LA ESTUPIDEZ HUMANA
El cardiólogo Diego Solís Garaygordobil
se pasó de estúpido por su tuit, por su imprudencia al no conectar el cerebro
con la mano, por la falta de sinergia con un contagiado y por su ausencia de ética
profesional cómo médico.
Y es que en el extremo de su
estupidez llamó a atentar contra la vida del presidente López Obrador
aprovechando quien está contagiado de Covid y necesita estar con atención médica
especializada.
En el mensaje que subió Solís Garaygordobil
a su cuenta de Twitter pedía a quienes atienden la salud del presidente suministrarle
hidroxicloroquina y azitromicina con el fin de provocarle una trombosis venosa
o una insuficiencia renal aguda, para de esa forma, librarnos “por algunos años
de las mañaneras”.
No, no, son las mañaneras las que
le preocupan al galeno pues estas han seguido bajo la conducción de la Secretaría
de Gobernación, sino atentar contra la vida del presidente en funciones y sólo
faltó a este estúpido que le pusiera precio a esa vida fundamental para la
estabilidad del país.
Esta tentativa de crimen que viene
de un médico violenta todo y para empezar el juramento hipocrático clásico y
refrendado por la Convención de Ginebra de 1948 de “Estableceré el régimen de los enfermos de la
manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando
todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen la
administración de venenos...”
Nunca, nunca, perderlas, salvo
cuándo las capacidades humanas y médicas sean insuficientes para evitar la
muerte. Y, entonces, leer que un profesional de la medicina este utilizando las
redes sociales para que otro cometa un crimen lleva a preguntarse sobre su
estado mental que llama a ser atendido antes de que él personalmente le haga
daño a otra persona porque: ¿Qué médico o personal sanitario le haría caso y
atentaría contra una vida?
Sabemos que una franja de la
sociedad no quiere al presidente López Obrador por razones políticas clasistas o
racistas, vamos por no ajustarse al patrón del político, que hemos estado
acostumbrados a ver en medio de cierto glamur y ligereza en el manejo del poder.
Vamos, como sucede con las mujeres
y hombres de FRENA que en sus apariciones esparcen su odio su odio al
presidente.
Pero, obvian, que Andrés Manuel
es presidente legítimo por la mayoría de los votos que recibió en las
elecciones del verano de 2018 y eso es un mandato por seis años.
Y, si no lo que quieren a AMLO en
la presidencia de la República tampoco han llegado al extremo de médico pues
saben que si lo quieren fuera tendrán hacerlo a través de un partido o una coalición
en la consulta para revocación de mandato que se celebrara en 2022, ojo, a
iniciativa del propio presidente. Y, si no lo logran, tendrán que esperar el 2024
cuando ocurran las elecciones constitucionales. Pero, no a través del asesinato
o desear su muerte, como algunos quisieran cómo este médico al que se le
debería quitar la cédula profesional para que se evite poner en riesgo la salud
de todo aquel paciente que caiga en sus manos.
Para empezar la Sociedad Europea
de Cardiología a este médico le retiró su nombramiento de embajador en México y
la Sociedad Mexicana de Cardiología, a la cual pertenece debe analizar el
comportamiento criminal de uno de sus miembros y valorar conforme a sus estatutos,
si estas actitudes caben para tenerlo como activo en su membresía.
Asustado, el médico lo primero
que hizo fue suspender su cuenta de Twitter y probablemente la Sociedad
Mexicana le indicó que no podía hacerlo pues lo escrito, escrito estaba, y que
eliminando la cuenta lo único que provocaba era una mayor irritación por lo que
reestableció e hizo su mea culpa cuando afirmó:
“El texto compartido, nos
dice, fue a título personal y no involucra el pensar y/o actuar de ninguna
institución o sociedad, ni tampoco de mis colegas médicos. Deseo la pronta
recuperación de todos los mexicanos que padecen Covid-19, incluyendo la del
señor presidente Andrés Manuel López Obrador", que seguro se lo
exigieron sus colegas para evitar pagar deudas ajenas y no manchar el buen
nombre de la comunidad de cardiólogos.
No obstante, ese mea culpa, debe
ser llamado también a rendir cuenta ante la autoridad por su mensaje de odio
que es insostenible en una sociedad democrática basada en la tolerancia por la
forma de pensar del otro. No puede quedar impune. Se le deben poner los
correctivos que marca la ley cuando suceden este tipo de amenazas por razones
de intolerancia y cierto aire de superioridad.
Entonces, el llamado contra
López Obrador está ahí, esperando a que las autoridades judiciales actúen ante
un hecho notoriamente evidente y que facilita cumplir el principio jurídico de que
a “declaración de parte relevo de pruebas” procedan a iniciarle un juicio por incitar
a cometer un delito de odio.
Y no es único médico, está
una tal Dra. Fernanda Gómez, que le secundó el mismo día con un mensaje intolerante,
grosero, en su cuenta de Twitter: “A Obrador si atásquenlo de Ivermectina,
azitromicina, ceftriaxona, ritonavir y si pueden chingos de tamoxifeno, cisplatino,
todo lo que se les ocurra... hasta CLORO en cantidades industriales, pinche
circo del viejito”.
Los bots de la derecha no se dejaron esperar
en los comentarios en el diario digital de SDP Noticias donde por decenas
afirmaban que las voces de estos médicos eran en respuesta al mal manejo de la pandemia
del gobierno obradorista, o sea, no cuestionaban la conducta de los médicos,
sino a la víctima de los ataques,
Es esa lógica de ataques la
víctima se convierte en acusado, sin embargo, por encima de los dichos está la
ley y deberán ser las autoridades judiciales las que deben revisar si estos
médicos actuaron motu proprio o son parte de una cruzada organizada que busca
no sólo cultivar el odio, sino forma parte de una estrategia organizada de
desestabilización política.
En definitiva, este médico haya
actuado atendiendo sus peores sentimientos o lo haya hecho por un interés conspirativo
podríamos decir que ya perdió ante la comunidad de cardiólogos, sus pacientes, amigos,
familia, pues, seguramente, ya no se le vera con la misma confianza y, ahora, hasta
podría quedársele aquello de Dr. Muerte que perfiles como este le asignan al Dr.
Hugo López Gatell.
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