MARCELO, QUEMAR LAS NAVES
MARCELO, QUEMAR LAS NAVES
Ernesto Hernández Norzagaray
“Nunca habíamos visto tanto acarreo como estamos viendo ahorita,
no habíamos visto tanta paga de encuestas falsas, no había visto tanto una
campaña negra incluso contra mi familia”, afirmó Marcelo Ebrard ante un público
que aplaudió su declaración anunciada el martes pasado.
Esto ocurre en la fase final del recorrido que hacen por el país
los seis aspirantes a la Coordinación Nacional de Defensa de la Cuarta
Transformación y a estar a solo a unos días de que se hagan los estudios
demoscópicos para saber quien alcanzará la nominación que será finalmente la
candidatura de Morena a la Presidencia de la República.
Se habló además de una reunión en Palacio Nacional donde el
presidente López Obrador se sentaría con las “corcholatas” para discutir
cambios a la estrategia seguramente por el avance de la oposición y, especialmente,
de Xóchilt Gálvez, que es la aspirante que se perfila como la candidata presidencial
del Frente Amplio por México.
Estos ajustes a la estrategia no son extraordinarios ocurren en
todas las campañas electorales y el problema, si lo hay, no se encuentra ahí,
sino en algo más doméstico que es la unidad interna de Morena.
Las expresiones vertidas por Marcelo Ebrard el pasado martes son
como mínimo de desagrado con la línea que baja desde Palacio Nacional para
“acarrear”, “pagar encuestas falsas” y echar andar una “campaña negra incluso
contra mi familia”. O al menos, así parece.
Entonces, habría que preguntarse más allá de la declaración
misma de Ebrard que efecto tendrán sus palabras en la interna de Morena si como
vemos, y dice el excanciller, los dados están, estuvieron, siempre, cargados a
favor de Claudia Sheinbaum, lo que llamaría a parar su campaña y no participar
de esto que muchos vieron desde el principio como una simulación con cartas
marcadas.
Pero Ebrard es cuidadoso y no llega a tanto, se concreta a
denunciar la falta de equidad en la competencia interna, secundado meridianamente
por Ricardo Monreal, y eso abre un compás, para, provocar, una negociación de
lo que le interesa a Ebrard en caso de que termine por aceptar este juego
malicioso que sólo no vio Marcelo y, ahora, está haciendo un cálculo y una
jugada estratégica en una situación desventajosa buscando sacar el mayor
provecho posible.
Y es que a Marcelo Ebrard todas las encuestas de intención de
voto lo ubican en segunda posición y la diferencia varía entre ellas, aunque
resulta más competitivo que Claudia Sheinbaum frente a Xóchilt Gálvez ¿será que
esa es la carta que quiere jugar en un contexto de crecimiento electoral de la
hidalguense quien en su propia interna ha dejado lejos a los otros aspirantes y
se perfila como la futura candidata presidencial del Frente Amplio por México? Aunque,
no desconozco, que Xóchilt Gálvez, en la consulta telefónica gana ampliamente mientras
en la domiciliaria queda a solo 4 puntos de la priista Beatriz Paredes y eso
puede modificar el resultado final por la acción de los aparatos partidarios
que quizá es lo que quiere el presidente López Obrador. Pero ese es otro tema.
Cualquiera que sea la respuesta a lo expresado por Ebrard es que,
si este pronunciamiento mediático no estuvo conversado o acordado con el
presidente, solo es un chantaje, como el último intento de sacar de la jugada a
la Sheinbaum quien dicho de paso aun contando con el apoyo del presidente y la
mayoría de los gobernadores no parece despertar pasiones.
O de plano, el pronunciamiento de Ebrard está en clave de
rebeldía y con ella busca presionar al presidente amenazando salirse de la
competencia interna y convertirse eventualmente en el candidato presidencial de
MC dada las buenas relaciones que sostiene con Dante Delgado y la búsqueda de
este partido por tener un candidato capaz de lograr una competencia de tercios
llevándose hipotéticamente una franja de la clase media a favor de Morena y
otra del Frente.
Si resulta que no es chantaje, sino una estrategia de Ebrard que
busca convertir su segundo lugar, en un primero en la intención de voto suena lógica,
como la única opción que le dejan al excanciller quien no parece estar en la
tesitura de volver a ser sacrificado como sucedió en 2012.
Sabe, o al menos intuirá Ebrard, que la elección de 2024, podría
irse cerrando en los meses del proceso electoral gracias al debate público incluso
las encuestas podrían indicar lo que significaría que no haya nada seguro para
nadie y eso signifique, una mayor incertidumbre en la competencia y los
resultados electorales.
Y eso explica que Ebrard decida jugar “fuerte” antes que ser
relegado cuando haya “candidata” morenista y, ahora, ¿cómo interpretar las
palabras escuetas del presidente que en la conferencia mañanera del pasado
jueves simplemente respondió a pregunta expresa que “está en su derecho… yo
entiendo a Ebrard, hay inquietudes, hay dudas razonables”, es decir, la
respuesta es ambigua.
Si bien dice “entender” a Ebrard incluso afirma que “hay dudas
razonables” esto tiene más de una interpretación. La primera es que “entender”
no necesariamente significa estar de acuerdo con lo expresado por el excanciller
sino estar entendiendo todo lo contrario si considera que es el principio de
una traición al proyecto a las reglas que el mismo fijo y que todas las
“corcholatas” aceptaron.
Incluso en esa lógica las “dudas razonables” no pueden estar
separadas de si las considera una traición o quizá, significa que buscará
convencerlo de mantener hasta el final y esperar su premio de consolación que
podría ser repetir en la cancillería o ir como líder del Senado. Después de
esto si no acepta y se va a MC, ya veremos la campaña en contra que le hará el
propio presidente y sus operadores políticos. Sería quizá más intensa que la
que hemos visto con Xóchilt Gálvez.
En definitiva, esto queda en veremos, y eso significa, que
Ebrard deberá dar el siguiente paso con base en la declaración del presidente y
el llamado que seguramente le hará para que se contenga y, es que habría que
preguntarse, acaso mandando ese mensaje que Ebrard pide se envíe a
gobernadores, alcaldes y, hasta la titular de la secretaria de Bienestar, ¿podrá
significar algo si la decisión la tomó el presidente y la campaña en tierra ya
está hecha?
Ebrard no la tiene fácil, salvó que ya haya decidido quemar sus
naves y aparecer en la boleta presidencial por su opción B aunque sea por
dignidad.
Al tiempo.
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