LUCES Y SOMBRAS
LUCES Y SOMBRAS
Ernesto Hernández
Norzagaray
Rubén Rocha Moya asumirá el cargo
de gobernador, el 1 de noviembre, pero, ya está tomando decisiones que
perfilaran su gabinete y gobierno.
Apoyado en un poder casi absoluto
que le otorgó el voto ciudadano a Morena se traduce en la conquista del Poder
ejecutivo y legislativo, la mayoría de los municipios y sus cabildos, y ya
perfila el gabinete que le acompañara y donde encontramos desde cuadros
burocráticos transexenales, dirigentes políticos, luchadores sociales y
activistas morenistas de viejo y nuevo cuño de izquierda.
Es, técnicamente, un gobierno de
“dulce, chile y de manteca” que se buscará cuadrar para darle la mejor operatividad
al gobierno.
Ahí, estarán, por poner un
ejemplo, personajes como Héctor Melesio Cuén y Teresa Guerra, quienes tienen un
juicio en marcha por presuntos agravios al honor del exrector y que tienen un
anclaje político en el caciquismo que aquel ejerce impunemente en la UAS.
Y, quizá, Rocha Moya, busca que
este tipo de conflictos sean superados en el compartimiento en las tareas de
gobierno o simplemente que sigan su curso legal.
¿Lo lograra?
Quizá se distienda y anime, al
menos protocolariamente la concordia, pero los agravios están ahí y puede ser
una bomba de tiempo cuando haya definiciones en torno al tema jurídico o universitario.
Pero, en ese proceso de
definiciones, hay otros temas que evidentemente provocan preocupación porque
van en contra de las instituciones por más que se argumente que “son
necesarios” hacer cambios para el mejor funcionamiento del gobierno.
Tenemos, por el lado de Morena,
que administrativamente se ha “elegido” como dirigente estatal a Manuel
Guerrero, sin cubrir el trámite de la convocatoria para que aquellos
interesados en participar puedan hacerlo y entrar al juego bajo reglas establecidas
en la ley de partidos.
Esto, si bien es necesario, ya
que la dirección estatal, está acéfala desde 2015 cuando se destituyó al CDE
luego del zipizape que se protagonizo por la designación de Manuel Estrada como
candidato a gobernador en 2016, esa misma experiencia, debería llamar a cubrir
el tramo de la democracia interna, no vaya a ser que una vez que le tomen protesta
a Manuel Guerrero, esta designación se impugne ante el tribunal electoral.
Así mismo, estaría el caso, que
ya ha trascendido a la prensa, sobre la salida de Juan José Ríos Estavillo, el
fiscal general del estado al que faltarían cuatro años para terminar el periodo
para el que fue designado por el Congreso del Estado, esto es grave, porque la
fiscalía, que es parte del Poder Ejecutivo, tiene por ley su propia autonomía.
Entonces, que se presione o
negocie la salida de Ríos Estavillo, y está se ejecute, abre la puerta para que
el gobernador ponga como ha dicho Ismael Bojórquez un “fiscal carnal”, que su
autonomía termine en manos de quien lo puso.
Grave, grave, este asunto.
Lo mismo se adelanta en el caso
de Emma Guadalupe Félix, la Auditora Superior del Estado, que también es un
órgano autónomo que si es desplazada del cargo sería a todas luces para poner
un “auditor o auditora carnal”.
Grave, grave, también esta
decisión.
Sé, que el relato justificante,
irá de la simpleza de que ellos ya querían dejar el cargo porque se lo debían a
Quirino Ordaz, hasta el más duro, que duele socialmente, porque nunca
cumplieron satisfactoriamente su función de ley y por si algo faltara, dirán
que son personajes del viejo régimen priista.
Que lo son, sin duda, pero
estamos en un Estado de Derecho, y eso en este momento parece olvidarse con el
fin de tener un gobierno de un solo cuerpo, de un solo hombre, una sola voz.
O sea, no bastaría, llevarse a Enrique
Insunza desde el Tribunal de Justicia del Estado a la secretaria general de
Gobierno, sino hacerlo con los órganos autónomos, lo que anuncia un
sometimiento del Poder Judicial al Ejecutivo.
Y. aunque hay mucho de cierto de
que estos órganos autónomos nunca cumplieron cabalmente con su papel, ahí están
las cifras en materia de seguridad pública o los casos escandalosos de
corrupción, que salieron bien librados, y que no valieron para nada, las
evidencias presentadas y valoradas por la jueza Sara Bruna Quiñonez Estrada, quien,
dicho de paso, se dice que esta ocupara un alto cargo en el próximo gobierno.
En definitiva, la llegada del
gobierno morenista a Sinaloa, lo hace siguiendo prácticas de los gobiernos
anteriores con la única diferencia de que aquellos eran más pausados mientras
en este corre una prisa desaforada en sentar las bases de uno que avizora un
extraordinario centralismo.
Y, eso, no es cumplir con el
relato democrático, esgrimido en campaña, y menos, responde a las expectativas
de una sociedad plural como la nuestra.
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