GUANAJUATO, ENTRE EL CRIMEN Y EL OPORTUNISMO POLÍTICO
GUANAJUATO, ENTRE EL CRIMEN Y EL OPORTUNISMO POLÍTICO
Ernesto Hernández
Norzagaray
El asesinato de Gisela Gaytán,
candidata de Morena a la alcaldía de Celaya, nunca debió ocurrir en democracia,
sin embargo, insólitamente movió fibras que hasta ahora estaban rígidas y no habían
merecido la atención del presidente López Obrador y de la candidata Claudia
Sheinbaum.
Eso no ocurrió, con los 21
asesinatos políticos, que la precedieron cuando el 24 de noviembre caía asesinado
el panista Jaime Damaso Solís, quien había sido regidor y aspiraba a competir
por la alcaldía de Zitlala, Guerrero, y fue brutalmente asesinado frente a su domicilio
sin que hasta la fecha se sepa quien cometió el crimen y, menos, que se haya
hecho justicia.
¿Cuál es la diferencia entre el
asesinato de la joven Gisela Gaytán y el resto de los aspirantes asesinados
para que el presidente y la candidata oficialista le esté dedicando una parte inédita
de las conferencias mañaneras de esta semana y ella a sus conferencias de
prensa? acaso, ¿hay una diferencia sustantiva con cualquiera de las otras?
¿será porque es mujer y eso es inaceptable? o ¿Por qué Gisela era candidata
morenista?
Ninguna de ellas, antes del
asesinato de ella ocurrieron ocho asesinatos de aspirantes morenistas que no
levantaron la ceja del presidente López Obrador y su candidata. Está Martín
Palé Santiz, quien aspiraba a gobernar Huixtán, Chiapas, y fue asesinado el pasado
9 de noviembre; también, Ricardo Taja Ramírez, quien quería ser candidato de su
partido a la alcaldía de Acapulco y el 21 de diciembre fue alcanzado por las
balas; siguió la líder trans regiomontana Samantha Gómez Fonseca a la que
asesinaron en Xochimilco el 14 de enero.
También fue el caso de Juan Pérez
Guajardo, quien se desempeñaba como funcionario del gobierno morenista de
Fresnillo Zacatecas y lo asesinaron el 7 de febrero; lo mismo sucedió un día
después con Jorge Monreal Martínez, sobrino del gobernador David Monreal y del
senador Ricardo Monreal, también funcionario del gobierno de Fresnillo; le
sigue Yahir Martín Moreno, aspirante a la diputación federal por Ecatepec,
Estado de México, quien cayó muerto por balas y puñaladas en Santa Clara Coatitla
el 10 de febrero; continúo Manuel Hernández Hernández, aspirante a diputado
local en Veracruz a quien asesinan el 15 de febrero en Santa Margarita
municipio de Misantla; siguió Miguel Zavala Reyes, candidato a la alcaldía de
Maravatío, quien cae el 26 de febrero con unas horas de diferencia del también
aspirante a la misma alcaldía, el panista Armando Pérez Luna.
Entonces, la explicación del
activismo presidencial y de la candidata oficialista está en otro lado y, si
nos vamos por los argumentos expresados en la conferencia mañanera por el
presidente López Obrador y la secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana,
Rosa Icela Rodríguez, la explicación obedece simple y llanamente a un cálculo
político.
Veamos. El asesinato se cometió
en Guanajuato donde gobierna el PAN y como veremos la competencia por la
gubernatura se está cerrando en el estado con el índice de homicidios dolosos
más alto del país. Gisela Gaytán, está sirviendo para apostar avanzar
electoralmente arremetiendo contra el gobernador Diego Sinhue Rodríguez y su
fiscal, Carlos Zamarripa, lo que no se hace, en estados donde gobierna Morena
como son Guerrero, Michoacán, Zacatecas o Colima, que tienen altos índices de
violencia sin que signifique un alto en el camino para llamar a cuentas a sus
gobernadores y, mucho menos, solicitar la desaparición de poderes.
O sea, el presidente y la
candidata oficialista están en lo suyo, capitalizar electoralmente el dolor y
el miedo de los guanajuatenses. La pregunta es, si la mayoría de estos, estarán
en sintonía con estas pretensiones lejos de la moral y la ética política. La
suma “encuesta de encuestas de PollsMX”, ajustada al 28 de febrero, favorecía a
la coalición PAN-PRI-PRD, que lleva como candidata a Libia Denisse García, con
un 49% de intención de voto. Y la tapatía, filosinaloense, Alma Alcaraz de la
coalición “Juntos haremos historia” traía el 45% lo cual habla de un empate
técnico.
Con estas tendencias en la
intención de voto el asesinato de la candidata a la alcaldía de Celaya es la
coartada perfecta para que el presidente López Obrador quiera darle vuelta a la
elección.
Y por eso, lo está haciendo, más
allá de consideraciones morales o éticas y se impone la política pura y dura
saltándose todo tipo de barreras legales como también los llamados del INE para
evitar el activismo que él y Claudia Sheinbaum trae desde antes del inicio del
proceso electoral y va por los estados gobernados por el PAN.
En definitiva, lamentablemente, los
asesinatos políticos en este proceso electoral que deberían llamar a la unidad
nacional están siendo visto como oportunidades para que Morena avance
electoralmente y AMLO vaya no por los asesinos, sino, por los estados que le
faltan para cumplir el sueño autocrático.
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