ESTRATEGIAS DE SUMA CERO
ESTRATEGIAS DE SUMA CERO
Ernesto Hernández
Norzagaray
“Palo dado ni dios los quita”,
reza un refrán que leído en clave de comunicación política es una aspiración
soterrada, engañosa, que en estos tiempos no siempre se convierte en realidad y
menos cuando vivimos un periodo de deslealtad partidaria y volatilidad
electoral.
Los estrategas de Claudia
Sheinbaum seguramente le han recomendado utilizar este recurso de comunicación
política de que siempre va a arriba en las encuestas de intención de voto, sin
embargo, este medio tiene sus límites en sociedades altamente polarizadas como
es el caso de la mexicana.
Entonces, pensar que con una
estrategia de “triunfo irremediable” está prácticamente decidida la elección y
la candidata puede llamar a echarse a la hamaca para desde ahí administrar la precampaña
y la campaña electoral, puede ser un buen ejercicio temporal, pero, a la larga
un mal calculo.
Más cuando el recurso a todas
luces no es inocente, la lógica del triunfo irremediable de Morena y sus
aliados busca instalar esa idea en el imaginario colectivo y provocar una
contracción de la participación ciudadana, tragándose la píldora derivaría en
una potenciación del voto duro morenista, es decir, a menos votación más caro
el voto leal, cautivo, clientelar.
Pero, eso a juzgar, por lo que
recientemente ocurrió en Argentina donde en primera vuelta nadie daba un peso
por el anarco liberal Javier Milei, candidato de la marca Libertad Avanza, la
sorpresa fue resultar el candidato más votado en primera vuelta más no el
ganador por no contar con los votos suficientes que exige el diseño institucional
y tuvo que ir a una segunda vuelta (ballotage) donde alcanzó el 56% de la
votación.
Y es que detrás de las encuestas
que daban un triunfo a Sergio Massa, candidato de la peronista Unión por la
Patria, estaban ocultas las pulsaciones por el desempeño del gobierno de
Alberto Fernández que dejaría al país en medio de una hiperinflación y un
desconcierto solo comparable con los años de la dictadura militar de los años
setenta y ochenta.
Claro, México no está en la
situación social de Argentina, pero tampoco exento de polarización producto de
los discursos de confrontación que flotan en el ambiente político.
López Obrador, sin duda, mantiene
y hasta ha incrementado el número de sus fieles, pero, sin duda, ha perdido a
una parte de sus electores de las clases medias por eso la urgencia de tener un
candidato que divida ese voto que puede sufragar por Xóchilt Gálvez y los
candidatos del Frente Amplio por México.
Ya veremos a quien postula
Movimiento Ciudadano (MC) y si es este, es capaz de dividir suficientemente ese
voto que le urge al oficialismo y disputarlo a esa franja de quienes están en
clave de voto útil porque MC no participa para ser una tercera opción
consistente capaz de ganar la presidencia de la República sino, busca,
racionalmente, ser el partido bisagra, para negociar con quien gane la
gobernabilidad del siguiente gobierno.
Entonces, los estrategas de
Sheinbaum seguramente irán midiendo el impacto de ese “triunfo irremediable”
del oficialismo que ha abierto completamente la cartera para ganar más adeptos
y eso, también, provoca irritación, por el uso de dinero sin límite, ni control,
y por ello están los casi 86 millones de sanción que el INE ha impuesto a
Morena por este despropósito de sus “corcholatas”.
El voto oculto de ese ciudadano que
dice hoy que va a votar por A, pero lo hará por B o el indeciso, que decide el
voto, hasta cuando está frente a la urna o el votante switcher, pragmático, sin
carga ideológica, porque vota en clave de costo beneficio son las que suscitan
las mayores interrogantes porque no se sabe cuánto representa y, menos, como
decidirán su voto.
Y esa es la tarea de los
candidatos aclararlo lo más posible conforme avancen las campañas, aunque, hasta
final seguirá la interrogante que se sabrá de dilucidar hasta el día de la
jornada electoral.
Esperemos que para la salud de nuestra
frágil democracia no se tolere otros recursos para convertir la intención de
voto de lo irremediable en compra, coacción y amenaza de votantes como ha
sucedido en las últimas elecciones estatales a través de personeros del crimen
organizado.
Que no hay que descartarlo porque
está demostrado que motu proprio ese actor tiene sus intereses y aliados
para hacer la diferencia entre victorias y derrotas.
Ahora bien, la polarización, es
un gran incentivo para la participación de un bando y otro, donde termina por imponerse
frecuentemente el sector con mayor capacidad de movilización.
Están aquellos que son movilizados
por el mundo binario del presidente López Obrador entre ricos y pobres, derecha
e izquierda, conservadores y progresistas, fifís y no fifís, y su candidata lo
repite a pie juntillas, como, también, los más fieles seguidores del obradorismo,
mientras, el bando contrario sin una figura poderosa y con un discurso más
difuso se enfoca hasta ahora principalmente ganar las redes sociales buscando
minar la imagen y credibilidad del presidente, la candidata y el partido en el
gobierno.
Sin duda, los discursos y metadiscursos
encienden la pradera emocional y habrán de hacer su contribución a la
participación.
Y es que vamos a una elección
profundamente emocional unos para dar “continuidad” al proyecto de su
movimiento y los otros, convencer, que con Morena está en “peligro” la nación
por la destrucción de las instituciones de la democracia.
Entonces, el vértice es la urna y
la clave, la movilización de electores, para no dejar de ir a sufragar el 2 de
junio.
La lógica de los estrategas de
Claudia es sencilla: afianzo a los electores del “movimiento” y desanimó a los
de la oposición haciéndolos sufrir una derrota anticipada.
Pero, me resisto a pensar que esa
lógica dominara el día de la jornada electoral por la atmósfera de malestar de los
serios problemas de inseguridad, en materia de salud, educación y hasta los
escándalos de corrupción que conjugados son una verdadera bomba molotov.
Así que en está lógica será muy
importante incluso, decisivo, los mensajes de campaña sobre todo aquellos que
cuestionen por un lado las políticas públicas como, también, el pasado que ha
venido castigando al PRIANRD, además, los debates entre las candidatas
presidenciales -MC, está obligada a postular una mujer para no perder lo que le
tocaría el voto de género- que revelarán realmente si “palo dado ni dios lo quita”.
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