AMLO: UN PRESIDENTE MOLESTO
https://latinoamerica21.com/es/amlo-un-presidente-molesto/
AMLO: Un presidente molesto
Ernesto Hernández Norzagaray/Latinoamérica21
“Por encima de la ley está la autoridad moral y la autoridad política
del presidente”, exclamó Andrés Manuel López Obrador dejando perpleja a la
audiencia de sus conferencias mañaneras. Discursivamente, nunca había llegado a
tanto. Se supone que en la toma de posesión como presidente juró guardar y
hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen.
“Nadie por encima de la ley”, reza otra máxima liberal. Se podrá decir
que fue una reacción emocional luego de que Natalie Kitroeff, la responsable del
diario New York Times en México, le había hecho llegar una carta
cuestionario informándole de que su medio de comunicación iba a publicar un
reportaje sobre testimonios de cinco testigos protegidos que señalaban que
“aliados” del presidente y sus hijos habrían recibido dinero de miembros del
crimen organizado y querían conocer su opinión sobre distintos aspectos. Que lo
habría molestado mucho.
Y eso provocaría que no diera una respuesta formal a las preguntas que
se le hacían sino que subiese a la gran pantalla de la sala presidencial el
documento y, en público, fuera leyendo y respondiendo a cada una de ellas entre
descalificaciones y denuestos. Todo ello ante el asombro de la audiencia de
periodistas, camarógrafos y funcionarios que diariamente se dan cita al
amanecer en Palacio Nacional.
Quizá no hubiera pasado de un mal momento del presidente si no fuera que
el documento hecho público llevaba el número telefónico de la periodista
estadounidense. Y eso va en contra de la ley de Transparencia y Protección de
Datos Personales, porque al hacerlo público se la expone, y en un país donde el
ejercicio del periodismo está demostrado que es una profesión de alto riesgo
nunca debería ocurrir. Ahí está el doloroso saldo de 42 colegas
asesinados.
Y ocurrió, lo que provocó reacciones en contra del gremio de periodistas
de dentro y fuera del país. Jessica Zermeño, corresponsal de Univisión, asistió
a la siguiente conferencia para cuestionarle al presidente haber expuesto a su
colega al dar a conocer su identidad y número telefónico.
El presidente seguía molesto y quiso zanjar el problema recomendándole
que cambiará de número. Sin embargo, la periodista le preguntó si volvería a dar
a conocer la identidad y el número telefónico de un periodista cuando la ley
mencionada lo limita, y la respuesta fue afirmativa, ya que, dijo, por encima
de la ley “está la autoridad moral y política del presidente”.
Y aquí se abre una discusión, quizá ociosa, porque en cualquier
democracia los personajes de la política institucional son producto de las
leyes y están para actuar bajo su techo y defenderla, no al revés, que las
leyes estén sujetas a los humores y deseos de los políticos.
Entonces, no se trata solo de un mal momento, un lapsus emocional, sino que
es una proyección de su personalidad y de cierto egocentrismo, donde el yo está
envuelto en la idea de la patria y la bandera nacional. Por lo que, a su juicio,
tocar al presidente es tocar la soberanía del país.
Y podríamos coincidir en que un presidente encarna la soberanía nacional
en cuanto a cargo electo democráticamente, ya que es una representación de las
preferencias mayoritarias, pero está acotado por la ley, pues mientras existan
instituciones democráticas nunca podrá estar por encima de ella. La ley aplica
a todos sin distingo de cargos públicos, pertenencias partidarias, origen
social o religioso.
Por eso el presidente López Obrador erró al acuñar la expresión
mencionada, porque con ella se acerca peligrosamente al discurso de los
dictadores que personalizan todo a su imagen y semejanza.
Y eso, dicho en un momento crucial en el que se han iniciado las
campañas electorales concurrentes, pega a la candidata presidencial de su
partido, Claudia Sheinbaum, que hasta ahora ha estado bajo el amparo de la
estrategia de que sea el presidente quien capotee el vendaval de la oposición
mientras ella acumula puntos “nadando de muertito”.
Hay que reconocer que fue una buena estrategia que le permitió estar
protegida con una excelente intención de voto. Sin embargo, ese vendaval
mediático que vincula al presidente López Obrador con los miembros del crimen
organizado, y que se ha repetido al infinito a través del hashtag
#narcopresidenteAMLO y, además, fue un grito destemplado de decenas de miles
que sacudió el Palacio Nacional el pasado 18 de febrero, ha pegado en la línea de flotación
de la estrategia oficialista y se ve cómo se cierra la diferencia en algunos
estudios demoscópicos serios (véase Massive Caller y El Financiero), que hablan
de solo de 8 puntos porcentuales a favor de la candidata del oficialismo.
O sea, cuando empiecen las campañas electorales, el tiempo del
presidente tenderá necesariamente a bajar, mientras que el espacio público será
de las candidatas presidenciales. Con la oferta de las coaliciones y, sobre
todo, la postura de cada una frente a la ley para dirigir un país y administrar los grandes
problemas nacionales. Eso, más el carisma de cada una de ellas, será definitivo
el próximo 2 de junio.
Comentarios
Publicar un comentario