CARTA A POLITOLOGOS CRITICOS
CARTA A POLITOLOGOS CRITICOS
Ernesto Hernández
Norzagaray
Hablando como politólogos, como
gente que cultiva la ciencia social, deberíamos ser más rigurosos en el
análisis de las instituciones, los sistemas políticos o filo políticos. Está
bien poner el calificativo por delante cuando se trata de capturar conciencias para
unos fines y orientar a un interlocutor desinformado, simétrico, resentido o
ideológico, incluso, para abreviar una discusión, como en los viejos tiempos
-que son tan actuales- donde bastaba decir desde la “buena y correcta”
izquierda que fulano era “pescado” o “chemón” para que fuera un maldito reformista,
y eso granjeaba en el foro interno, de quien lo esgrimía, una singular superioridad
moral y política.
Algo, como lo que tenemos con el
obradorismo, que en su narrativa diaria llama a su séquito a reconocerse como
la reserva moral de este país. Pero, las cosas así planteadas, son maniqueas y
útiles políticamente, sin embargo, son insuficientes para comprender realidades
complejas.
Lo mismo sucede con aquel tipo de
discursos simples de que siempre hay una mente maligna que lo controla todo y
nada esta fuera de su radio de poder. O sea, el sistema esta sometido a una
voluntad donde el resto, es un simple concierto de silenciosos y piezas del
ajedrez, interesadas, en someterse y/o congraciarse con el poder.
El silogismo termina siendo
igualmente simple. Si queremos cambiar un sistema contaminado, basta quitar,
como tomates podridos, lo que contamina para conservar la pureza del resto.
Hago este rodeo para situarnos en
el debate polarizante sobre la circunstancia de la Universidad Autónoma de
Sinaloa – a los directivos de la UAO y la UAIM, su silencio los acusa- y los
riesgos que amenazan su autonomía.
Hay dos rutas trazadas en este
incipiente debate que dependiendo por donde se incline será su desenlace. Esta
la idea maximalista del “caciquismo existente en la UAS”, donde Héctor Melesio
Cuén Ojeda, el dirigente del PAS, es el que mueve todos los hilos de la casa
rosalina. Y hasta podríamos estar de acuerdo en parte por la simbiosis Universidad-partido.
He escrito muchos artículos
periodísticos, incluso uno académico, hablando de ello más por razones éticas
que por el rigor al que obliga el estudio serio de las instituciones. Y digo en
parte, porque sin duda alguna, el PAS surge de un grupo de poder en la UAS y
todo grupo de poder, tiene ambiciones legitimas de crecimiento y expansión.
Sin embargo, pregunto, ¿no será
exagerado, decir que lo subsume totalmente?, como lo fue estalinismo incluso el
largo invierno priista. Que ese control somete todas sus energías… Si sucediera
esto ¿podríamos concluir que permea todo su quehacer científico, académico,
docente, cultural, artístico?
Inmediatamente alguien
medianamente racional dirá que no, que no es tal, ¡ah! pero el adoctrinado,
dirá sí. Afirmara que está en manos del grupo de poder.
A mí, como universitario, me da
gusto ver a jóvenes preparatorianos que van a otros estados, incluso países, a
ganar competencias deportivas o concursos de matemáticas. Igual, me llenan de orgullo
estudiantes de licenciatura que al terminar sus estudios inician estudios de
posgrado en México, o en el extranjero, y obtienen logros académicos que son
resultado de su esfuerzo personalísimo.
Y qué decir, de los estudiantes
del posgrado que igual han dado el paso para con sus investigaciones hacer
contribuciones a la necesaria generación de nuevos conocimientos. Vamos, que
decir de sus artistas. O sea, en este
esfuerzo, hay mucho de esfuerzo personal.
Pero, aun con todo, el gobernador
ha dicho “Héctor Melesio está metido hasta el tuétano” lo que en algún sentido
lleva a la idea equivocada, producto de la simplificación del sistema, a la
personalización de la dinámica universitaria a la de que existe una “persona
mala” y, fácil, lleva a la conclusión de que mientras este él es incorregible.
