
la Feria del Libro y las Artes. Pablo Martínez Corpus, el artista plástico
oaxaqueño, es parte también de una generación de creadores que son ya una tradición
en el ambiente cultural del puerto y donde destaca su homenaje dedicado a las
bandas tradicionales. Este grupo heterogéneo con rasgos bohemios deambulaban
por los bares del Centro Histórico especialmente El Café Pacífico, El bar
Aguaje del Club Deportivo Muralla, La Fonda Santa Clara, La Tertulia y La Querencia,
lugares señeros donde nació la idea de obras que iluminarían el Centro
Histórico.
III
No menos
importante fue el genérico grupo universitario y, particularmente, los que
procedían de la hoy Facultad de Ciencias Sociales que desde los años setenta que
concentró una pléyade de académicos que llevarían a otro nivel la discusión públicos
como los primeros estudios históricos, educativos, económicos y políticos. Esta
unidad estuvo ubicada en la esquina de avenida Miguel Alemán y Benito Juárez y
ese pequeño lugar, fue escenario de grandes debates económicos, filosóficos,
sociológicos y políticos. Rompiendo el mito de que el trópico no era el espacio
proclive para el desarrollo de las ciencias sociales y humanidades. Por ahí
pasaron Humberto Macias, Gustavo Lozano, Segundo Galicia, Lorena Schobert,
Roxana Loubet, René Jiménez, Aura Puyana, Enrique Vega, Melvin Cantarell, José
Luis Beraud, José Manuel Villanueva, entre muchos otros, que hicieron una
contribución valiosa en la formación de estudiosos en estos campos de manera
que se tradujo en un mejor periodismo, academia y formación política. Este
grupo de académicos tenía como punto de encuentro las instalaciones
universitarias, el Museo Arqueológico, las casas de algunos de ellos y varios
de los bares que frecuentaban el también llamado grupo de los bohemios. Lo que
muchas veces significó debates muy interesantes sobre la política, la academia
y las artes. Y, algo relevante, este grupo hizo una contribución al periodismo
regional que en los años setenta era prácticamente irrelevante.
IV
La Casa Pacífico
de Lilliana Bandini que en colaboración con la artista plástica Lucy Santiago crearon
una de las escuelas privadas más importantes para el desarrollo de las artes. Varias
generaciones de infantes y jóvenes pasaron por sus aulas adquiriendo una
formación académica de primer nivel muchos de ellos continuaron su formación en
la Escuela Municipal de las Artes y Oficios. Así mismo, es destacar la labor destacada
de la grabadora Cecilia Sánchez Duarte quien ha sido una gran promotora
cultural tanto como artista y funcionaria de gobierno. Zoila Fernández y
Margarita Naranjo, dos grandes bailarinas cubanas de danza clásica llegaron a
Mazatlán en los años noventa y se convirtieron las maestras de esta disciplina en
el Instituto de Cultura donde han formado generaciones de bailarines. La
escritora Aleyda Rojo transitó del periodismo a la literatura y ha dejado su
impronta en un buen número de novelas y cuentos que revelan a una creadora en
su etapa de madurez. El taller literario que ha dirigido por varios años el
escritor Elmer Mendoza ha sido un gran descubridor de talentos que se ha
traducido en un semillero de obras que muestran nuevos temas y formas de
escribir y a los que les faltan medios para publicar sus obras.
