LA REFORMA ELECTORAL Y EL PARTIDO DEL SOMBRERO
LA REFORMA ELECTORAL Y EL PARTIDO DEL SOMBRERO
El principal problema de la
iniciativa de reforma electoral que ha presentado el presidente López Obrador es
que en el hipotético caso de que se aprobara “sin quitar o ponerle una coma” tendría,
la simpatía de todos los que coincidimos en que nuestro sistema electoral es de
los más caros y ofensivos del mundo pero, como viene el planteamiento
presidencial, prácticamente podría dejar sin recursos al sistema de partidos porque
estos entes públicos solo recibirían financiamiento público en época de
elecciones que suena muy atractivo a primera vista pero conlleva otros
problemas para construir consensos legislativos.
Y es ahí, donde empiezan los
diferendos, ¿a que partido o bloque favorece esta miscelánea de cambios que
pasa por la conversión del INE en otro organismo de elecciones y consultas, la
desaparición de las OPLES estatales, la sui generis parlamentarización
de la representación política a través de listas por circunscripción o estado…?
En el medio académico sabemos que
toda reforma electoral tiene efectos directos en el sistema de partidos, pero
muy especialmente cuando se introducen cambios en tres de sus piezas
estructurales: el tamaño de los distritos electorales, la fórmula de conversión
de los votos en escaños y el umbral mínimo electoral para ser parte de la
representación política federal o de los estados y, en México, agregaría el
tema del arbitraje electoral y el financiamiento público.
La propuesta del presidente busca
desaparecer el sistema de representación mixta (mayoría relativa y
representación proporcional) para ir a un sistema de representación
proporcional puro donde cada partido tendrá o no representación en función de
los votos obtenidos, es decir, volveríamos en alguna forma a lo que teníamos
hasta antes de 1963 cuando se incluyó en la legislación electoral la figura de
diputados de partido. Claro, a diferencia de entonces, tenemos un sistema de
partidos robusto, altamente competitivo y más a través de las coaliciones
electorales.
Esto lleva al tema de la
conversión de votos en escaños que en un sistema proporcional puro con partido
dominante favorece a este y perjudica a las minorías que ya sabemos muchas de
ellas son franquicias familiares o de grupo, pero las minorías, están llamadas
a mostrar el mosaico de intereses de la República, lo que significa un pilar de
nuestra democracia, porque lo otro muy probablemente derive en el bipartidismo que
existió en buena parte del siglo XIX entre liberales y conservadores dejando
fuera lo que no incluya esa matriz política. Y dicho de paso, es parte del
relato permanente del presidente López Obrador.
El umbral mínimo electoral al
parecer quedaría como está con un 3% de la votación emitida. Esto es, que para
alcanzar una cuota mínima de representación en el caso de asistieran a las
urnas el 50% de la actual lista nominal que es de aproximadamente 94 millones
de ciudadanos registrados les tendría que votar prácticamente 1.5 millones de
electores. Un mundo para los partidos pequeños y los de nueva creación.
Sabemos de la obsesión del
presidente contra el INE y sus consejeros electorales, de su voluntad machacona
por desaparecerlo de ahí que plantee la creación del Instituto Nacional de
Elecciones y Consultas (INEC) que federalizaría el sistema electoral por encima
de la soberanía de los estados lo que trastoca el pacto federal y eso obligaría
a una reforma constitucional donde los estados cederían soberanía en beneficio
de la federación.
Finalmente, está el tema del
financiamiento público a la política, que efectivamente gracias a un diseño
institucional y un mecanismo progresivo consume cada vez mayores recursos
públicos lo que exige una revisión a fondo para que las elecciones -y ahora las
consultas que se van a popularizar- no cuesten más a los contribuyentes.
Si esta oferta de rediseño institucional
se aprobara y aplicara en los comicios federales de 2024, Morena sería el
partido que tuviera mayores ventajas porque es el que tiene mayores
prerrogativas económicas, además, de las provenientes del ejercicio del poder
en la federación y hoy en dieciocho estados.
Entonces, a mi juicio, la
iniciativa de reforma constitucional y reglamentaria está más pensada como
bandera de agitación electoral que como oferta de negociación política, aquí no
cabe lo ocurrido en la Corte con el cuarto voto que elevó a constitucional la
reforma eléctrica y que hoy es la justificación de la campaña contra los “traidores
a la patria”.
La oposición nunca aceptará la
reforma como viene porque no tiene incentivos y sobre todo porque abre MÁS las
puertas al financiamiento ilegal que inclina la balanza a favor del poder pues en
2021 estuvo claro, que este provino principalmente de los distintos cárteles
del crimen organizado, que descaradamente bajó y subió candidatos a los cargos
de representación política en varios estados y principalmente por razones más
que obvias de la costa del Pacífico.
En esta oferta de rediseño institucional
está en juego mucho, ya que si hay menos dinero público el sistema de partidos
se va a desfondar y el dinero ilegal va a fluir en favor de sus candidatos
estén en Morena o en cualquier otro partido, y eso es muy grave, estaríamos
caminando ya no hacia un Estado fallido sino a un Narcoestado legitimado en las
urnas.
Entonces, la oposición leal, si
le creemos a Alberto Anaya, dirigente del PT, que dijo en el cónclave de Palacio
Nacional que su partido va a apoyar en esta reforma al presidente, o al Verde, estaría
haciéndose el harakiri porque sobrevive gracias a las candidaturas
plurinominales que al eliminarlas perjudicará a los partidos que obtengan menos
votos, porque habrá menos que repartir, con la reducción de 500 a 300 escaños federales
y la parte correspondiente en el Senado pero, sobre todo, en las legislaturas
locales e incluso en los cabildos municipales.
O sea, que no hay incentivos para
los aliados, como tampoco para la verdadera oposición PRI-PAN-PRD-MC, y eso ya
lo vio el minúsculo PRD, que fue el primero en decir que sus diputados no
votaran a favor de la iniciativa presidencial.
Y si Morena solo tiene los votos que
se manifestaron en la reforma eléctrica nuevamente serán insuficientes para
sacarla adelante, aunque claro, seremos testigos como sucede con el PAN que
ofrece revisar para ver si la apoyará total o parcialmente o solo ejercer con
fines mediáticos una suerte de diplomacia parlamentaria, pero, al final, hasta
por razones de estrategia política y por mantener la cohesión dentro de la
coalición ¡Va por México!, terminaran votando en contra del presidente.
Finalmente, haciendo un ejercicio
con los triunfos de mayoría de 2021, nos podemos dar cuenta de lo que podría
implicar hipotéticamente para ambas coaliciones un voto a favor de la
conversión del sistema mixto en un sistema de representación proporcional puro.
PARTIDO |
DIPUTADOS DE MAYORIA RELATIVA |
MORENA |
161 |
PAN |
41 |
PRI |
11 |
PT |
37 |
MC |
14 |
PES |
21 |
PRD |
7 |
PVEM |
5 |
SP |
3 |
TOTAL |
300 |
Fuente: Cámara de Diputados
Comentarios
Publicar un comentario