EL LABERINTO DE UN ARGUMENTO
EL LABERINTO DE UN ARGUMENTO
Ernesto Hernández Norzagaray
Me pregunto ¿es suficiente el argumento de que en la UAS se
coacciona, amenaza, presiona, manipula, exige u obliga a las decenas de miles
de académicos, administrativos, intendentes y estudiantes, para explicar porque
está semana nuevamente salieron a la calle a manifestarse en defensa de la
autonomía y a las autoridades universitarias?
O es que base de repetir el argumento están encerrados en el que
impide tener el diagnóstico correcto y, por lo tanto, la estrategia de sus
detractores y en especial, la judicial del gobernador es equivocada porque no
están leyendo correctamente los mensajes que está enviando la calle con sus
consignas, los discursos vehementes de sus lideres y hasta la alegría de los jóvenes
universitarios.
Que choca con el tono acusatorio que vimos en el gobernador
Rocha Moya en su discurso frente a un presidente López Obrador dubitativo,
quizá, viendo la dificultad a todo color para capturar las instituciones de
educación superior, la inteligencia, para su movimiento político.
Primero. Ante ese mar de universitarios que se expresó el
martes pasado en los dieciocho municipios y que la propia UAS, calcula en más
de 122 mil universitarios en las calles sinaloenses con orden y alegría, sin
ningún asomo, de que estuvieran siendo coaccionadas para asistir a la
movilización -habría que ver como se llega a sea esa cantidad y no a otra.
Alguien me dijo al oído en una movilización anterior es que
“no sabes que a todos les toman lista de asistencia”. Ante esta afirmación que suena
más como dogma, rumor y parte del mal diagnóstico pues la prensa ya tuviera un
caudal de testimonios, grabaciones, circulares que sería fatal para el discurso
de las autoridades universitarias.
Quienes seguimos las marchas del pasado martes no vimos a ese
universitario amenazado, sino a universitarios entusiastas que se les vio con
disciplina, orden y alegría muy a pesar de los rayos inclementes del sol. ¿No
sería bueno que el gobernador revisara su diagnóstico para que evalúe su estrategia
porque con la actual seguirán obteniendo los mismos resultados? Y vendrán
nuevas movilizaciones cada vez que apriete con su estrategia judicial.
Algo no cuadra, pues si bien, no es una generación de
universitarios como la de principios de los ochenta tatuada por la ideología,
tampoco, hay elementos para demostrar que son una bola de borregos que se movilizan
al chasquido de dedos de un director o la amenaza de un funcionario.
Segundo. Entonces, si los movilizados no son ideológicos, ni borregos,
entonces hay algo más que anima y no es lo que están viendo, o quieren ver, en Palacio
de Gobierno del Estado y es que estos universitarios muy probablemente logran
distinguir entre narrativas y, por mero sentido común, se inclinan a favor de
su institución y no al relato gubernamental o mucho menos a las acusaciones que
hace el gobierno del Estado a través de la Fiscalía y resuelve el juez de
control.
O sea, es una lucha que el gobernador tiene pérdida, la
narrativa de la agresión a la autonomía universitaria ya impregnó la conciencia
universitaria. Así, como sucedió en los albores de los ochenta, cuando el
gobernador Antonio Toledo buscó quitar las prepas a la Universidad y todos
salimos a defenderla hasta el triunfo del movimiento.
Tercero, el gobernador, sabe que la debilidad de su relato
“justiciero” y la incapacidad notoria del caballo de Troya de activos y
jubilados porque se mantiene la misma correlación de fuerzas.
La mayoría está atenta de este proceso e intuye que este
pequeño grupo de universitarios son un resorte del gobernador por más que
esgriman argumentos del estado de cosas en la UAS y que, aun logrando el
objetivo, de separar del cargo al rector Madueña Molina, y luego a Robespierre
Lizárraga, el encargado de despacho de rectoría, no podrán hacerlo sin un alto
costo político porque en el imaginario colectivo es una maniobra jurídica
destinada a capturar la institución para los objetivos de la llamada 4T.
Afortunadamente, lo ocurrido esta semana en la UNAM, donde se
relevó institucionalmente al rector Enrique Graue, por Leonardo Lomelí, da, un
aliento de confianza, para sostener el movimiento de defensa de la autonomía
universitaria en todo el país.
Cuarto. El gobernador Rocha Moya si está convencido de democratizar
la educación superior en el estado, y en particular la UAS, tuvo una gran
oportunidad que dejo pasar y lo peor le ganó la soberbia que vino acompañada con
la conquista del poder.
Y ese momento, fue cuando hizo una alianza con el PAS para llegar
a ser gobernador. Era el tiempo perfecto para acordar una transición pactada
para mejorar la vida universitaria.
No se hizo probablemente porque nunca se puso sobre la mesa o
porque se pensó que llegando al poder no tendría obstáculos. Y ya en funciones
menos porque Rocha Moya vio que sus aliados representaban un problema para su
proyecto autocrático y empezó a despedirlos de la administración con Héctor
Melesio Cuén por delante. Ahí se acabó la posibilidad de transitar a un cambio
terso en la UAS. Y lo demás, es historia reciente y curso ad infinitum.
Quinto. Entonces, seguir viendo, a esa gran masa
universitaria entusiasta y cohesionada alrededor de sus liderazgos como manipulados
poco sirve para las intenciones, la narrativa y la estrategia del gobernador;
sirve para cohesionar a los suyos en el relato oficial; sirve como línea para
los fiscales y jueces y medios ad hoc; sirve para justificar sentencias y
medidas cautelares, pero, no sirve para la política.
Y es que, teniendo un
diagnóstico, más preciso, de lo que es la Universidad y lo está detrás de esas
grandes movilizaciones podría haber hecho política de persuasión y acuerdo en
lugar de buscar de construir un movimiento que solo ha servido para atizar una mayor
polarización y, hay que decirlo, debilitar la imagen y el poder del gobernador
de los 623 mil votos.
No la de la UAS, como lo muestra los cientos de fotografías y
audios de los entusiastas que hoy circulan libremente por las redes sociales; y,
Sexto. Habrá quienes, desde el rochismo, y los medios de
comunicación, se pregunten por la corrupción que es parte medular del relato
del gobernador y la respuesta la ha dado el propio López Obrador dejarlo en
manos de jueces independientes de la federación coincidiendo con la UAS.
En definitiva, el gobernador, está metido en su laberinto, y
no se ve como pueda salir sin altos costos políticos porque a cada decisión que
tome en su estrategia de captura de la Universidad para ponerla al servicio de
la 4T se encontrara con esa movilización de adultos y jóvenes entusiastas,
alegres, defendiendo a su institución.
Cabría, ¿un paso atrás, para dar dos pasos adelante, en
beneficio real de la Universidad?
Al tiempo.
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