ACADEMIA Y AÑORANZA DE LA VIEJA FACIMAR
ACADEMIA Y AÑORANZA DE LA VIEJA FACIMAR
Ernesto Hernández
Norzagaray
Leí de un tirón el libro
testimonial “Entre la academia y la insurgencia, 1970-1980”, del biólogo
pesquero Ramón Enrique Morán Angulo, mejor conocido entre los universitarios como
El Monky, un académico al que le debemos también unas buenas columnas periodísticas.
El texto de Morán Angulo es un
texto entrañable porque a lo largo de sus 409 páginas el lector va descubriendo
una serie de pasajes y personajes, la mayoría fallecidos, que fundaron la hoy
Facultad de Ciencias del Mar (Facimar) de la Universidad Autónoma de Sinaloa y,
que, entre 1970 y 1980, varios ellos fueron catalizadores del ambiente político
e ideológico que dominaba la vida de varias universidades públicas del país.
Entonces, no es un libro más
sobre la UAS, es un documento, resultado de una investigación de archivo, periodístico
y que tiene mucho de testimonial sobre una etapa convulsa por una fuerte
ideologización de izquierda.
Animados por la matanza de
estudiantes de 1968 y del Jueves de Corpus de 1971, que llevaron a muchos universitarios
a formar o integrarse a organizaciones guerrilleras y tomar las armas y luchar en
contra del autoritarismo que se vivía en el país.
Por las aulas y laboratorios de
la ECM, nos da a conocer el autor, con cierta fascinación que pasaron
militantes o colaboradores de organizaciones armadas que proliferaron por el
país durante esa década.
Incluso, el énfasis de este largo
relato está puesto en la “militancia” y quizá ahí está su mayor debilidad, y es
que la academia la reduce solo a algunos pasajes y el buen nivel que tenían varios
de sus profesores e investigadores.
O sea, faltaría una segunda parte,
donde el autor haga ese mismo balance sobre lo que pasaba en el aula, en los
laboratorios y las prácticas de campo. Cómo se transformaba la esencia académica
en una praxis revolucionaría.
Y es que esa es la esencia de la
Universidad, aunque habrá quienes piensen que es lo político, y sabemos por lo
escrito -con cierto morbo- a qué organizaciones clandestinas pertenecían
principalmente sus profesores, pero, no, a cuáles corrientes académicas en el
campo de las llamadas ciencias del mar.
En el texto, hay estudiantes emblemáticos,
por su militancia ideológica que los llevó lamentablemente a la muerte como fue
el caso del infortunado Froilán Rendón, quien, con sus 21 años, cayó muerto en Culiacán,
en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad del Estado y a quien se le
rinde un amplio tributo.
El texto se convierte entonces en
una suerte de homenaje a los caídos y queda pendiente una reflexión seria, sin
concesiones, de lo sucedido en los años setenta y es que de esa etapa lo menos
que se dijo desde la izquierda es que había devenido en un aventurerismo político
recogiendo la expresión de Lenin y, que lo entendió muy bien Lucio Cabañas, cuando
rechazó a los miembros de la Liga 23S que llegaron hasta la montaña guerrerense
para fusionar organizaciones.
Es decir, hay una generación de uaseños,
la mayoría hoy jubilados, que viven irremediablemente de la nostalgia y así van
hasta el final de sus vidas. Brindan culto a la izquierda radical que iba a hacer
la revolución y construir el socialismo en nuestro país. A sus personajes, mitos
y símbolos de lucha. Sin hacer un alto en el camino, para ver la ideologización,
apresuramientos, errores, traiciones, crímenes.
Son, por supuesto, todos ellos militantes,
simpatizantes y/o votantes morenistas, que han hecho de las redes sociales su
trinchera donde de vez, en vez, siguen cultivando ese mundo idealizado. No les
cae el veinte de aquel pasaje de la canción Con la frente marchita de
Joaquín Sabina: No hay
nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.
Y por eso, quizá, la mayoría de ellos se sube al último vagón
del tren que conduce el populista Andrés Manuel López Obrador. Hubiera sido
incómodo preguntar en la presentación del libro de marras ¿Qué pensarían Nacho
del Valle o Jesús El Flaco Simental del gobierno de Andrés Manuel y su 4T? ¿dónde
militarían los más críticos comunistas, los exLC23S, maoístas o de la llamada
izquierda revolucionaria que confluyeron en la Facimar?
O, mejor, ¿Qué pasa con los nostálgicos que siempre aparecen
en estas presentaciones incluso llegan a ser presentadores donde dan rienda
suelta a sus vacíos e insatisfacciones políticas viendo pasar por conveniencia
la construcción de un cesarismo doméstico al que aplauden y se acomodan para
obtener beneficios?
Pero, cómo no, si ahí está la realización de su dogma, su
confort, su utopía frente al televisor. O sea, su concepto de revolución, que terminó
transformada en una autocracia populista y con los años se les acabó el filo y
ahora, buscan en aquel pasado heroico, en sus personajes que vivieron la cárcel,
el exilio, la muerte, un asidero para seguir añorando lo que “nunca jamás sucedió”.
En definitiva, el texto del Monky, tiene trabajo y pasión de
años y está escrito en buena prosa, sin embargo, la gran debilidad radica en la
idealización de aquellos años que impide sacar experiencias para ver con espíritu
crítico el presente y, por eso, vemos los sellos editoriales que delata el
financiamiento de la obra.
Y, por último, ¿Por qué en la presentación ninguna palabra a
favor de la ECM, que hoy está en lucha por la continuación de los nuevos
edificios sin respuesta de la autoridad?
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