ASESINATO EN QUITO
ASESINATO EN QUITO
Ernesto Hernández
Norzagaray
El asesinato de Fernando
Villavicencio, candidato a presidente de la República de Ecuador por el
Movimiento Construye, sacude hoy a ese país sudamericano que por décadas fue
considerado un lugar de paz donde coexistían civilizadamente mestizos e
indígenas gracias a una robusta democracia. Donde nada parecía alterar la
tranquilidad y los visitantes paseaban por su centro histórico disfrutando de
su arquitectura, su clima y un paisaje pintoresco de formas y colores.
Sin embargo, aquella paz que
parecía para siempre se fue perdiendo cuando grupos criminales se asentaron en
la capital y esta capital se descompuso elevando las tasas de criminalidad.
Ecuador había dejado de ser lugar
de tránsito a lugar de “almacenamiento, procesamiento y distribución” de drogas
lo que trajo consigo experiencias trágicas como las que vivimos en México
cotidianamente ante el pasmo, o complicidad, de las autoridades electas.
Villavicencio es el primer
aspirante presidencial asesinado en la historia de Ecuador, lo asesina
presuntamente la fracción ecuatoriana del Cártel de Sinaloa conocida como Los
Choneros e impacta directamente en el ánimo de los ciudadanos que asistirán
a las urnas el próximo 20 de agosto para renovar los poderes públicos.
Esto ocurrirá en medio de una
crisis política que llevó a la disolución de la Asamblea Nacional para dar paso
a una nueva convocatoria a elecciones buscando una salida a través de un
consenso democrático, sin embargo, el magnicidio altera el escenario severamente
y dicho de paso este marcado por la indecisión de los votantes expresada en
distintos sondeos y encuestas de intención de voto que estarán en la disyuntiva
de participar o no participar ante el temor y la escasez de incentivos.
Ahora, ante este acontecimiento previsible,
pero inesperado, cae sobre Ecuador un manto de incertidumbre sobre el proceso
electoral por el estado de excepción y con resultados inciertos tanto en lo que
se refiere a la participación electoral como el sentido del voto.
El Movimiento Construye se queda
sin candidato y habrá que ver, si su dirigencia, decide sustituirlo y, con
quien esté dispuesto a levantar las banderas políticas, que causaron la muerte
de Villavicencio.
Nuevamente el crimen organizado
aparece en escena en un país latinoamericano y como actor de las sombras impone
su voluntad por la vía de la violencia. Decide de facto que jugadores pueden
subir a la escena electoral y quienes deben abstenerse de hacerlo.
Una experiencia que en México la
vivimos frecuentemente en los comicios estatales y que, probablemente, no
estuvo ausente, en el crimen del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio en
marzo de 1994.
O sea, los hechos ocurridos en Ecuador
y antes en Colombia, nos revela a un enemigo sui generis de las frágiles
democracias latinoamericanas. Es más, nos avisa, de la peor forma, que este
enemigo de la democracia ya está aquí y llegó para quedarse y si se le deja
-cómo viene ocurriendo- continuaran construyendo narcocracias, o narco
Estados, en la región. Y todos aquellos, que se resistan, están amenazados
de muerte, es decir, es un mensaje brutal para los países que tienen en puerta
elecciones para renovar cargos de representación política.
La historia política del
periodista y ex asambleísta Fernando Villavicencio así lo demuestra. Su
incursión más fuerte en la política ecuatoriana fue durante los años del
gobierno de Rafael Correa cuando denunció casos de corrupción en la esfera
pública y producto de esos señalamientos duros fue perseguido y sentenciado a
18 meses de cárcel en 2014.
Sin embargo, huye y se refugia en
la selva amazónica, desde donde sale para encontrase una nueva orden de
encarcelamiento por la revelación de “informaciones reservadas”. Y nuevamente
huye y se instala en Lima. En 2017, cuando termina el gobierno de Correa
regresa a su país que ya estaba gobernado por Lenin Moreno (2017-2021) y se
dedica a la construcción de su proyecto político con un discurso que pone
énfasis en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado incluso desde
su posición de asambleísta colabora en este tema con el gobierno de Guillermo
Lasso.
Una muestra de ese discurso
anticlimático está en lo que recoge el diario español El País de un discurso de
un mitin donde el candidato expresa sus convicciones sobre el crimen organizado
días después de haber sido amenazado de muerte junto con su equipo de campaña: “Esto, dijo Villavicencio, lo que hace
es confirmar que, efectivamente, nuestra propuesta de campaña afecta gravemente
a estas estructuras criminales. Y aquí estoy yo, dando la cara. No les tengo
miedo. 20 años me he jugado en este país en contra de estas estructuras
delictivas, y les reitero: no les tengo miedo”.
Más aún bajo el lema de campaña ¡Es tiempo de valientes!
expresó: “Se acabó el tiempo de la amenaza” …En año y medio vamos a someter al
narcotráfico. No les tengo miedo [...] Lo único que pueden hacerme es matarme,
y con eso liberamos a un pueblo entero. No le tengo miedo a la muerte, porque
yo ya vencí sobre ella”. Y ante los llamados a protegerse curiosamente afirma: “Me
han dicho que use chaleco [antibalas]. Aquí estoy, camisa sudada, carajo.
¡Ustedes son mi chaleco antibalas, yo no lo necesito! Ustedes son de un pueblo
valiente, y yo soy valiente como ustedes”.
Bajo esta escena trágica se celebrarán las próximas
elecciones y una consulta popular histórica sobre continuar o no la extracción
petrolera en el centro del Parque Nacional de Yasuní.
Hasta antes del magnicidio el 50 por ciento de los
ecuatorianos con derecho de voto manifestaron estar indecisos por quién votar,
sin embargo, Luisa González, candidata de la marca electoral Revolución
Ciudadana, encabeza la intención de voto incluso tiene posibilidad de ganar en
primera vuelta, pero, lo sucedido da un toque adicional de incertidumbre al
proceso de renovación de cargos de representación política.
La experiencia mexicana es aleccionadora sobre lo que vendrá
después de esta muerte de un político de primera línea si no se toman
decisiones acorde con la dimensión del drama, si deja pasar sólo como un episodio
doloroso, materia del capítulo de las infamias que viven nuestros países, y es
que está en juego la captura para su causa de los políticos, las instituciones,
los territorios, los mercados, la salud, la seguridad y sobre todo, Quito,
dejara de ser lo que alguna vez fue para quienes llegaba y disfrutaban del
paisaje y la bonhomía de su gente.
En definitiva, en las próximas elecciones estarán en juego no
unas elecciones más, sino que los ciudadanos tendrán que decidir subir el
primer peldaño para recuperar el país o perderlo, quizá, para siempre.
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