VOTAR ENTRE BALAS
VOTAR ENTRE BALAS
Ernesto Hernández
Norzagaray
Data Cívica se autodefine como
una asociación civil feminista dedicada a “impulsar el cambio
social, promover y defender los derechos humanos en México además de fortalecer
a la sociedad civil y al periodismo del país y la región. Nuestra agenda,
agrega, se enfoca en luchar contra la violencia de género y feminicida;
defender violaciones a derechos humanos y acompañar la búsqueda de personas
desaparecidas; generar procesos de memoria y verdad; transformar la
transparencia en rendición de cuentas; y reducir la brecha en el uso de datos y
tecnologías”.
Ha publicado recientemente
el informe de “Votar entre Balas” (https://votar-entre-balas.datacivica.org/)
correspondiente al mes de septiembre que no sería más que anecdótico, sino
fuera que es el mes en que se instaló el Consejo General del INE, con lo que
oficialmente el 7 de ese mes inicio el proceso electoral federal 2023-2024 y,
cómo veremos, llegó acompañada de violencia en contra de actores políticos.
El informe de marras
registra como antecedente que durante el gobierno obradorista se han registrado
hasta septiembre “en México 1459 ataques,
asesinatos, atentados y amenazas contra personas que se desempeñan en el ámbito
político, gubernamental o contra instalaciones de gobierno o partidos.
En México, nos dicen, la
violencia electoral se ha convertido en una herramienta del crimen organizado
para influenciar la vida pública de estados y municipios” lo que indica que la
política se ha vuelto una más de un cúmulo de actividades peligrosas y que
representa una amenaza para quienes trabajan en las instituciones electorales,
los partidos políticos y sus candidatos.
Está documentado, que el crimen organizado, ante la contracción e inoperancia
del Estado, tiene cada vez más incentivos e intereses políticos para accionar y
diversificarse. Y es que sus actividades están ancladas en la economía y la
economía genera intereses políticos, especialmente aquellas ligadas al lavado
de dinero y en las coyunturas electorales se han manifestado capturando a los
partidos y actuando en sus procesos internos para la definición de candidaturas
a los cargos de elección popular.
Así, en el inicio de este proceso electoral ya empezó a “calentar” el
ambiente político y están los primeros ataques contra personajes de la vida pública
de varios estados.
Data Cívica y el Programa para el Estudio de la Violencia del CIDE lo
registran bajo el principio de que “no existe la democracia donde impera el
miedo” y, desde el periodismo y la academia, está documentados estos hechos durante
el periodo obradorista: “78.3% de las personas víctimas de este periodo eran
hombres. 10.3%, tenían una candidatura al momento del ataque. 45.7% eran
funcionarias públicas y el 8.1% eran familiares de personas funcionarias o
involucradas en el ámbito político… Veracruz lidera la lista de estados con más
ataques; 10.5 ocurrieron ahí. En la lista continúa Guerrero, Guanajuato y
Oaxaca. Estos cuatro estados representan el 37.4% de los eventos violentos
registrados. Tijuana lidera la lista de municipios con más ataques seguido de
Celaya, Chilpancingo de los bravo y Colima”.
En septiembre pasado nos informa la firma de marras que “desde que
inició el proceso electoral y hasta el 30 de septiembre hemos registrado en
nuestra base de datos 24 eventos de violencia política electoral, de los cuales
10 fueron asesinatos. Justo el 30 de septiembre, dos encuestadores de Morena
fueron asesinados y otro desaparecido en Chiapas por la delincuencia organizada.
Se trataba de personas que estaban realizando una encuesta para saber quién
debía ser la persona candidata para la gubernatura por parte de Morena en el
estado. Esto podría reflejar inconformidad o una intención por parte de la
delincuencia organizada en influir en los resultados sobre quiénes tienen
posibilidades de ser candidatas o candidatos y, eventualmente, ocupar la
gubernatura en Chiapas”.
En definitiva, el crimen organizado está creando contexto especialmente
donde habrá elecciones locales el próximo año especialmente en Chiapas, Guanajuato,
Jalisco, Morelos y Veracruz, estados a los que habría que agregar el incremento
de la violencia cotidiana que han provocado que se vuelvan intransitables.
Lamentablemente, este posicionamiento del crimen organizado no significa una
revisión de la estrategia de seguridad de manera de que los procesos
electorales transiten conforme lo reclamaría una democracia estable y todo ello,
lleva a pensar, que, en 2024, quizá viviremos no sólo las elecciones más
grandes de la historia sino también las de más violencia política.
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