LA RENUNCIA DEL DIABLO
LA RENUNCIA DEL DIABLO
Ahí está Alejandro Higuera, como
le gusta estar, al frente, levantando su voz ranchera y teniendo detrás a sus
fieles, a los que no le claudican, ni en los peores esperpentos políticos, los
que solo escuchan y hacen bola cuando el hijo predilecto de El Recodo habla, asume,
descaradamente la encarnación del ideario de Manuel Clouthier, no le tiembla la voz, cuando
afirma contundente que se va del PAN porque este ya no es lo que fue y, claro,
no representa tampoco a los supuestos 150
panistas renunciantes que luego resultaron ser 48 (Estrada Vega, dixit).
Se reivindica, y fue, parte de aquel
panismo que picó piedra en la alborada de los ochenta y llevó a cabo grandes
batallas por la democracia. Primero, en Sinaloa, luego en el resto del país, cuando
Clouthier fue candidato a la presidencia de la República en 1988. Y se podrá
decir ingenuamente, está bien, cada quién es libre de salirse de dónde está
incómodo e irse a buscar nuevos aires, nuevas alianzas.
Pero, cómo me dice una joven panista,
debiera ser agradecido con el partido que le dio mucho, aunque él asuma que le dio
todo. El que lo hizo alcalde tres veces, diputado local y federal y hasta en un
momento, lo promovió, momentáneamente, para ser gobernador y terminó renunciando
a su ambición a favor del expriista Mario López Valdez. Pero la gratitud no es
una de sus virtudes. Le brota esa soberbia que le llevó a su debacle política. Al
acrisolamiento en la derrota. Justo, contra un priista de medio pelo, que lo hizo
papilla electoral.
Quizá, en el fondo, es lo que
explica su renuncia a una militancia de 39 años, aunque en el último tramo estaba
lejos de la formación albiazul. Y, vaya, el otrora Higuera imbatible, sale por
la puerta trasera despotricando contra el dirigente estatal llamándolo “matraquero”
de la coalición que han integrado la triada PRI-PAN-PRD. Con la que, por
supuesto no está de acuerdo y busca minarla, bajando el ánimo de los panistas que
se quedan. Y esa labor de zapa, es ingratitud mayúscula.
Claro, hay panistas que legítimamente
no estarán de acuerdo en ir en mancuerna electoral con su adversario histórico el
PRI, pero se estacionan con brazos caídos y habrá quienes aceptan o rechazan disciplinadamente
la directriz nacional en su cruzada contra los “excesos” del gobierno de la 4T.
Aquellos que no les gusta la política de desmantelamiento o reconversión de instituciones
del Estado mexicano. Aun cuando bajo de ellas existía corrupción y un sistema
de privilegios que no parecía tener ningún límite. Que lo normal era la
apropiación privada del dinero público.
Pero cómo luego dice, la
sabiduría popular, para tener la “lengua larga hay que tener la cola corta”,
este personaje que reniega del PAN realmente existente, en otro tiempo, cuando
la suerte le favorecía se alío, con otros dirigentes panistas, al ala dominante
del PRI estatal. Y llevó a Malova a la gubernatura. Y, ahí, hicieron su agosto
personal a costa del descrédito y la caída electoral de su partido.
El PAN no pudo lanzar candidato propio
en 2010, ni tampoco en 2016 y menos en 2021. Nada parece quedar del 2004,
cuándo un PAN, dirigido por el histórico Luis Roberto Loaiza, postuló a
Heriberto Félix Guerra y estuvo a punto de ganar la gubernatura obteniendo más
del 46% de la votación emitida y este la peleó en el TRIFE bajo la “cláusula
de nulidad abstracta” que preveía, entre otras ilegalidades la sanción al
partido del gobierno o gobiernos si se demostraba la intervención de estos en
las campañas electorales o si se utilizaban estrategias que incluyeran campañas
negativas en contra de los candidatos lo que estaba normalizado.
Pero, al final todo ese litigio
de nada sirvió, pese a que estaban a seis décimas de lo logrado por Jesús
Aguilar Padilla, y no fue fácil para los magistrados electorales o de plano los
doblaron con dinero, de tal suerte que resolvieron el triunfo de Aguilar
Padilla horas antes de que este asumiera el cargo, sin dejar al PAN, ninguna
posibilidad de revertir el resultado.
En los siguientes seis años el
PAN cambió de dirigencia que dejaron la doctrina y se volvieron pragmáticos y
en ese PAN, el higuerismo, jugó un papel importante por sus vínculos con el
priismo en boga y que hoy el del Recodo parece o no quiere recordar. Le resulta
así más cómodo para sus nuevas alianzas. La que seguramente trae con sus viejos
amigos del PRI que hoy apoyan la candidatura de Rubén Rocha.
Y, como bien lo dice Luis Roberto
Loaiza, el exdirigente estatal del PAN: “Yo lo de Alejandro Higuera ya lo
veía venir y era necesaria esa separación, si él no se iba pues casi era
necesario hacer el deslinde, la separación, abrirle proceso porque ya cuando
menos hace unos dos meses se tenían noticias de que él estaba haciendo labor
adentro del PAN para promover a Rubén Rocha Moya”.
Ahora, por voluntad propia Higuera
esta fuera del PAN, acorde con la máxima sumatoria de Rocha cuando afirma” quiero
el apoyo de todos incluido el Químico”. El dogma de la suma que no vendrá sola
sino acompañada de reparto de posiciones que puede derivar en un verdadero Frankenstein
político. Donde podría caber de todo: exguerrilleros reconvertidos, maoístas a
los que solo les quedó el recuerdo de la “línea de masas”, excomunistas
renovadores, cuenistas coaccionados, priistas morenistas, panistas pragmáticos,
evangélicos sin vela y amigos acríticos de la vieja izquierda sinaloense.
Un frente electoral que. sin duda,
puede ganar la elección de gobernador, incluso, retener las principales
alcaldías del estado, pero que asaltan muchas dudas de que se pueda cumplir la
otra máxima rochista de construir en Sinaloa “un gobierno de la 4T” por el alto
riesgo que significa la fragmentación del poder.
Y, cómo suma, está ahí, al
frente, el Diablo Higuera quien se atrevió a justificar su salida del PAN con
las banderas de ese icono que es y será siempre Manuel Clouthier para el
panismo combativo, doctrinario, anticlimático.
Nada que ver con el Higuera de
hoy.
Finalmente, una anécdota, en 2009
publiqué un libro junto con Lorena Schobert sobre el PAN en Sinaloa. Lo invité
a presentarlo junto con Héctor Melesio Cuén, quién era rector. Asistió y lo
primero que hizo fue reclamar por que él no aparecía en la portada ya que había
imágenes de varios destacados panistas encabezados por Manuel Clouthier, y la
verdad fue un lapsus mío o del editor, Don Mario Montijo (+), no incluir a un Higuera
ganador todavía, hoy salvo los fallecidos, todos permanecen en el PAN. Hay
veces que los lapsus son premonitorios.
Comentarios
Publicar un comentario