PEPE FRANCO
PEPE FRANCO
Ernesto Hernández
Norzagaray
A la muerte de Pepe Franco,
sobrevino el tiro en la sien de Raúl Padilla, el exrector de la UdeG y
presidente de la FIL de Guadalajara.
Hechos inconexos, pero, ambos
personajes, con amor confeso por la promoción de la lectura, de los libros y
las artes que en estos tiempos borrascosos ayudan mucho a tener una vida más
llevadera con las vidas de otros.
Pepe, cuando maduró la idea de la
Feria del Libro y las Artes (Feliart) convocó a un grupo de amigos para estar
acompañado en la tarea de la promoción de los libros y su lectura.
Una vez expuesta su intención nos
invitó a ir con el notario Luis Ernesto Escobar y firmar el acta constitutiva
de la Feliart y con ello, daba inició a una travesía de aproximadamente una
década con el apoyo financiero de la Universidad Autónoma de Sinaloa y los
permisos del gobierno municipal de Mazatlán.
Ah, pero, además, empresarios que
brindaban apoyos en especie para que los escritores invitados tuvieran una
habitación, una mesa con comida y tragos.
Mazatlán y su gente, pondrían el
paisaje y no menos importante un grupo de entusiasta de colaboradores que
estuvieron en la parte operativa.
Y así, fue como vimos pasar por
la Feliart a Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Juan Villoro, Sergio Pitol,
Paco Ignacio Taibo II, Rius, Elmer Mendoza, Carlos Montemayor, Virulo y, tantos
otros, que sería imposible mencionarlos a todos en este espacio breve.
Nunca, ni después, ha habido una
feria en Mazatlán de arraigo popular y una selección escritores de primer
orden, como fue esta experiencia de promoción en la mismísima Plazuela Machado
cuna de muchas iniciativas culturales desde el siglo XIX.
Lamentablemente no faltaron las
intrigas contra Pepe y un año cuando se acerca hacer el trámite municipal para
una nueva edición -creo que fue en 2011- Alejandro Higuera, entonces alcalde de
Mazatlán negó el permiso y la UAS suspendió la aportación que hacía para los
traslados desde distintas partes del país y anunció que haría su propia feria
en el campus.
Aquella decisión de uno de los
alcaldes más rupestres que haya tenido Mazatlán devastó al Pepe y nunca logró
recuperarse totalmente, incluso, con cierta desfachatez los organizadores de la
nueva feria fueron a pedirle que les pasara la agenda de los contactos a lo que
se negó porque no eran solo la UAS, sino el clic, que hacía la relación de
escritor con escritor.
Coincidía aquello con la
separación de su familia que habían decidido mudarse a Venezuela donde vivían
los padres de Marisela Ricciuti y desde donde se encuentran con la tristeza
encima.
Jorge Abel López Sánchez, como
alcalde lo nombró director del Instituto de Cultura, donde sobraban los
recomendados sin capacidad técnica que imposibilitaban una buena operación
cultural pero el Pepe supo sacar lo mejor de sí para que el Instituto cumpliera
con su cometido.
En ese tiempo faltó a sus
responsabilidades académicas como maestro de asignatura en la UAS y un día le
levantaron un acta por abandono de trabajo.
No se inmutó, ni reclamó, es más
lo aceptó, eso lo lamentaría cuando terminó el ciclo de director del Instituto
de Cultura cuando se queda literalmente sin ingresos.
Y, bueno, hay que recordar al
buen amigo Rosendo “Chendo” Quezada que como dueño de un restaurante en Olas
Altas le ofreció comida todos los días y por ahí nos encontrábamos con él y
bebíamos cerveza mientras mirábamos pasar “esa gente sola”.
Luego vendría el accidente
domiciliario que lo postró y complicó su salud hasta llevarlo años después a la
muerte.
Me enteró de su muerte cuando
estoy fuera del país y me asaltan muchos recuerdos de las convivencias que
realizaba en mi casa o algunas veces en el Tráiler Park Las Iguanas de El
Canelo Castelo por allá rumbo a Los Cerritos, con nuestros niños -ahora todos
hombres y mujeres mayores de edad dispersos por el mundo.
Recuerdo con nostalgia de esa
época lúdica, etílica, creativa a Pepe Franco (+), Roberto Pérez Rubio (+),
Paco Farriols, Chito Wa-Wa (+), Marisela Ricciuti, Sigfrido Bañuelos, Elmer
Mendoza, Juan José Rodríguez, Renato Ramírez (+), Lorena Schobert, Reyes Ayala
(+), René Jiménez, José Manuel Villanueva, Prócoro Hernández, Aura Puyana,
Enrique Vega, Roxana Loubet, Luis Antonio Martínez Peña, Alberto Zaldívar,
Carlos Morg, Nino Gallegos, entre muchos otros, con los que compartíamos la
vida y nuestra juventud.
Pepe Franco, nunca debió tener el
final que tuvo, lastimado físicamente, dañado mentalmente, pero, sobre todo, en
un abandono terrible porque la familia mayor no aceptó ayuda, pero, tampoco, se
la dieron como lo exigía su estado de salud y de pilón, por ahí anda medrando su
cercanía un briboncito, hablantín, que le desapareció una buena colecta que
hicimos un grupo de amigos para que su familia regresara de Venezuela.
Y, por último, no me puedo sacar
de la cabeza la extraña coincidencia de su muerte con la de Raúl Padilla, padre
de la FIL de Guadalajara.
Descansen en paz estos grandes
promotores culturales.
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