LA ESTRATEGIA NARANJA
LA ESTRATEGIA NARANJA
Ernesto Hernández
Norzagaray
Si es el externo Marcelo Ebrard o
el interno Samuel García, el candidato presidencial del partido Movimiento
Ciudadano las últimas encuestas de intención de voto, no le dan a ninguno de las
dos posibilidades de alcanzar la silla presidencial.
Entonces ¿qué busca Dante Delgado
cuando anuncia que el partido naranja tiene dos buenos candidatos para esa
candidatura? ¿habrán de competir entre ellos para ver donde están las simpatías
de los emecistas y en función de eso, decidir quién de los dos, será finalmente
su candidato presidencial? y, en ese posible desenlace, ¿vale la pena que
Samuel García se haya separado del cargo de gobernador de Nuevo León negando
sus declaraciones de que cumpliría los seis años en el cargo y “luego ya vería
lo siguiente”?
Desgranando la estrategia primero
que nada hay que decir que las estrategias partidarias son consustanciales a la
política como también las coaliciones. Cada uno de los partidos hace sus
cálculos de cómo puede obtener más, con lo que tiene y los dirigentes de MC,
están en eso, aunque con cierto retraso, frente a las coaliciones electorales tradicionales
con candidatas y están recorriendo el país con mayor o menor éxito. La
aparición de la llamada tercera vía electoral implosiona en el vértice de las
coaliciones con dos posibles candidatos atractivos para el sector de los
indecisos que debe estar entre un 30 y un 40 por ciento.
Además, aparecen como una opción
fresca cuando las “campañas internas” están pasando por un momento de inflexión
y el caso más patente, de esta semana, es la soledad que acompañó a Claudia
Sheinbaum en el Estadio Azul donde fue notorio que no es ahí “lo de Morena no
son los lugares cerrados, sino las plazas públicas” -Mario Delgado, dixit.
Y, aunque una golondrina no hace
un verano, lo cierto es que podría estar en crisis la estrategia obradorista de
que “madrugando amanece más temprano” cómo también la lenta, parsimoniosa campaña
de Xóchilt Gálvez sigue trasmitiendo la idea de que la unidad interna no está en
su mejor momento.
En fin, en estas circunstancias,
aparece la estrategia disruptiva de MC que le pone sal al juego sucesorio,
¿quién de Ebrard o García será el candidato final?
Ebrard sufre los efectos de no
haber tenido un plan B consistente a la mano -o, si lo tenía en MC, se le cayó-
cuando decide iniciar la cruzada jurídica en contra de la elección interna de
Morena, es, más, fue un error estratégico porque iba en contra del calendario
electoral ya que como vemos sigue, ahora, innecesariamente, como activo de Morena
sin ninguna posibilidad de éxito y con el repudio del grueso de sus
correligionarios.
García, en cambio, si bien,
tendrá que pagar un costo político, por la separación temporal del cargo de
gobernador de hecho ya pagó el primer abono con el revés que le dio la
oposición del Congreso del Estado de Nuevo León al no aceptarle a Javier
Navarro, secretario de gobierno para el interinato y nombró a José Arturo
Salinas, presidente del Tribunal Superior de Justicia, que está más en el ánimo
de la mayoría legislativa.
Sin embargo, a todas luces, tiene
el apoyo de la militancia naranja que lo ve como uno de los suyos y están
convencidos de que puede, pasando la bruma mediática de la separación, redituar
beneficios electorales sobre todo, en lo que a mi juicio es el principal
objetivo político, que es ampliar la presencia del partido en el Congreso de la
Unión y, en la medida de lo posible, en otros estados especialmente del centro y
norte del territorio nacional donde las capas de clase media son más amplias.
Lo real es que solo uno de ellos
será el candidato presidencial emecista y se verá el método para decidirlo, y ahí
Ebrard, está en desventaja, no es su terreno, por lo que la lleva de perder en
una elección interna, no obstante, podrían ofrecerle que se haga cargo de la
fracción de MC en el Senado de la República. Que preguntaran los obradoristas ¿para
que tanto brinco, estando el piso tan parejo, cuando era la posición que
naturalmente le tocaba por ser el segundo más votado en la interna de Morena?
Ahora bien, viendo el asunto en términos
de competencia por los votos presidenciales cabe la pregunta sobre una tercera candidatura
presidencial ¿a cuál de las dos coaliciones favorece o perjudica? ¿a cuál de
ellas le resta votos una u otra candidatura?
El mercado electoral es principalmente
de clase media, ese 40-50 por ciento de la población, y suponemos que, de la
lista nominal de electores, Morena trae en promedio una intención de voto
cercana al 35-40 por ciento, con un claro énfasis en los sectores populares,
solo que no son 40 millones de los casi 100 millones de mexicanos con
credencial para votar sino atendiendo a los anteriores niveles de participación
podrían votar 60 por ciento de la lista nominal que proporcionalmente es el 40 de
ese 60 por ciento del total que hipotéticamente asistiría a las urnas.
Algo así, como 24 millones de votos
para Morena. Pero, quedan aproximadamente 36 millones de electores que quizá
nunca votarían por Morena y sus aliados. Que sería la rebanada que se
disputarían Xóchilt Gálvez y, quien sea el candidato de MC y, eso, va a
depender mucho de las campañas que realicen ambos candidatos.
Los partidos que integran el
Frente por México (FAM) en la elección federal de 2021 obtuvieron alrededor de
20 millones de votos -contra 23 de Morena y aliados, más 3 de MC- la lógica nos diría que está claro hacia
donde se esta cargando la balanza y que el FAM está llamado a seguir ocupando
el segundo lugar en las preferencias pero, la pregunta cuánto podría crecer quien
finalmente sea el candidato de MC, que seguramente no se quedaría en los 3
millones que obtuvo en la pasada elección federal sino algo más que es lo que
necesita el FAM para hacerse de la Presidencia y tomara de las coaliciones.
Y la pregunta que se desprende es
¿a cuál de las dos grandes coaliciones le pegaría más esta tercera opción?
Siguiendo nuestra lógica, MC va sobre todo por el votante de la clase media y
es el mercado natural del FAM y, menos el de Morena y a sus aliados, que han
perdido en forma importante a este electorado y es probable, que se acentuara
en la elección de 2024, por malas decisiones que se han tomado en Palacio
Nacional como lo estamos viendo con los trabajadores del Poder Judicial que
seguramente no votaran por la coalición “Juntos hacemos historia”.
En definitiva, la estrategia del
partido naranja quizá tiene claro que el objetivo electoral no es ganar la
presidencia de la República sino ampliar su presencia en el Congreso de la Unión
y eso, no está mal visto por el presidente López Obrador quien quiere la
continuidad de su proyecto transexenal y prefiere negociar con los dirigentes del
partido naranja que con los del Frente por México.
Aunque en esto, no hay nada
definitivo, apenas empieza y el electorado está expectante de la circunstancia
nacional y estos movimientos estratégicos.
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