LA VIOLENCIA COMO ESTRATEGIA POLÍTICA
LA VIOLENCIA COMO ESTRATEGIA POLÍTICA
Ernesto Hernández
Norzagaray
Los acontecimientos de esta
semana en Frontera Comalapa donde llegan vehículos pertrechados y conducidos
presuntamente por miembros del Cártel de Sinaloa que van a “recuperar”
la plaza y echar de la región a miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación,
los cuerpos descuartizados colocados en distintos lugares de la zona
metropolitana de Monterrey y la muerte de seis jóvenes en Zacatecas, más lo que
se acumule en los próximos días, semanas, meses, da para pensar que ese
acumulado busca tener o, simplemente, tendrá un efecto en los comicios que celebraremos
la próxima primavera.
En 2010, me tocó coordinar un grupo
de académicos de siete universidades públicas, para analizar los procesos
electorales en otro tanto número de estados. El resultado fue un libro testimonial
y analítico que lleva por título Elecciones en tiempos de guerra
publicado bajo el sello editorial de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Los hallazgos nos llevaron a
reconocer que la violencia si tiene efectos directos en la participación ciudadana
y los resultados electorales. Más, recientemente, lo reafirma un libro de mi autoría
por publicarse nuevamente por la UAS bajo el título: El dilema del
prisionero en las elecciones sinaloenses de 2021. Sea por el entorno, la atmosfera
de selección de candidatos, las campañas por el voto y las estrategias de inhibición
y movilización el día de la jornada electoral.
Estamos a las puertas de las
elecciones “más grandes de la historia de México” donde estarán en juego más de
20 mil cargos de los tres niveles de gobierno. Esta frase olímpica y recurrente
cada tres o seis años es producto de dos procesos: Uno, que tiene que ver con
la concurrencia de elecciones y el otro, con la organización y el incremento
natural de la lista nominal de electores.
Sin embargo, igual podemos hipotetizar
que en cuanto estamos inmersos en una vorágine de violencia, sin mucho riesgo
al equivoco, que podría ser la elección más violenta en la historia política de
nuestro país.
Llegamos al inicio del proceso
electoral 2023-2034 con una atmosfera terrible y un acumulado en los cinco años
de este sexenio que ronda ya en los 170 mil homicidios dolosos y cerca de las 35
mil desapariciones forzadas y, nada, parece indicar, que la situación pueda
revertirse si no, por el contrario, hay más indicios, que muestran un alza
acelerada en los 32 estados.
Esto nos permite suponer que la
sintonía de violencia de los distintos cárteles lo hacen en clave de mensaje de
que son ellos los que tienen el dominio y si sienten que lo tienen, no están
dispuestos a perderlo, por el contrario, quieren conservarlo y, eventualmente,
incrementarlo.
Y esto, sólo es posible, atacando
sistemáticamente de manera que ante un virtual vacío institucional los cárteles
sean los referentes inmediatos para segmentos de la población, cómo lo acabamos
de saber que es un gran generador de empleo y ver en la comunidad chiapaneca de
Comalapa que nos permite suponer el soporte de unas elecciones extremadamente
violentas.
Primero, porque los cárteles con gran
armamento han logrado empoderarse con mayor proactividad que el sistema de
seguridad del Estado lo que se expresa en la captura de territorios, pero,
también, frecuentemente, por el escaso respeto que le tienen a las fuerzas de
seguridad del Estado;
Segundo, desde la llamada “guerra
contra el narco” calderonista los cárteles se han multiplicado producto de
desprendimiento de las grandes organizaciones y la diversificación y/o especialización
de manera que se han vuelto muy poderosos financieramente mediante el lavado de
dinero sucio han venido fortaleciendo su presencia en el mundo empresarial al
grado que podríamos decir que no hay actividad económica que no la hayan
contagiado;
Tercero, no es una hipótesis,
sino una realidad que al tener un creciente poder económico llegan a tener
naturalmente interés político y se expresa en cada uno de los momentos de los
procesos electorales para, frecuentemente, influir en quien será gobernador,
alcalde o diputado o, quien, al menos, no es un obstáculo para su seguridad y
ambiciones;
Cuarto, cómo hay un interés en
las elecciones, llegan a tener a candidatos para las administraciones públicas
y en los cargos de representación política; y,
Quinto, con una clase política
pasmada, que está en otra cosa, aunque diga que le preocupa lo que acontece en
Comalapa, Monterrey…
Esto es lo que algunos llaman
“Estado fallido”, es decir, Estados incapaces de cumplir y hacer cumplir lo que
mandata la Constitución y las leyes que de ella emanan.
Claro, esta dinámica de captura
de la política y las instituciones no es homogénea hasta ahora, cómo tampoco no
todos los cárteles, tienen el mismo poder, sino hay de instituciones y cárteles
a cárteles.
Pero, lo que es una realidad, es
que tenemos una sintonía y un constante estallido de violencia con una secuela
de muertes impresionante.
Y se preguntaran algunos ¿y eso
como impacta en las elecciones que celebraremos el año venidero? El libro
mencionado y las elecciones estatales de 2021 nos permite ver por los
resultados obtenidos -independientemente de la coalición o partido ganador- que
distintos cárteles tenían especial interés de que sus “candidatos” lograran
triunfos en los estados de fronterizos y costeros del Pacífico.
Y ahí tenemos, los triunfos
“coincidentes” de Morena en Baja California y Tamaulipas y desde Oaxaca hasta
la península bajacaliforniana con excepción de Jalisco donde MC refrendó su
influencia, pero Morena, gobierna Puerto Vallarta.
Entonces, si en aquellas
elecciones parciales el interés fue superlativo y tuvo un alto costo en vidas, como
la organización Etellekt Consultores demostró en su Primer informe de violencia
política en México 2021 registrando un total de “238 agresiones
contra personas políticas con un saldo de 218 víctimas de diversos delitos, de
las cuales 166 eran hombres y 52 mujeres. De las 218 víctimas, 61 personas
políticas fueron asesinadas (53 hombres y 8 mujeres), 18 de ellas aspiraban a
puestos de elección” (https://www.etellekt.com/informe-de-violencia-politica-en-mexico-2021-M20-etellekt.html), es muy
probable que se repita en elecciones generales y concurrentes.
En definitiva, cualquiera
esperaría, especialmente en aquellos estados donde es más recurrente la violencia,
que hubiera acciones preventivas ostensibles para evitar que la experiencia
trágica se repita en 2024 y, más cuando estará en juego la presidencia de la
República, sin embargo, no parece haber una estrategia de contención y los
cárteles están a su aire y eso, no es una buena noticia para la salud de la República.
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