Afortunadamente, el Museo de las Artes durante la gestión del poeta y
compositor concordense Faustino López Osuna es memorable por la cantidad y la
calidad de eventos que se realizaron durante el periodo 2004-2010 y esta gestión
ha significado felizmente la generación de nuevos públicos y sobre todo,
capturar la atención de niños y jóvenes. No menos importante son las promotoras
de la lectura donde destacan Guadalupe Veneranda y Laura Medina, está última apostó
por los libros y fundó la Librería La Casa del Caracol. De esta época no
podemos obviar la existencia de la Sociedad Histórica Mazatleca que se propuso como
objetivo buscar la identidad cosmopolita del puerto y eso lo habría de llevar a
rescatar lo mismo el juego prehispánico del Ulama, como también los personajes
ilustres que transitaron por el puerto dejando su impronta y que muchos de sus
pensamientos quedaron registrados en placas alusivas y donde están, entre
otros, los poetas Pablo Neruda, Enrique González
Martínez, los escritores Anaís Nin, Ramón Rubín, Jack Kerouac, el fotógrafo Edward
Weston, el ajedrecista José Raúl Capablanca. Este grupo, igualmente,
heterogéneo no tenía una gran comunicación entre sí y, por lo tanto, no tenían
ocasionalmente puntos de reunión conocido de manera de poder intercambiar
puntos de vista y la valiosa colaboración, sin embargo, el punto de encuentro ha
sido siempre La Plazuela Machado y el Teatro Angela Peralta.
V
El periodismo se
vio felizmente beneficiado tanto por la cartelera de eventos culturales cómo
por la participación en los medios de personajes de los distintos momentos de este
movimiento cultural que se inicio en los pasados años ochenta. Secciones
culturales, programas de TV, radio e incluso en las redes sociales, lo que
potenció la vibra cultural del puerto. Se crearon nuevos grupos y nuevas
referencias culturales de manera que todos salimos ganando. Y hoy, en Mazatlán,
se sigue haciendo buen periodismo como sucedía en el siglo XIX con el Diario El
Correo de la Tarde.
VI
El nuevo siglo
vino acompañado de una pléyade de creadores que nos llegaron para quedarse de
distintas regiones del país y el extranjero. La compañía de Danza Contemporánea
Delfos significó poner el nombre de Mazatlán en el mundo de las artes escénicas.
Delfos significa una escuela de primer nivel adonde abrevaron jóvenes entusiastas
venidos de muchos lugares a obtener una formación que luego se replicaría por
el mundo. La formación del Coro del TAP fue otra buena noticia para el puerto pues
se integró gente que frecuentemente no había tenido contacto con las artes y
eso le dio, un toque de popular e identitario. Lo mismo sucedió con las
orquestas de jazz y ritmos tropicales como los que interpreta la Falsa Orquesta
que de tarde en tarde se han escuchado en el quiosco de la mítica Plazuela
Machado. Lugar de encuentro de los mazatlecos y de músicos que han permitido a
los nativos identificarse en la cultura de otras regiones del mundo. Escenarios
improvisados del rock, el jazz, el blues, las baladas y la salsa caribeña. Un
evento de singular valor es el movimiento de artistas plásticos que bajo el
nombre de Art Walk ha permitido saber de la existencia de creadores nacionales
y extranjeros que han adoptado la ciudad para desarrollar su arte y el primer
sábado de cada mes -excepto los meses calorosos- abren su atelier, su taller,
para el gusto de los visitantes que llegan y entran al espacio intimo de este
grupo cada vez más mayúsculo. Este grupo de artistas se les ve en los
restaurantes y bares del Centro Histórico lo que le da un toque cosmopolita al
puerto. No menos importante, es el papel que ha tenido primero el Museo Arqueológico
de Mazatlán que durante años fue escenario de las piezas que donó Don Miguel Valadez,
antiguo cronista, sino lugar de exhibición de obras plásticas y presentación de
libros. Y está iniciativa quedaría incompleta sin reconocer la inmensa labor de
promoción cultural que ha tenido el Museo de las Artes donde lo mismo ha sido
escenario para talleres literarios y artes plásticas, como también, para la
promoción del teatro y la presentación de libros, como también de exhibición de
obras plásticas de creadores nacionales y extranjeros.
En definitiva,
este recorrido de los últimos 40 años de construcción cultural permite echar un
vistazo de como inició lo que hoy estamos presenciando como algo que habría
estado siempre como una cosa natural y ante la falsedad de esta afirmación se
han perfilado instituciones fundamentales para el desarrollo de alternativas culturales
para las nuevas generaciones de mazatlecos.
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