LA PROVOCACIÓN

 LA PROVOCACIÓN

 

Ernesto Hernández Norzagaray

 

La terna que ha enviado el presidente López Obrador al Senado de la República para suplir al ya exministro Arturo Saldívar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación para muchos comentaristas, y observadores de la cosa pública, es una provocación no porque a las elegidas les falten prendas académicas necesarias sino porque les sobran credenciales lopezobradoristas.

Las abogadas Bertha María Alcalde Luján, Lenia Batres Guadarrama y María Estela Ríos González, son actualmente funcionarias del gobierno federal lo que si bien no limita llama a la prudencia institucional.

Alcalde Luján actualmente es comisionada de Operación Sanitaria en la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), Batres Guadarrama es consejera adjunta de Legislación y Estudios Normativos en la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal (CJEF) y Ríos González es Consejera Jurídica de la Presidencia de la República, además, las dos primeras hermanas de la actual Secretaria de Gobernación y del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y ninguna de las tres tiene experiencia judicial.

Es decir, el presidente ejerce el derecho que le otorga el artículo 95 de la Constitución para presentar esta terna en la llamada cámara alta y veremos si consigue la mayoría calificada, ya que el diseño institucional prevé que si es rechazada habría una segunda terna que si no logra igualmente esa mayoría el presidente puede decidir motu proprio quien será la nueva ministra de la Corte así que hay que cruzar apuestas sí dentro de las tres está quien será ungida ministra.

Al presidente, le sigue sangrando la herida que le dejó que dos de los cuatro ministros que propuso y, se habilitaron como tales, lo “traicionaron”.

Y es que los ministros Margarita Ríos Farjat y Juan Luis González Alcántara Carrancá hicieron lo que todo togado tiene que es defender la constitucionalidad de todos los actos de gobierno, sin embargo, el presidente no lo ve así, porque en su lógica de poder “quién pone manda”, “quien paga manda” y, entonces, que su visión no se haya cumplido y haya sufrido derrotas en asuntos sensibles a sus intereses no puede ser menos que considerados traidores a su causa política.

Y eso, lo recuerda una y otra vez, y es patente que la “deslealtad” de los ministros Ríos Farjat y González Alcántara Carrancá se ha convertido en rencor y por ello, ahora, que hay que sustituir a Arturo Zaldívar, decide proponer sin prurito alguno, a militantes de su movimiento político.

No le causa ninguna molestia el salto de Zaldívar a la campaña de Claudia Sheinbaum sino, por el contrario, lo recibe con una sonrisa de satisfacción y los brazos abiertos.

Afortunadamente el undécimo asiento de la Corte seguirá siendo insuficiente para impedir que los ocho ministros que defienden a la Constitución sigan teniendo la mayoría y no pasen los intentos del presidente de acabar con la Corte y con ello, la indispensable separación de poderes, para nuestra cada vez más tambaleante democracia.

También, afortunadamente, el llamado Plan C para las elecciones federales de 2024 que tiene como objetivo que Morena y sus aliados arrasen hasta alcanzar la mayoría calificada del Congreso de la Unión, no parece tener un gran futuro, por los movimientos políticos que estamos viendo en esta última semana y eso es, directamente proporcional a la posibilidad de llevar a votación popular la designación de ministros y jueces.

Y es que en un escenario de competencia presidencial de dos grandes coaliciones y el partido Movimiento Ciudadano no es el ideal por el factor arrastre en las candidaturas de diputados y senadores.

Cualquier analista político sabe que, en una disputa por los votos con tres, o más aspirantes, aspirantes anima la fragmentación de los votantes y dificulta más que en un contexto de alta polarización y, sin segunda vuelta, pueda alcanzarse ese sueño autoritario.

Y menos con una candidata que no despierta pasiones y que no tiene el control de Morena. Es que en los hechos no se le ha cedido realmente el bastón de mando de la 4T ni nunca lo tendrá, lo que significa aquello de que en política no hay vacíos porque siempre, cómo ahora, estos se llenan. Y en este caso, irremediablemente, por el hombre de Palacio Nacional.

Este ejercicio de maximato que, si bien esta conquistando triunfos políticos, como sucedió con la candidatura en la Ciudad de México y los ocho estados donde se celebraran elecciones de gobernador significa, también, el desdibujamiento de la imagen de Claudia Sheinbaum que se le ve como una figura de opereta que tiene detrás a un presidente que no la respeta su lugar y bastón, peor, que seguirá metiéndose sino hace valer su peso específico en la campaña constitucional.

Y es que en el imaginario del presidente López Obrador la elección no es entre Claudia y el resto de los candidatos, sino entre él y los conservadores, entre el proyecto de la 4T y lo que se le ocurra llamar a lo que ofrecen programáticamente el PRIAN o MC y sí, el presidente, se mete todos los días, donde se debería estar metiendo Claudia es porque la está viendo como una candidata débil o quizá por eso, la escogió, para poder hacer lo que está haciendo, yendo a todas las peleas y eso, quiero pensar que con Marcelo Ebrard sería distinto.

Entonces, volviendo a la terna de abogadas donde una de ellas podría colgarse la toga por los siguientes catorce años -muy buenos para un proyecto que aspira a quedarse como se quedó la triada PNR-PRM-PRI por siete décadas- haciendo el mismo y triste papel de correa de trasmisión de las ministras “leales” Loretta Ortiz y Yazmín Esquivel.

Pero, se dirá, así es la política, el arte de comer caca sin hacer gestos para lo que se necesita mucho estómago.

En definitiva, la terna de la provocación, ha de causar cierto placer al presidente López Obrador, es su venganza contra la Corte, ver desconcertados y molestos a los ministros, leer a sus críticos que escriben en clave constitucional, escuchar a un Carlos Loret de Mola, un Joaquín López Dóriga o a Ciro Gómez Leyva cuestionando los perfiles de la terna y es que sabe que tiene la sartén por el mango.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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