RUIDO Y EL DILEMA DEL PRISIONERO

 RUIDO Y EL DILEMA DEL PRISIONERO

 

Ernesto Hernández Norzagaray

 

Los hechos. El pasado fin de semana se levantó la segunda encuesta domiciliaria del Frente Amplio por México y, el resultado fue 57.8% a favor de Xóchilt Gálvez, contra 42.2% de Beatriz Paredes.

En la primera encuesta domiciliaria y telefónica recogida entre el 11 y 14 de agosto el resultado fue 38.3% contra 26%, respectivamente -y en un tercer lugar quedó Santiago Creel con 20%- no obstante, algunos observadores, dieron por sentadas las posibilidades de Paredes porque detrás de ella estaba el PRI con su estructura y la convicción de que podría remontar la diferencia en la consulta a dos aspirantes.

Sin embargo, no ocurrió, sino por el contrario, Xóchilt superó sus expectativas con 15 puntos de diferencia y, claro, faltaba la consulta directa a la población registrada en la plataforma del Frente en los 300 distritos electorales del país que representaba el otro 50% o sea, que Beatriz Paredes para sólo emparejar debería obtener el 65% lo que estaba en chino lograrlo.

Con estos resultados ¿hacía falta llegar hasta el final de la ruta trazada por los partidos del Frente o, ante los riesgos de interferencias no deseadas, se daba por terminado el proceso de consulta?

Desde el punto de vista de la legitimidad democrática era indispensable concluir el proceso instalando las casillas que habrían de recoger la opinión de los ciudadanos.

Y eso, al no suceder, podría tener un costo político, por la aparición abrupta de Alejandro Moreno en la escena brindando el apoyo de la dirigencia del PRI a Xóchilt Gálvez: Es el tiempo, dijo, de cerrar filas y buscar lo que más le convenga al Frente Amplio por México... Somos inteligentes y claros, cuando hay ventajas claras hay que ir con la alternativa más competitiva”. 

Y es el momento donde empieza el ruido. Cuando el presidente López Obrador sale con una sonrisa en los labios a decir: “se los dije desde que la decisión estaba tomada a favor de Xóchilt Gálvez” y, cuando, en un sector de la comentocracia se habló de traición a los ciudadanos que se registraron para participar en la consulta prevista para el próximo domingo y en directo cuando Beatriz Paredes dijo que estaba dispuesta a llegar hasta el final de la contienda interna, y expresó una inteligente metáfora: “me gusta la música ¿pero si no tengo músicos”?

Y de ahí para el real, se multiplicaron las voces y las críticas bien y mal intencionadas. Yo mismo pienso que se alteró innecesariamente el proceso de selección de la candidata a “coordinadora” del Frente Amplio por México. Hubiera sido ejemplar que terminado el proceso Beatriz le levantara la mano a Xóchilt. Sería una de las grandes fotografías de esta contienda presidencial.

Sin embargo, no ocurrió, porque al menos se impuso el cálculo político cuando el PRD y luego el PRI, se pronunciaron a favor de Xóchilt, no queriendo arriesgar nada en la siguiente fase de la definición. Se adelantaron atropellando el proceso. Y es que, estamos ante políticos pragmáticos y, en alguna forma, ante ciudadanos, que actúan no lejos de ese pragmatismo sobre todo aquel sector inconforme con las decisiones políticas del grupo gobernante.

Claro, no es todo, es una mínima parte de la lista nominal de los cerca de cien millones de ciudadanos con credencial para votar. Y ya el Frente, en unos días, tendrá su “coordinador nacional” que en noviembre se convertirá en el candidato presidencial.

O sea, terminó con el menor costo, rebasando el tiempo del proceso de Morena que todavía no concluye y no está ausente de abolladuras, incluso, de una eventual judicialización.

Vendrá, claro, ahora la actuación del INE y el TEPJF, ante los recursos interpuestos por terceros interesados ya que, sin duda alguna, al iniciar este proceso anticipadamente y haciendo despliegue de espectaculares y utilitarios se rompió el principio de equidad en la competencia.

Y ya veremos, de que están hechos los consejeros y magistrados electorales, si se atreverán a imponer sanciones y, si se atreven, de que calibre serán estas en contra de quienes podrían ser las opciones en la elección presidencial de 2024.

Habrá que esperar para ver como Morena resuelve lo que amenaza ser una consulta domiciliaría difícil que representa el 70 por ciento del total de la decisión. Y digo, difícil, porque cada visita está prevista que la hagan al menos ocho-diez personas -seis de ellos representantes de cada una de las “corcholatas”- y eso, podría provocar rechazos ciudadanos al sentirse invadidos.

Escuchando a Mario Delgado, el dirigente nacional de Morena en una entrevista concedida a la periodista Azucena Uresti el miércoles pasado, el instrumento de consulta no es nada sencillo tiene muchos candados producto de la desconfianza interna.

Sin embargo, ahí no está la inequidad, sino en lo que se hizo antes y durante el proceso de promoción nacional. En los apoyos del presidente López Obrador a Claudia Sheinbaum, en los miles de espectaculares y bardas con las imágenes de Claudia, Marcelo y Adán Augusto, en la operación desde la secretaria del Bienestar y los gobiernos de los estados…

O sea, lo que viene es una formalidad, y el gran elector, con lo que tiene a la vista tendrá que hacer la valoración de quien le garantiza el triunfo y la lealtad una vez ungido eventualmente como presidente de México.

Estaremos, entonces, ante una singular competencia por un lado entre quienes terminen siendo las candidatas o candidatos y los dirigentes del Frente y el presidente López Obrador, incluso, los poderes fácticos expresados en los dos bloques.

La gran incógnita será el comportamiento de la mayoría ciudadana no adscrita a ninguno de ellos. ¿Saldrá a votar y manifestar su sentir a favor o en contra de una u otra opción? o ¿valorará su participación en clave de incentivos para hacerlo?

Lo peor que puede suceder es que esa mayoría silenciosa se ubique en el dilema del prisionero (Albert Tucker, dixit) valorando en clave de costos su participación en una sociedad que seguramente será más insegura cuando llegue el día de la elección y, es que si sucede lo mismo que ocurrió en la elección concurrente intermedia de 2021, cuando los grupos criminales se metieron al proceso de selección de candidatos, las campañas y operaron el día de la jornada electoral intimidando a franjas de ciudadanos muchos habrán de pensarla o los más convencidos de un cambio será un incentivo para participar.

Ahí, está ese otro gran elector vigoroso, que todos los días hace acto de presencia ante el pasmo de los integrantes del sistema de seguridad nacional. Y eso, nadie lo está viendo o lo ve como ajeno, porque estamos como sociedad política técnicamente en el limbo de una elección convencional de dos grandes bloques pero está en el subsuelo de una política contaminada de crimen. Al tiempo.

 

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