NO QUIEREN GANAR
NO QUIEREN GANAR
Ernesto Hernández
Norzagaray
A primera vista Alejandro “Alito”
Moreno y Marko Cortez cometieron un error estratégico en la designación de Paloma
Sánchez y Eduardo Ortiz como candidatos en la fórmula sinaloense de mayoría al
Senado de la República.
Y es que no le habrían cumplido a
Xóchilt Gálvez, ni a la coalición Fuerza y Corazón por México, no le cumplen a
sus partidos alicaídos y, tampoco, a los militantes locales que han demostrado
temple y han resistido ante la adversidad de los últimos procesos electorales y,
menos, a la esperanza de los ciudadanos que buscan alternativas al oficialismo,
mejor, dirán otros, le fallan a un Sinaloa que enfrenta la construcción de una
autocracia que podría contribuir a un nuevo partido de Estado si se acaban los
equilibrios que hasta ahora existen en el Congreso de la Unión.
Y es que, en la lógica de
cualquier dirigente político, y más si es oposición, sus decisiones deberían
estar pautadas por los consensos, pero, también, por la rentabilidad de una
marca y unos candidatos para redondear su oferta política.
Más, cuando, sus números de la
última década no son nada halagüeños. El PRI, por ejemplo, en la elección para el
Senado de 2018 obtuvo 20.2% de la votación emitida y en coalición, con los
partidos Verde y Nueva Alianza, logró el 23.13%, lo que representa para el tricolor
menos del 13% de lo que obtuvo en 2012 cuando alcanzó 33.23% y, con aquel
rendimiento obtuvo la fórmula de mayoría; mientras, el PAN, en ese mismo año
sólo alcanzó sólo 12.43% de los votos.
En contraste, Morena en 2018, alcanzó
el 41.5% de la votación y ya como coalición “Juntos hacemos historia” con el PT
y el PES, logró el 46.0%.
Es decir, sumados los votos del
PRI y el PAN de 2018 alcanzan el 32.43% de la votación emitida lo que significa
prácticamente una diferencia de 15 puntos porcentuales respecto de lo alcanzado
por Morena y sus aliados y, con estos porcentajes de referencia, cualquier dirigencia
racional está obligado a postular candidatos competitivos.
Sin embargo, “Alito” Moreno renunció
a la rentabilidad electoral y como veremos prefirió los afectos y la lealtad
por encima de cualquier consideración política. Y es que todo indica, que un pragmático
como él, quien llevaba mano, en la fórmula de mayoría al Senado, viera como inalcanzable
un triunfo de mayoría -lo que habla de que tiene poca confianza en la capacidad
de arrastre de Xóchilt Gálvez lo que puede ser un error de cálculo- y ha decidido
entre lealtad y rentabilidad.
La lealtad es un valor en
política y sobre todo de minorías, por eso su partido postula a Paloma Sánchez,
la “palomita” como la llaman ya algunos analistas políticos, que arrastra el
sello de metropolizada y, por ello, y más, no le dan ninguna posibilidad de éxito,
pero eso no importa.
Y es que “Alito” Moreno calcula que
no hay forma de que MC se convierta en esta elección en la segunda fuerza más
votada y eso garantiza que Paloma Sánchez, incluso, no alcanzando los votos
obtenidos por Mario Zamora en 2018 pueda lograr la posición de primera minoría
en el Senado de la República y, con ello suma, una posición para el proyecto político
de Moreno.
Sin embargo, la lealtad es frágil
en Sinaloa, ahí están como ejemplos que casi todos los diputados priistas de
lado de Morena, incluso, este partido habiendo obtenido en las urnas 17 de los
40 diputados que integran el Congreso del Estado ahora, vía cooptación, tiene 34
y de las 13 alcaldías ganadas hoy, 17 de los 18 municipios, son gobernados por ese
partido.
Ahora bien, si el PRI busca
recuperarse la apuesta hubiera estado en buscar y postular candidatos con mayor
visibilidad y rentabilidad, nunca a personajes desconocidos que ven la política
como chamba, negocios o relaciones públicas.
Ahí estaban levantando la mano Mario
López Valdez y Sergio Esquer incluso, sin levantar un dedo, Héctor Melesio Cuén
Lizárraga, sin embargo, en Alejandro Moreno se impuso esa lealtad por encima de
la rentabilidad.
Y es que en el imaginario de “Alito”
Moreno la lealtad no estaba garantizada con Malova quien era aun con sus
negativos, quizá, el aspirante más fuerte para competir contra los candidatos de
la coalición “Juntos hacemos historia”, cómo sucederá en Sonora donde van en
mancuerna Manlio Fabio Beltrones y Lilly Téllez y es que, en este PRI, quizá, además,
del factor lealtad no olvidan el 2010, cuando se convirtió en candidato a
gobernador por el PAN y el PRD dejando en el camino al entonces empresario priista
Jesús Vizcarra.
Y en esa lógica de descarte está,
también, Héctor Melesio Cuén, aunque por otras razones que podrían comprometer su
postulación por la persecución política de que es objeto desde hace más de un
año por el gobernador del Estado y, también, por el cálculo que el propio Cuén hace
del momento político.
Ya veremos, lo que a él y a su partido
le toca, en el reparto de candidaturas en las alcaldías y diputaciones locales en
perspectiva de su ambición de 2027 cuando quiere aparecer nuevamente en la
boleta electoral como candidato a gobernador y, es que será, decisivo para su
proyecto lo que coseche en esta elección.
No obstante, la debilidad que
representa la fórmula Sánchez-Ortiz para el Senado, puede que el factor
arrastre de Xóchilt y el apoyo del malovismo y, sobre todo del PAS que tiene
una estructura territorial eficiente que podría provocar una elección competitiva
cuando debería ser al revés que Sánchez-Ortiz le ha aportara a Xóchilt Gálvez y,
más, aprovechando la división en Morena y los negativos de la candidatura de Enrique
Inzunza e Imelda Castro que pasó seis años en el Senado sin pena, ni gloria, votando
siempre a favor lo que le mandaban de Palacio Nacional y utilizando la curul
como trampolín político.
En definitiva, la mancuerna
Sánchez-Ortiz, tienen cuesta arriba el triunfo, en una competencia difícil porque
va en contra de todos los recursos que estarán al servicio de los candidatos
del oficialismo que seguramente serán mayúsculos y la pregunta, es si estos serán
suficientes, para contrarrestar las olas de malestar que existen entre
distintos sectores sociales y económicos por decisiones que han tomado el
gobierno federal y estatal, además, de algunos alcaldes morenistas. Al tiempo.
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