NARCO TERRORISMO Y POPULISMO
NARCO TERRORISMO Y POPULISMO
Ernesto Hernández
Norzagaray
En un Podcast reciente que Manuel
Alcántara, ex vicerrector de la Universidad de Salamanca y ex director de la
FLACSO España, subió a las redes sociales sobre una charla que sostuvo con Jamil
Mahuad, el ex presidente de Ecuador, para el conversatorio de Latinoamerica21
“Jarrón Chino” (https://manuelalcantarasaez.com/el-jarron-chino-jamil-mahuad/)
este, luego, de reflexionar sobre las amenazas que tenemos en varios países de
la región Latinoamericana, y en particular, su país, que atraviesa por una
crisis severa de violencia la redujo a la expresión que lleva por título esta
colaboración.
Mahuad, actualmente profesor en
la Universidad de Harvard, muestra su preocupación por el avance del
narcotráfico en la región y señala con todas las letras que las acciones violentas
del narcotráfico cada vez lindan más con el terrorismo. Basta volver la vista a
lo sucedido la semana pasada en su país, cuando los grupos del crimen
organizado ecuatorianos vinculados con el Cártel de Sinaloa y el Cartel Jalisco
Nueva Generación, tomaron por asalto varias ciudades incluido Quito dejando una
estela de muerte y temor colectivo que ha obligado al gobierno de Daniel Noboa
a tomar decisiones de emergencia para lograr restablecer la gobernabilidad.
Sin embargo, si bien Noboa, ha
logrado controlar la situación especialmente de las cárceles, la amenaza sigue
latente y es probable, que el repliegue de estos grupos signifique un paso
atrás para luego dar dos pasos adelante.
Ya se vio la capacidad operativa
para asesinar a Fernando Villavicencio, un candidato presidencial, y más
recientemente a un vicefiscal, y realizar las acciones que nos remiten a situaciones
similares que en México han realizado los cárteles de Sinaloa y Jalisco en
varios estados de la república.
La mayor diferencia entre los
presidentes Noboa y López Obrador hasta ahora es que el ecuatoriano ha decidido
poner nombre a estos ataques a la población al reconocerlos como terrorismo y
actuar en consecuencia con lo cual peligra su vida, mientras, nuestro
presidente, sigue viéndolo como un asunto de crimen organizado.
Y es que, entre ambas categorías jurídicas, hay
una diferencia sustantiva, tanto en la postura política de quien hoy representa
al Estado ecuatoriano como en las acciones disuasivas del sistema de seguridad y
mejor las penas contra los miembros de estas organizaciones internacionales.
Ciertamente, hasta ahora, la
iniciativa, para considerar a los cárteles mexicanos como terroristas ha venido
del gobierno estadounidense durante el mandato de Donald Trump, lo que fue
rechazado por el gobierno de López Obrador por ser “un atentado contra la
soberanía nacional”, sin embargo, desde entonces la situación de violencia ha
empeorado y son innumerables las masacres que han ocurrido en el país.
Sin embargo, pese a la gravedad
de la situación, no ha sido suficiente para que el Congreso de la Unión al
menos discuta la figura prevista en el código penal (artículo 139) posibilidad
de considerar a los cárteles como organizaciones terroristas lo que podría conllevar
a un cambio de fondo en la política de seguridad, la política de “abrazos no
balazos” que en la concepción del presidente López Obrador significa volver a
la política de Felipe Calderón cuando hay que ir a las causas aunque el balance
a cinco años de esta política resulte negativa.
Pero volviendo a las expresiones
del expresidente Mahuad este señala que el proceso de avance del narcotráfico
en nuestras sociedades pasa por tres momentos:
1) El
crimen organizado, toma la iniciativa de avanzar en el proceso de captura de
las sociedades y los poderes públicos, no actúan, más allá, de su capacidad
reactiva lo que significa no llevar a otro nivel las figuras jurídicas de tal
suerte que así, como en el caso de la yihad islámica, sean consideradas un
peligro no sólo para el país huésped sino para la comunidad internacional;
2) Que
ante esa “libertad” operativa de los cárteles estos vayan ampliando su
infiltración en la economía mediante el lavado de dinero, los gobiernos
municipales y estatales y sus cuerpos de seguridad, los medios de comunicación
y partidos políticos, la representación política y sus decisiones, etc. lo que
significa un paulatino debilitamiento de los pilares del sistema democrático;
3) Y,
finalmente, ante la inacción de los gobiernos, estos grupos, terminen por capturar
toda la estructura de gobierno de manera que se configure un narcoestado.
En México, estamos en el segundo
piso de ese proceso de captura del Estado, hoy se manifiesta palpablemente en
el repliegue frecuente de sus cuerpos de seguridad ante la embestida de los
grupos armados en distintas regiones del país; en la eliminación física de
aspirantes a cargos de elección popular como acaba de suceder en Chiapas,
Veracruz y Morelos y la extorsión a productores agrícolas (aguacateros,
limoneros, etc.) vendedores de pollo y hasta negocios familiares de tortillas.
No hay que descartar que en
distintas regiones este en marcha un operativo, como sucedió en las elecciones
estatales de 2021, cuando se inhibieron y promovieron candidaturas narcas a
cargos de representación política y su expresión más lamentable que son los
asesinatos de posibles candidatos.
O sea, en las llamadas
“elecciones más grandes de la historia” hay un jugador en las sombras que está
actuando abiertamente y es probable, que se hará más visible conforme avance el
proceso electoral sin que haya a la vista, más allá de declaraciones, una
estrategia de contención para garantizar la no interferencia de estos grupos,
sino que se le deja a su aire para que impongan su voluntad.
Se dirá que no es oportuno estar
hablando del tema por sus implicaciones en el proceso electoral pues inhibe la
participación ciudadana, pero, justamente, porque la apuesta es que los
candidatos salgan hacer campaña y la gente contraste y salga a votar es por lo
que resulta indispensable tener una estrategia especifica en este momento.
La experiencia reciente de
Ecuador debe ser la referencia obligada para evitar un mayor deterioro de la
vida pública. Allá se asesinó a un candidato presidencial, allá se tomó
conciencia de que no se puede dejar la iniciativa a los grupos del crimen
organizado, allá se defienden las instituciones democráticas e ir contra está
amenaza creciente de nuestras frágiles democracias y ojala, esa inacción en
México, no termine por darnos una lección y avancemos un paso más al infierno
de un narcoestado.
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