LA DECISIÓN DE QUIRINO
Si se mantiene la vieja costumbre
del PRI, de que su gobernador siempre elige al candidato que habrá de competir por
el mismo cargo bajo el emblema tricolor, estamos en la antesala de un momento crucial
de la sucesión en el estado.
Quirino Ordaz, tendrá que decidir
muy pronto, a quién le va a brindar su apoyo para que compita para ser su
sucesor y esa decisión siempre será complicada, nunca dejara a todos los
intereses satisfechos y hasta podría provocar desprendimientos en el PRI.
Me explico: Quirino pese a que bajó
en la escala de desempeño de los gobernadores, según la última encuesta de Elo
Heraldo, sigue estando en una buena posición con un sexto lugar y hay franjas de
la sociedad, que aprecian su gobierno de manera que cómo lo dice el
exgobernador Jesús Aguilar Padilla, “Quirino, es el mejor activo que tiene el
PRI”, frente a las elecciones concurrentes del próximo año. Eso de ser
percibido por la mayoría priista, en teoría, le facilitaría las cosas a la hora
de llamar a apoyar a su seleccionado.
Y, aquí, parece haber solo dos bolsas
de donde sacar al elegido: La de los “químicamente puros” del gabinete o la
otra, la de los políticos con trayectoria partidaria, o sea, la decisión puede resultar
convencional al seleccionar a un priista o la otra heterodoxa que resulte seleccionado
un panista o descafeinado.
Si se decide por uno de los “químicamente
puros” la decisión estará entre Gonzalo Gómez Flores, Juan Alfonso Mejía,
Ricardo Madrid y Javier Lizárraga, en cambio, si está pensando en gente del
partido la decisión esta entre Mario Zamora, Sergio Torres, Sergio Jacobo o
Jesús Valdés -Ojo, no hay una sola mujer que nos permita considerar hasta ahora.
Tengo mis razones para pensarlo
en ese orden de cada bloque y género, pero no lo voy a hacer en este espacio,
para profundizar en la decisión de fondo ¿Qué podría hacer que opte por una u otra
bolsa? Y mejor todavía, una vez seleccionado, ¿por cuál de ellos se decidirá y
en función de qué?, segunda pregunta.
Cómo la decisión es eminentemente
política, aunque hay quienes vean en ella afectos personales, en un político
pragmático como es Quirino su cálculo será en términos de quien beneficia más
al momento de dejar el cargo y le da seguridad y continuidad al proyecto político-empresarial.
Necesita ganar un sucesor que le
cuide la espalda al dejar el cargo y que el estado siga por el camino de nuestra
singular actividad económica. La
experiencia del exgobernador Mario López Valdés no está lejos con su largo confinamiento
político. También, seguramente, esta en el imaginario una peor, la de los
gobernadores priistas, que perdieron la madre de las elecciones. Están los
ejemplos de César y Javier Duarte que al dejar el cargo se les vino el mundo
encima en cambio a quienes ganaron -y ahí está nuevamente el caso Malova- se
les ha complicado la vida, pero no al grado de perder libertad y el riesgo de
perder su patrimonio.
Se podrá decir en su defensa que
Quirino no es ninguno de ellos e incluso que tiene aspiraciones para 2024. Eso
el tiempo lo dirá, por eso lo importante en 2021 es ganar la elección.
Quirino, ha llevado una buena relación
con el presidente López Obrador, y eso significa, que en algunos momentos ha
tenido que apoyarlo políticamente en algunos temas donde otros gobernadores priistas
han sido más cautos o abiertamente opositores cómo es el caso del coahuilense
Miguel Riquelme. Y basta ver la cautela de Quirino, frente al tema federalista
aun cuando ha sido crítico con el papel actual de la CONAGO, a la que le
reconoce poco o mejor nada, como intermediario entre los estados y la federación
La pregunta es si esa buena
relación la va a llevar al punto de la definición de su sucesor y aquí hay un
ingrediente que podría dar tersura a la transición de gobierno, la construcción
de una alianza nacional entre el PRI, PAN y el PRD, que hoy está en la fase de
conversaciones cómo lo recordaba esta semana Jesús Valdés, buscando ir juntos al
menos en la elección de los 15 gobernadores bajo la figura de las candidaturas
comunes.
Si es así, la fórmula para
determinar quién es el candidato en cada estado, seguramente llevaría mano el
gobernador para impulsar a quien decida, o mejor negociado por los actores
concurrentes. Eso obliga a ofrecer una
candidatura que de un plus a las marcas coaligadas que están a la baja en
percepción y ahí la llevan de ganar los aspirantes priistas sobre los hombres
del gabinete e insisto no hay una sola mujer.
Sin duda, a diferencia de otros
estados, en Sinaloa los resultados de la elección de gobernador de 2016, vistos
en perspectiva, podrían ser considerado como favorables en clave de vuelta a la
normalidad política. En aquel entonces un 42% de la votación emitida fue para
el PRI y un 16% para el PAN.
Ciertamente, en 2018 hay una
caída estrepitosa para ambos partidos, para ver cómo quedaron estos partidos
basta ver la representación priista de ocho diputados y la panista con dos, o
sea, ambos solo tienen el 25% de la representación estatal, además, de que los
cuatro municipios más poblados están gobernados por Morena lo que significa que
gobierna el 73% de la población.
Sin embargo, en democracia las caídas
no son para siempre, lo acabamos de ver en Coahuila e Hidalgo que aun siendo gobernados
por priistas y en una elección donde una fue para la integración del
legislativo local y en el otro estado, para alcaldías, podría ser el principio para
una vuelta a la normalidad democrática lo que esto signifique en términos
sustantivos.
Claro, que el PRIAN, se convierta
en oferta electoral de candidaturas comunes es una apuesta arriesgada y hasta
escandalosa, donde se pone en juego todo, pero no mejor a si van separados, pues
muchos lo van a ver cómo un acto desesperado, más allá de razones
programáticas, para recuperar el poder y habrá otros que lo miren como la única
posibilidad de frenar a la 4T y las decisiones polémicas que viene tomando López
Obrador.
En definitiva, la decisión que
Quirino Ordaz adopte dependerá de cómo se perfilen las alianzas a nivel
nacional y así si hay la candidatura común para gobernador, los márgenes e incentivos
son mayores para que se decida por un miembro de su gabinete “químicamente puro”
mientras si no hay ese acuerdo la opción que se impone, si quiere que su
partido sea competitivo, es escoger a un priista con trayectoria en el estado.
¡Al tiempo!
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