NARCO, EL JUGADOR POR VENCER
NARCO, EL JUGADOR POR VENCER
Ernesto Hernández
Norzagaray
Las encuestas de intención de
voto presidencial están centradas probablemente en un 90 por ciento en ver
quien va a adelante: Claudia Sheinbaum, la virtual candidata de la coalición
“Juntos hacemos historia” o Xóchilt Gálvez, quien enarbola las banderas de los
partidos aglutinados alrededor de la coalición “Frente Amplio por México”.
Y en esa lógica, cada una de
ellas, busca todos los días por medios convencionales ganar simpatías e
instalarse en el imaginario como la virtual ganadora de una contienda que
ocurrirá la próxima primavera, o sea, dentro de nueve meses, qué es mucho tiempo
por delante y la política democrática, ya sabemos, es veleidosa, especialmente en
regiones capturadas por el crimen organizado.
Justo ese actor es el que se
perfila como el enemigo a vencer pues, aunque, no es un actor convencional de
la lucha electoral, está en campaña y, como solo sabe hacerlo, a través de la
violencia en sus diversas manifestaciones.
Y es que la captura llana de
amplios segmentos del territorio nacional permite constatar que podría tener un
desenlace en términos electorales, como sucedió en 2021 o mucho antes, esa
captura podría repetirse en control de los votantes y, por lo tanto, provocar
unos resultados con sus ganadores y perdedores.
Hasta ahora nada lleva a suponer
que no vaya a intervenir cuando los incentivos para hacerlo cada vez son
mayores.
Hay, que recordar, el crimen
organizado, esta más allá de la imagen del sicariato que estamos acostumbrados
a ver en el programa de noticias de Azucena Uresti y es que es algo más
complejo que alcanza las economías de escala en la mayoría de los estados de la
federación.
Entonces, las acciones del crimen
organizado están destinados a generar mayor poder a los cárteles y resguardar
la economía negra, el lavado de dinero, que se filtra diariamente en la
economía formal.
El problema de fondo es que la
economía genera intereses políticos y es cuando, los personeros de los cárteles
buscan infiltrarse en los procesos electorales desde la fase de definición de
los candidatos hasta convertirlos en ganadores de las contiendas por los votos.
Entonces, están invirtiendo parte
de su capacidad de violencia y siempre buscaran obtener un mayor beneficio en
la representación y hasta en la integración de los gabinetes de los tres
niveles de gobierno. Y, así, quien controla está economía armada tiene
capacidad para influir en la política institucional.
Luego, lo que tenemos es que la
disputa de Claudia y Xóchilt esta mediado por este tercero en discordia que
tiene razones poderosas (ilegitimas) para buscar influir en las elecciones
federales y locales. Y en eso están.
Ese es el rasgo distintivo de lo
que se perfila en las llamadas narcocracias que tienen en los personajes del
crimen organizado un actor protagónico que, al menos, intenta ser decisivo en
la escala política y burocrática por interés propio o por la simple prestación
de servicios directos.
Cuando eso ocurre en México, o en
cualquier otro país, lo que son las rutinas electorales están a expensas de las
acciones que este actor de las sombras impone a la clase política y a la
sociedad civil.
Lo hemos visto en muchos estados de
la federación como los partidos políticos cuando llevan a cabo sus procesos
internos, sus campañas y la operación electoral el día de la jornada electoral,
aquello que debería ser parte de la normalidad democrática es socavada
brutalmente asesinando, golpeando, ahuyentando o secuestrando a quienes aspiran
a un cargo y no son vistos con buenos ojos por el cártel del estado o la
región.
Esto, que es una anomalía en democracia,
está detrás de ese espectáculo dantesco que vemos todos los días en cualquier
lugar del país con mayor o menor brutalidad y que no pocos lo miran con la simpleza
de que es “cosa de narcos” lo no permite ver el trasfondo de sus ramificaciones
en la política electoral.
Y, cuando vemos su dimensión, que
en términos de números de este sexenio alcanza ya cerca de los 170 mil
homicidios dolosos y 35 mil desapariciones forzadas hace empequeñecer la figura
de las dos, o más, aspirantes a la presidencia de la República.
Si por que estos grupos, tienen mayor
visibilidad y el don de la ubicuidad, ya que se les ha dejado crecer cuando en
condiciones de normalidad lo racional sería que el espacio público sea
escenario del juego democrático.
Pero, no, quienes alcanzan la
mayor visibilidad, los mejores tiempos en los medios, son lamentablemente los
actores de la anti política que transitan libremente en vehículos pertrechados
militarmente por avenidas, calles y caminos y ostentando todo su poder de
reacción.
Entonces, la atención del
ciudadano está de ese lado y las declaraciones de las candidatas presidenciales
no llegan a tener impacto porque son absolutamente ausentes de esta realidad a
la que todos ven de reojo.
En México, estamos en la antesala
de las elecciones presidenciales de más alto riesgo, porque no está solo en
juego la presidencia de la Republica o el Congreso de la Unión, sino quien va a
terminar ganando está contienda si los candidatos convencionales o los del
crimen organizado que ya sabemos lo que significará para el país. O, peor, al
final del juego cómo quedará armado el país y que actores estarán tomando decisiones
para los próximo seis años.
Usted ciudadano cruce sus
apuestas y se dará cuenta de quienes tienen mayores posibilidades de salir
avante. Basta ver los acontecimientos violentos de todos los días para darnos
cuenta rápidamente que de continuar la conquista del territorio sin políticas eficaces
de contención al crimen organizado podrían ser previsibles los resultados electorales
del próximo año.
En definitiva, los aires que
corren no son los del mejoramiento democrático, sino de un sui generis
autoritarismo del crimen que asola ya a buena parte del país y está provocando
como nunca desplazamientos de población hacia las zonas urbanas o la frontera
norte buscando resguardarse del peligro.
Que alguien avise que lo que hoy
no se haga en materia de contención terminará impactando en el resultado de las
llamadas elecciones más grandes de la historia de nuestro país.
Al tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario