LOZOYA Y LOS TESOROS MARINOS DE HUNAN
LOZOYA
Y LOS TESOROS MARINOS DE HUNAN
“Nuestros
platillos están hechos con ingredientes de la mejor calidad, cuidando cada
detalle con recetas clásicas y presentación exquisita”, es el mensaje de
bienvenida que da la cadena de restaurantes Hunan de la Ciudad de México a su
selecta clientela.
No
es inusual, sino la constante, en este tipo de establecimientos, dónde fue sorprendido
Emilio Lozoya Austin, el ex director de Pemex, departiendo con amigos cuando se
supone está bajo alguna figura de arresto domiciliario por su presunta complicidad
en actos de corrupción de la pasada administración federal.
No
está mal que alguien disfrute de las viandas, si puede pagar esas bondades
gastronómicas, y pueda departir solo, con su familia o amigos. Quizá, lo único,
con lo que no cumple el negocio, es con la otra máxima que estimula cuando afirma
que es “un lugar en el que puedes confiar”, y no por la calidad de sus
platillos o los vinos que se sirven, que son de una buena gama, sino porque
cualquiera con smartphone puede acabar con la privacidad de sus clientes.
Y
fue el caso de Lozoya Austin, quien confiado nunca imaginó -porque, quizá,
antes ya lo había asistido a este tipo de restaurantes- que sería sorprendido
por la periodista Lourdes Mendoza, quien lo tiene demandado y le habría tomado las
fotos, que luego se hicieron públicas y el tema escaló hasta llegar a ese
territorio donde se está, a decir por los voceros del gobierno de la 4T, limpiando
la corrupción. De arriba hacia abajo. Y, con los mejores insumos sanitizantes.
Y
es que el señor Lozoya Austin estuvo un tiempo prófugo en España -se dijo,
incluso, que bajo el amparo de la mafia rusa- y le habrían tenido a todo lujo en
una residencia de alta gama en la paradisíaca Marbella. Nunca se confirmó esta
versión y muy probablemente es falsa, porque si de dinero se trata, las
alforjas de este personaje ubicuo de los gobiernos del PRIAN no necesariamente
estaban vacías. O, al menos, que haya sido el tonto del pueblo. Sólo en el affaire
de Odebrecht se habló de una decena de millones de dólares y, bueno, cómo
dice ese dicho tan nuestro: “el que da y reparte le toca la mejor parte”.
El
caso es que fue sorprendido en Marbella gracias a la ficha roja que la FGR
había emitido con fines de captura internacional y la Interpol, hizo su trabajo
de localización, y lo llevó primero a una cárcel valenciana, dónde pasaría unos
meses antes de ser traslado en calidad de detenido a México lo que fue una
estrellita en la frente para nuestra justicia.
A
la vista de todos se cumplía la oferta de AMLO de que durante su gobierno no
habría impunidad. Vinieron los aplausos y aparecieron algunos rostros sombríos.
Se esperaba una bola de nieve llevándose a su paso a decenas de exfuncionarios
públicos involucrados en el caso corrupto de Odebrecht. Paso una semana, luego
meses y ahora años, y el señor Lozoya nunca pisó el penal del Altiplano o algunos
de los reclusorios de la Ciudad de México. Es más, ni un juzgado.
Entonces,
aquellos aplausos tronantes se fueron apagando y los rostros sombríos se alumbraron
con la intensa luz de un perdón nunca pedido. Un día, recordaremos, AMLO al no
tener mejor tema para su conferencia mañanera sacudió al fiscal Gertz Manero cuando
atrajo el tema diciendo que había pasado tiempo “y no había resultados”.
No
obstante, AMLO dijo que seguía confiando en el fiscal, en este escándalo de
corrupción que había aceitado la maquinaria clientelar de la elección
presidencial de 2012. Vinieron las ocho columnas que siempre provocan las
conferencias mañaneras con regularidad y el fuego mediático se fue apagando
paulatinamente. No volvió a mencionar el tema en meses y tampoco recriminó nuevamente
en quién él “confía” aunque no le brinde resultados.
Al
final el presidente tiene mucha tela de donde cortar siendo México un país
tatuado por la desigualdad y la polarización. Y, también, unos medios habidos
de sus declaraciones contundentes para el consumo de sus lectores.
Pero,
que el tema Odebrecht se haya apagado mediáticamente no significa que haya
dejado de existir. Ahí, está, para las necesidades del presidente y lo puede utilizar
cuando le sea más oportuno y útil. Cuando necesite un “estate quieto”, como
hace unas semanas, lo utilizó para acalambrar y poner en fuga a Ricardo Anaya, que,
desde entonces, está en paradero desconocido. Sin embargo, aquel, también,
busca administrar su miedo de ser capturado sin dejar de pensar para su foro
interno que es el candidato que necesita la oposición.
Pero,
volviendo a lo sucedido en el restaurante Hunan, cuando Lozoya Austin fue sorprendido
degustando una entrada de deliciosos dumplings de camarón frito y un surtido de
tesoros marinos, que seguramente se le atoraron en el cogote. Apuro, eso sí, un
buen trago de un Chablis para saciar el malestar. Pero, en lo que jalaba aire, las
imágenes probablemente ya circulaba en el ciberespacio, y le agrió también la
cena al señor Gertz Manero, quién por alguna razón se imaginó que sería tema de
la Mañanera del día siguiente. Y no le faltaba razón a su sospecha porque el
presidente acarició el tema y soltó su opinión sobre el video : “Yo creo, dijo,
que es legal, pero es inmoral, el que se den estas cosas, es una impudencia
para decirlo menos, un acto de provocación, porque este señor fue director de Pemex y está como testigo protegido
-se le llama de otra manera, pero eso es una gente que está recibiendo un trato
especial- porque decidió dar a conocer toda la corrupción que se produjo, en el
sexenio anterior, incluso desde Calderón”.
Y, refrendó su confianza
en el fiscal: “Ojalá y la fiscalía informe, sobre este asunto. Tengo confianza
en el fiscal Alejandro Gertz Manero y espero que alcance el tiempo y se haga
justicia como todos los mexicanos exigen la ley. Tiene que haber justicia
pronta, expedita, pero yo espero que la Fiscalía informe cómo va el juicio”.
No hay a la vista nada que lleve a suponer que la
Fiscalía saldrá a decir, como lo hizo con el tema del affaire de Conacyt, y los
“científicos corruptos”, aun cuando en todo este tiempo partimos de que el
señor Lozoya ya aportó todo, o lo mejor, que tiene en su poder y no ha habido,
hasta donde se sabe, citatorios para los directa o indirectamente involucrados
en los actos de corrupción y el financiamiento ilegal de campañas electorales.
Es más, Lozoya dijo que ya había cumplido con su parte pero que el fiscal tiene
como prioridad el affaire de los funcionarios y científicos.
En definitiva, lo único cierto hasta ahora son
las imágenes, la molestia del presidente y la falta de resultados de la fiscalía,
ah, pero también, la comida del restaurante Hunan que se caracteriza una
gastronomía donde dominan los chiles, ajos y chalotes. Algo, que está
comprobado, si pica.
Al tiempo.
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