Por eso, los que estamos en el
estudio de los sistemas societales deberíamos tomar distancia de la
simplificación de la frase pegadora y dogmática o del calificativo que lo
explica todo, el denuesto que demoniza al adversario, para tomar un poco de
aire y dar dos pasos atrás, para ver el bosque en lugar de concentrarnos en el
árbol.
A muchos universitarios, y
especialmente aquellos, que llegamos jóvenes a dar clases de ciencias sociales en
los años setenta y ochenta que veníamos, más que con teorías sociales, con alforjas
cargadas de ideología trasmitíamos ideología, y muchos de los sobrevivientes de
esa generación sentimental, sigue ganándoles las emociones, sus sentimientos
cargados de una utopía, frustración y la extraordinaria necesidad de tener un
“enemigo” para tocar tierra y sentir estar vivo.
Y es que, sólo son unos cuantos
tienen poder -de ahí la frustración de los muchos- y los que tienen poder atizan
para ganar más poder. Al resto, solo le queda trasmitir su propia
simplificación representada en calificativos, frases, consignas, conjeturas y,
a veces, hasta manifestaciones de desprecio. Eso, si, dirán, con independencia
de criterio.
Entonces, entre sociólogos y
politólogos hay que volver a lo básico, y tratar de recordar como funcionan las
instituciones y cuáles son los márgenes de actuación de los “agentes
contaminantes”. Acaso no podríamos decir que el gobernador Rocha Moya ¿no
ejerce un cacicazgo cuando ha capturado instituciones autónomas como son el
Poder legislativo y el Judicial o pone a ahijados a gobernar los mayores
municipios sin haber pasado por las urnas? ¿Dónde quedó la separación de
poderes, las autonomías, la democracia representativa? Y ya encarrerado ¿no
pretende hacer lo mismo con las Universidades a las que les quiere arrancar su
autonomía?
Algo mejor, que ha sido para mí
motivo de reflexión porque es el meollo de la cuestión: ¿cómo cambiar las
instituciones públicas que tienen, como dice el gobernador, poderes
sobrepuestos? ¿Qué tienen estructuras atípicas en el sistema nacional
universitario? ¿hacia donde dirigirlas de tal manera que cumplan libres sus
funciones sustantivas? Y no es ocioso preguntarse: en estas instituciones
atípicas ¿todo, todo, está mal y nada es rescatable porque detrás hay una mente
maligna? Y nada vale su capacidad de auto reforma. Vamos ¿así de simple?
Con la llegada de Rubén Rocha al
gobierno del estado producto de su alianza con el PAS que hoy ingratamente minimiza,
al menos, yo imagine, que habría una transición pactada, suave y blanda, para
tener una mejor Universidad. Había motivos suficientes para pensar que
ocurriría entre dos exrectores luego de las elecciones de 2021. Esta
posibilidad se descarriló rápidamente con la agenda nacional aun, cuando, no
faltaron las expresiones generosas con la Universidad. Ahí se abrió todo.
El dilema que se manifestó desde
el gobierno en declaraciones y coqueteos era, supongo, la captura del rector
Jesús Madueña a la causa del gobernador o el manotazo sobre la mesa. Lo primero
no se logró, el rector siguió siendo fiel a la Universidad y a su relación con Cuén
frente a esta derrota vino el manotazo operado por Feliciano Castro, el célebre
líder de la Jucopo del Congreso del Estado, y el resto, es una historia en
curso, con un desenlace imprevisible aunque, hay que recordar que la UAS, ya
derrotó a los gobernadores Alfredo Valdez Montoya en 1972 y a Antonio Toledo Corro
en 1982. Y desde entonces, los siguientes gobernadores, han tenido una relación
prudente, de respeto a su autonomía, como siempre lo recomendó el exgobernador
Aguilar Padilla.
En definitiva, al gobernador no
le gusta hacer política o entiende la política como manotazo y a los académicos
metidos en la opinología frecuentemente nos gusta irnos por lo fácil cuando resulta
útil, conveniente, volver a los libros para no estar ofreciendo lastimosamente conjeturas,
calificativos, frases, ideología y preferencias cómo recursos heurísticos de lo
político.
Así de simple.
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