EL AURA DE UN FESTEJO DE FUNDACIÓN
EL AURA DE UN FESTEJO DE FUNDACIÓN
Ernesto Hernández
Norzagaray
El viernes pasado, cuando Culiacán
cumplía sus 492 años de existencia, la noticia principal en algunos medios no
era el programa cultural que el gobierno municipal había organizado para que
los culichis se volcaran a las calles sino el asalto de un comando armado a una
clínica para asesinar a cuatro personas, entre ellas, a un médico.
Hace buen tiempo, y eso es
importante destacarlo, Culiacán no era escenario de crímenes de alto impacto
mediático, eso, sí, vive cotidianamente, esa violencia a cuentagotas que tiene
toda ciudad mediana del país.
Había control o quizá acuerdo tácito,
de que a la Ciudad debería cuidarse, no calentarla, para evitar, trasmitir la
imagen de un lugar inseguro y peligroso.
O sea, el hecho criminal ya empañó
el festejo de la fundación de la Perla del Humaya.
Se inscribe en la violencia que
recorre el país desde Comalapa, Chiapas, la zona metropolitana de Monterrey, la
periférica de Zacatecas hasta cualquier otra que sufre los embates de los
distintos grupos del crimen organizado.
Ya las autoridades deberán
investigar y decirnos a los sinaloenses que fue lo que terminó acabando con la
calma chicha que existía y pronosticaba, aun con el terrible calor, un festejo
espectacular donde no faltarían los juegos pirotécnicos.
Algo ocurrió en el submundo del
crimen organizado no es suficiente el relato del “ajuste de cuentas”.
Unos días antes, la violencia
criminal estaba instalada en el sur, en la parte alta del municipio de Rosario,
donde existe, nos dicen, una disputa por el control de la zona.
Se apagó mediáticamente esa confrontación
y reaparece la violencia en la capital del Estado, en el centro de Culiacán, no
hay que conjeturar entre ambos eventos, pero, tampoco, podemos minimizarlo como
algo circunstancial, irrelevante o pasajero.
En el país es evidente que los
distintos cárteles están decididos a seguir capturando territorios que
frecuentemente están ocupados y eso, desata guerras constantes, cómo me lo dijo
no hace mucho tiempo Adela Navarro, la directora de Zeta, “la diferencia entre
Baja California y Sinaloa es que mi estado tiene tres cárteles mientras el tuyo
sólo uno”.
Y, eso, provoca preguntas ipso
facto ¿lo ocurrido en Rosario y Culiacán tiene que ver con la incursión de
un nuevo cártel en Sinaloa? ¿hay una fractura irreconciliable dentro del Cártel
de Sinaloa? ¿es la reacción tardía de la fracción de los “menores” que esperó
hasta el último momento que a Ovidio Guzmán no se le extraditara hacia una prisión
en los Estados Unidos?...
No hay respuesta a ninguna de
ellas por el momento, y quizá nunca lo haya, lo que hay es lo que publica estos
días la prensa libre entre ellas Riodoce que manda señales de que algo se está
moviendo en el estado y eso, no es una buena noticia y menos en estos momentos
festivos.
Ya lo vivimos en 2021 cuando
ocurrieron las elecciones concurrentes y el norte del estado fue escenario de
confrontación entre dos cárteles y costó la vida de dos militantes de Morena
-uno de ellos incluso había sido candidato a diputado local- lo que ensombreció
el proceso de constitución de gobierno.
Y, ahora, eso no está en juego o,
mejor, está relativamente lejos, cómo para pensar que no pudiera tener un
efecto político en 2024.
Es conocido, y la evidencia viene
de lejos, que la violencia se ha transformado en un arma para poner dirección a
los procesos políticos diciendo a través de las balas quienes si y, quienes no,
pueden jugar en la arena política.
Se que alguien podría responder
que es prematuro hablar de este tipo de estrategias criminales, sin embargo, el
tiempo dirá si es excesivo haberlo dicho a 9 meses de las “elecciones más
grandes de la historia”, cómo lo repiten insistentemente los propagandistas del
INE.
Y en esto, quizá la imaginación,
nos lleva a reconocer hasta aspectos de gran carga simbólica, la extradición de
Ovidio Guzmán fue el 16 de septiembre día en que el gobierno y los mexicanos,
dentro y fuera del país, festejamos la independencia y la soberanía nacional y nos
llenamos de orgullo y gritamos airadamente ¡Viva México!, sin embargo, queda la
pregunta porque la extradición ese día y no otro; y lo mismo, pudiera estar
detrás, de que los crímenes recientes de Culiacán -esperamos equivocarnos y sean
aislados- se den justo en la víspera de los festejos sobre la fundación de la
capital de estado.
Algo no parece cuadrar.
Al tiempo.
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