SINALOA, EL ECLIPSE DE UNA NARRATIVA
SINALOA, EL ECLIPSE DE UNA
NARRATIVA
Ernesto Hernández
Norzagaray
Vaya bronca mediática en la que
se metió Rubén Rocha, gobernador del estado de Sinaloa, cuando posteo en X que
los 8 de los 66 levantados el 22 de marzo habían regresado a sus hogares y
estaban “sanos y salvos”. Que ese asunto quedaba saldado y ya la fiscalía del
Estado informaría con más detalle de su regreso a casa.
Así lo dijo el gobernador: “Los encontramos ayer (los
últimos 8) y hemos comprobado casa por casa donde están los que no estaban, los
que habían desaparecido, y están en sus casas, tengo los nombres, los cuales no
podemos darlos eso solamente los haría la autoridad investigadora en el caso de
que presenten denuncia. No se han presentado denuncias”.
Esta afirmación escaló hasta la
misma conferencia mañanera del pasado lunes que se celebró en Mazatlán y el
presidente repitió con gozo lo dicho por Rocha Moya. A la vista de la audiencia
presente era un éxito de las fuerzas de seguridad del Estado. Una buena noticia
cuando todo mundo estaba atento a lo que sucedía en Mazatlán con motivo del
eclipse de sol y es que, seguramente, muchos de los visitantes al puerto
llegaron con los temores normales de viajar por el país.
Pero, está nota, tranquilizó a muchos
que disfrutaban de los días frescos y la oferta cultural del puerto y es que
Edgar González, el alcalde de la llamada Perla del Pacífico, echó la casa por
la ventana con una serie de espectáculos que fueron del gozó de los visitantes
llegados de lugares remotos para ser testigos in situ de tan significativo
evento de los astros.
Sin embargo, pasada la algarabía
eclíptica, el estado y el puerto paulatinamente volvieron a la normalidad. Los
visitantes fueron regresando a sus lugares de origen. Y las noticias locales buenas
o malas volvieron aparecer como todos los días. Y una de ellas fue que los 8
desaparecidos siempre no habían regresado como había asegurado el gobernador -y
de paso el presidente López Obrador-, que seguían en paradero desconocido.
Y no lo decía la oposición para
buscar raja política electoral. Lo decían los familiares que estaban
sorprendidos de la afirmación concluyente del presidente y el gobernador.
Hay razones de peso para pensar
que fue una estrategia mediática para evitar que en el marco del eclipse los
periodistas visitantes trasmitieran noticias del tema que eclipsaran la mejor
propaganda gratis que haya tenido Mazatlán. Que afirmara la “marca” de la casa,
la narca Sinaloa.
Y si ese era el objetivo se
logró, los periodistas visitantes estaban centrados en el motivo en el eclipse
y el puerto se vendió bien como destino turístico en paz, festivo y
hospitalario. Ni siquiera la desaparición y muerte de Larry Allen, un motociclista
norteamericano llamó la atención de la prensa. El balance repito es positivo
con un 100 por ciento de ocupación.
Mazatlán por buenas razones
estuvo en el centro de la conversación internacional. Ahora viene el control de
daños hacia dentro. El secretario de seguridad pública salió a decir que la
información que el gobernador y el presidente hicieron pública fue recogida de
los propios familiares de las víctimas.
Me pregunto con asombro ¿Qué
interés puede tener un familiar en mentir diciendo que su padre, madre, hijo o hija
estaban de nuevo en casa si no era cierto? A la vista ninguna racionalmente. Igual
no se menciona al familiar informante o la información recogida casa como dice
el gobernador Rocha Moya.
Por eso, hoy a las familias de
las víctimas se le revictimiza, señalándolos, como culpables de lo expresado a
los medios nacionales e internacionales por el gobernador y el presidente de la
República.
Y eso, es una infamia contra
estas familias que ahora dudan que la autoridad este buscándolos y los ocho
-que, ahora dice la Comisión Estatal de Búsqueda, y las propias autoridades que
son once, entre ellos, un menor de solo dos años- se sumen a la lista larga de
desaparecidos sinaloenses.
Si el autor intelectual del
levantamiento de las 66 personas buscaba ir más allá de su lucha contra el robo
de casas habitación, los vehículos robados o las extorsiones, mandar otro tipo
de mensajes a las autoridades están vigentes y, probablemente, sería el motivo
por el que siguen retenidos desde hace tres semanas y no han sido
liberados.
Ya se habla entre los familiares
de las víctimas que a estas no se les busca porque a decir por el propio
gobernador “no han presentado denuncias”. O sea, en término leguleyos, no se
actúa de oficio. Caramba. Son once y la mayoría son jóvenes y el menor de solo
dos años. ¿Acaso el gobierno estatal tiene información que la mayoría de los
sinaloenses desconocemos? Y que podría
significar que estas víctimas nunca regresen a casa.
No sabemos las razones de porque
las víctimas no han regresado, ni tampoco cuando volverán. Y mientras son peras
o son manzanas, la incertidumbre consume a las familias, a los hijos pequeños
que preguntan por la madre o por el padre obteniendo mentiras piadosas. Que
están de viaje y que pronto volverán. Que no coman ansias. Mientras pasan los
días y las noches.
Y el gobierno del estado está
pasmado metido en un problema de imagen por sus declaraciones fuera de lugar
porque los y las once sinaloenses siguen desaparecidos. Esperando ser
rescatados para efectivamente regresar a sus casas.
En definitiva, el tema de los 66
sinaloenses levantados y en particular los once que no han aparecido, aunque
hayan dicho que si, que están en sus casas, muestra que para el gobernador el
tema de la verdad no es un problema. Dirá son cosas que pasan y hay que
aprender a vivir con ellas. El problema es que los familiares de las víctimas
no relativizan la verdad. Los quieren de nuevo en casa.
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