LA ENCRUCIJADA DE LA UAS
LA ENCRUCIJADA DE LA UAS
Ernesto Hernández
Norzagaray
Rigoberto Barraza Valverde, un
joven que habría hecho fortuna rápidamente vendiendo ropa y lonas a la
Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) por 56 millones 800 mil pesos es el
enésimo proveedor, que se ha hecho visible de una presunta red de corrupción
que existe en el área de compras de la institución.
Noroeste y la Revista Espejo
antes dieron a conocer los nombres de otros proveedores que han hecho lo mismo al
vender a la UAS diversos productos, algunos con sobreprecio, como son la
familia Cuadras López que habría vendido 123 millones de pesos en equipos de
cómputo; la familia López Imperial que lo hizo por 118 millones de pesos en
productos diversos; un yerno de Héctor Melesio Cuén Ojeda que habría vendido a
la institución en claro conflicto de interés pintura por un monto de 95
millones de pesos y en igual situación, estaría Héctor Melesio Cuén Díaz, quien
comercializó alimentos y bebidas por un 1 millón 700 mil pesos lo que sumado significaría
alrededor 394 millones de pesos de compras irregulares.
Este escándalo mediático mayúsculo
provocó que Cuén Díaz haya sido removido está semana como director de Bienes e
Inventarios de la máxima casa de estudios de los sinaloenses
Una exhibición de este tipo en
cualquier institución universitaria llevaría a que las máximas autoridades tomen
el toro por los cuernos y en el marco de su autonomía, revisen la legalidad de
estas compras y si fuera el caso, proceder contra los responsables, porque no
puede argumentarse que es un nuevo episodio de la persecución política que, sin
duda existe desde el gobierno del Estado contra las autoridades universitarias
y, desde antes de que Noroeste y Espejo, hayan dado a conocer el resultado de
sus investigaciones sobre el manejo turbio de las finanzas de la UAS.
Y sí, podemos afirmar, que estos
hallazgos de presunta corrupción caen como anillo al dedo en una estrategia de
captura de la UAS a través de la inconstitucional Ley de Educación Superior del
Estado de Sinaloa y esto obliga, a separar los asuntos políticos de los administrativos,
aunque, claro, siempre habrá quienes consideren oficiosamente que no se pueden
separar uno de los otros.
El tema político es lo que está
detrás, el leit motiv de la embestida que sostiene el gobierno
del Estado con el grupo de poder universitario y que tiene como líder a Héctor
Melesio Cuén Ojeda.
Este inicio en mayo de 2022
cuando tuvo que dejar el cargo de secretario de Salud ante una “cuestión de
principios” para el gobernador como era en aquel momento que uno de sus
funcionarios de primer nivel tuviera una demanda contra una periodista.
Y esto, que sin duda es muy
relevante en un país, y un estado, donde se asesinan periodistas con un
altísimo porcentaje de impunidad -ahí, tenemos los casos de Javier Valdez y
Luis Enrique Ramírez que más allá de discursos políticamente correctos esperan
una justicia plena- para muchos que estamos en la opinocracia significó el
punto de partida de donde estamos parados con los presuntos casos de corrupción
que se ventilan en los medios de comunicación.
Luego vendría el proceso
desmantelamiento del cuenismo en las instituciones de gobierno al punto que
solo quedaron aquellos cuenistas que estuvieron dispuestos a renunciar al
tutelaje de Cuén Ojeda y en los pocos casos que esto ocurrió, se les dieron
posiciones menores, como la que se le asigno a la entonces titular de Turismo,
que tuvo que abandonar el cargo, ¡ojo!, para que lo ocupara temporalmente el ya
celebre Guillermo El Químico Benítez y luego, ir a una dependencia de
segundo o tercer nivel en la administración pública estatal.
Y así, irían por el relevo en las
alcaldías de Culiacán y Mazatlán y el control de las alcaldesas pasistas de
Cosalá, Rosario y Mocorito cómo también la atracción de tres de los siete
diputados locales que tenía el PAS en esta legislatura.
Sin duda, detrás de estos
movimientos estratégicos hay una concepción del poder que busca por todos los
medios alcanzar el control político de las instituciones del estado para
ponerlas al servicio del “proyecto de Nación” obradorista y la Universidad
pública, no está fuera de este foco ideológico, cuando el presidente López
Obrador en distintos momentos, y de distintas formas, ha declarado que la
corrupción está en todas las universidades y en manos de “conservadores
corruptos” a los que hay que echar.
Entonces, el caso de la UAS no
está fuera de esta lógica de poder sino es parte de ello, es más si se
confirman internamente los hallazgos de Noroeste y la Revista Espejo, sería el caso
paradigmático de la corrupción en las instituciones públicas de educación
superior y, quizá, por eso la urgencia de pasar de la descalificación a las
denuncias penales contra Cuén Ojeda y su familia, más, aquellos, que juegan o habrían
jugado interesadamente el papel de tontos útiles.
Por eso, las autoridades de la
UAS está en una encrucijada donde todos los días y la horas cuentan, han pasado
semanas, de cuando se dio a conocer el primer caso de esta presunta red de
corrupción y no han salido de la postura jurídica de que la “UAS rinde cuentas a
la Auditoria Superior de la Federación” cuando, lo que exige el momento
político, es instalar una comisión ad hoc del Consejo Universitario o un
grupo de prestigiados universitarios, con la encomienda estricta de revisar el
quehacer del área de compras y los hallazgos encontrados por la dupla
Noroeste-Espejo y actuar en consecuencia, en los actos notoriamente corruptos,
para de esa forma blindar éticamente a la institución.
La salida de la administración
universitaria de Cuén Díaz es un indicio de que algo se está moviendo en el
primer círculo de poder y sería deseable, que esta buena decisión se amplie
hasta donde sea necesario y hacer si proceden las denuncias correspondientes
ante las instancias competentes o de lo contrario, está iniciativa la tiene y
tendrá el gobierno a través de la fiscalía estatal.
Ese sería el mejor mensaje en
este momento donde, como bien lo destaca Alejandro Sicairos en su columna del
jueves pasado, los “uaseños con un pie en los juzgados” ¿para negociar? y eso
significaría que con el agua sucia de los Barraza Velarde se iría el niño que
todos queremos por ser nuestra alma mater.
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