EL PODER ABSOLUTO DE ROCHA MOYA
EL PODER ABSOLUTO DE ROCHA
MOYA
Rubén Rocha, quizá, como ningún
otro gobernador sinaloense, ejercerá técnicamente un poder casi absoluto y es
que tendrá bajo su mando la administración pública estatal y con ello el control
del dinero público; además, contará con la mayoría calificada del Congreso del
estado en alianza con los diputados del PAS, lo que le permitirá, sacar
adelante su proyecto y el presupuesto correspondiente; así mismo, tendrá el apoyo
de la mayoría de los senadores y diputados federales de Morena, y el único que
sale de la lista es Mario Zamora y aun, él, se ha buscado tender puentes con su
“amigo y compañero” del Senado de la República.
Además, el dirigente estatal de
Morena será Manuel “Meny” Guerrero, quizá el más leal rochista desde la época
de cuando el badiraguatense fue rector y que lo distinguió como coordinador de
la UAS en la zona sur, y por si hubiera algún problema, en los municipios donde
gobiernan morenistas problemáticos o la frágil oposición, tendrá junto con el
PAS, la mayoría de los regidores, además, como ya lo adelantó para Mazatlán,
contará con una estructura de intermediarios y operadores políticos.
Es decir, el único contrapeso que
Rubén Rocha podría tener es la autocontención o algunos medios de comunicación,
entre ellos los impresos Noroeste y Riodoce, además, de algunos programas
radiofónicos, dónde se expresan voces críticas y ONG´s como Iniciativa Sinaloa.
No sabemos, cómo Rocha Moya,
sopesa tanto poder, en sus manos, pero está claro, qué por la experiencia
histórica hay dos opciones en el ejercicio de gobierno que se reduce al dilema:
autoritarismo o democracia.
Por el lado del autoritarismo hay
tres vertientes que conviene reflexionarlas porque tienen anclaje histórico: La
primera, que viene de la llamada izquierda autoritaria, estalinista, con el paradójico
centralismo democrático, que cultivaron los partidos comunistas entre ellos el
PCM donde Rocha Moya militó y vivió la experiencia de agregación política que
llevó hasta al PRD;
La segunda, es la experiencia del
periodo llamado de “partido hegemónico”, que caracterizó al PRI durante décadas
y que significó, el control férreo, de las instituciones republicanas, que se transformaron
a su imagen y semejanza y eso permitió a Octavio Paz dibujar al régimen priista
como el “ogro filantrópico”;
Y la tercera, la obradorista, la que
vino democráticamente de los votos en 2018 y qué se ratificó en 2021, y que recientemente
alertó Paco Ignacio Taibo II en su intervención en los Diálogos del Consejo
Nacional de Morena, donde perfila una deriva de autoritarismo burocrático cuando
señala que el partido ha sido capturado por priistas y panistas: “No nos
engañemos, dijo, no estamos frente a un problema formal, sino a uno político.
Cuando uno recorre el país encuentra uno compañeros con ganas de cambiar y
apoyar la Cuatro T. Pero, también, encontramos un aparato que ha secuestrado el
partido”.
Rocha Moya, ha abrevado en las
tres vertientes y todavía no conocemos su ideario político, más allá de la
retórica progresista en boga.
Sin embargo, lo que alcanzamos a
vislumbrar, en los adelantos mediáticos lo que será su estilo de gobernar, hay
elementos de preocupación, ahí está primero, la alianza electoral y
próximamente de gobierno con Héctor Melesio Cuén, quien es la representación
más emblemática del autoritarismo en Sinaloa. Al que se le excusó y excusa a
toro pasado, con sus consideraciones en clave de pragmatismo político, para, se
nos dice, aumentar las posibilidades de éxito electoral, pero es injustificable,
en clave democrática de cogobierno, por los costos que seguirá teniendo para la
educación superior del estado y, ahora, desde el poder probablemente hacia
otras áreas de la política pública.
Segundo, en un sentido más amplio,
las alianzas con personajes del viejo régimen autoritario en aras de tener un
gobierno de concentración política que podría alejar de un proyecto ya no
digamos de izquierda sino progresista;
Tercero, un hecho, que
extrañamente, pasó desapercibido para la militancia de Morena que viene siendo
la designación administrativa de su dirigente estatal, sin que haya habido una
convocatoria para elegir no solo a su dirigente sino a su Consejo Directivo
Estatal, lo que me remite a 2015 cuando Jaime Palacios, entonces dirigente
estatal electo por las bases, fue echado del partido junto con los miembros del
CDE, hoy, complacientemente, todos ellos guardan un penoso silencio y
claudicación, ante un acto notorio de antidemocracia partidaria quizá porque muchos,
están esperando ver que les toca en el reparto del poder; y,
Cuarto, lo que representara un
gobierno sin contrapesos político que, si bien no pueden ser con cargo a Rocha
Moya, tampoco hay indicios, y quizá es muy pronto para exigirlo, de rutas para
la inclusión y empoderamiento ciudadano, cómo podrían ser los mecanismos de
democracia participativa y que otros gobiernos, están implementando en algunos estados
de la república (Por ejemplo, los llamados presupuestos participativos).
Ahora bien, Sinaloa no cuenta con
una experiencia democrática más allá de la electoral y hasta ahora, opera el
principio presidencialista, de quien “gana, se lleva todo” y eso, le da un gran
poder al gobernador, porque es el que maneja el dinero público, y explica, la
lucha es feroz por alcanzar la titularidad del gobierno. Y es que no existe
otra cultura política. Ni tampoco interés por hacer un cambio de fondo. Y,
menos, con “gobernadores fuertes” que someten a los otros poderes
institucionales y, frecuentemente, se hacen de la vista gorda con los llamados
poderes fácticos legales e ilegales.
Por eso, la gran interrogante,
que se nos plantea, es como un gobierno con tanto poder y más el que llegará en
el ejercicio de gobierno, nos lleva a preguntarnos hacia dónde habrá de
orientarse, y de ahí la importancia del gabinete donde se avizora que será plural
o sea habrá de todo, los ejes de una política pública que buscará “armonizar la
4T” y la relación con la sociedad que se perfila abajo clientelar y entre las
clases medias y altas de dialogo y negociación.
Quiero pensar positivamente que
más que la parte de formación política y sus anclajes ideológicos, incluso, del
obradorismo, en el imaginario de Rocha Moya debiera dominar la edad y madurez, su
sensibilidad social, para aprovechar esta oportunidad que le brinca la vida de
servir a los sinaloenses. Pues cuando termine su mandato estará rondando los
ochenta años y atrás, habrán quedado los últimos años de la llamada “última
década útil”, cómo bien la clasificaba el filósofo vasco Miguel de Unamuno, de
lo contrario, todo habrá sido inútil y no faltarían los que de nuevo se hayan
aprovechado y, en este caso lamentable, de un poder casi absoluto.
Hay que volver la vista a las
primeras decisiones que está tomando en Morena, la FGE y la ASE, todas ellas
nos dan pistas de lo que viene.
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