PORQUE LA IZQUIERDA NO CONSOLIDA, ¿PORQUE PIERDE?
PORQUE LA IZQUIERDA NO CONSOLIDA, ¿PORQUE PIERDE?
Ernesto Hernández
Norzagaray
La derrota aparatosa que sufrió
el domingo pasado la izquierda en España en las elecciones autonómicas y
municipales ha llevado a Pedro Sánchez, el presidente del gobierno, a disolver
el parlamento y a convocar a nuevas elecciones para finales del mes de julio y
formar un nuevo gobierno.
Es la enésima derrota que sufre este
ángulo de la geometría política, pero si volvemos la vista a la izquierda
democrática de América latina las noticias no son mejores sino hay síntomas de
una debacle que podría repetirse en la región.
Alberto Fernández, el peronista
que llegó al poder con un amplio apoyo de los argentinos hoy atraviesa por una grave
crisis económica y social que recuerda los años de la dictadura y la hiperinflación
de los años setenta y ochenta del siglo pasado.
El 22 de octubre los argentinos
serán llamados a las elecciones generales y si ningún candidato presidencial
logra la mayoría absoluta habría una segunda vuelta (ballotage) el 19 de
noviembre, incluso, podría darse un realineamiento electoral por la ausencia de
resultados tangibles en los bolsillos de los argentinos.
Gustavo Petro, a menos de un año
de haber sido ungido presidente de Colombia, está igualmente en medio de una
crisis política y no se ve por donde este la salida. No hay en el horizonte
elecciones, pero este gobierno de izquierda todavía no encuentra la ruta para
cumplir su programa electoral y eso mina la confianza de los colombianos.
Gabriel Boric, el presidente de
Chile, que surgió de los movimientos sociales fue derrotado ampliamente en la
consulta para la elaboración de la nueva Constitución de su país lo que
significa el mayor tropiezo que haya tenido la izquierda desde que alcanzó el
poder en el 2000 con el socialista Ricardo Lagos.
Luis Inacio Lula da Silva, Lula,
triunfó en las elecciones presidenciales de Brasil, pero está enfrentando
serios problemas para reeditar las políticas sociales de su primer mandato
constitucional que llevaron a amplios sectores de los pobres a la clase media y
que fue la principal fortaleza del PT para que luego triunfara Dilma Rousseff
hasta el desafuero y la persecución y encarcelamiento de Lula.
Y, que decir de los presidentes
Nicolas Maduro de Venezuela, Daniel Ortega y Pedro Castillo que ni los propios
izquierdistas de la región los apoyan como sucedió recientemente en la Cumbre
de Mandatarios de América del Sur donde Boric se deslindó de Nicolas Maduro con
un “no podemos hacer la vista gorda” en franca diferencia con Lula da Silva que
se desbordó en reconocimiento del gobernante venezolano.
En el caso mexicano, si bien es
diferente, por la gran popularidad del presidente López Obrador y que no se
trasmite automáticamente ni a Morena, ni se trasmitirá a quien sea ungido como
candidato en las elecciones presidenciales de 2024.
Y ante la incertidumbre
democrática, ha llevado a diseñar y poner en marcha una estrategia rupturista
de captura y golpeteo de las instituciones del Estado, con el fin de que no
estorben en el proceso de sucesión presidencial y, sobre todo, garantizar el
éxito electoral con quien sea su candidato.
Con todo y los matices que se le
quieran poner a cada uno de los gobernantes de la izquierda latinoamericana, lo
cierto es que estamos presenciando las dificultades para cumplir el programa
electoral, que no logra no digamos ampliar el apoyo en el gobierno sino
conservar a su electorado.
Y, rápidamente, se desplazan a
otras opciones preferentemente a la derecha, incluso, la derecha radical como
ha sucedido en los comicios españoles donde el partido Vox ha pasado de ser una
opción marginal para convertirse en una opción de gobierno mediante mayorías o
pactos con la derecha moderada del Partido Popular.
Entonces, resulta pertinente la pregunta
porque la izquierda no consolida, ¿porque pierde? Si trae como ideario la
justicia social y en España y América latina, es el principal problema que
debería no sólo llevar al voto masivo sino a la ratificación en segundas y
terceras elecciones.
En la narrativa dominante no
faltan explicaciones mayúsculas, la intervención de agencias extranjeras, la de
los grupos económicos poderosos, el estado en que se dejó la economía y un
infinito de argumentos que explican en parte, pero, no todo el problema de la
desafección política que estamos viendo en estos tiempos y algo, tendrá que ver
la propia izquierda, que no logra cambiar la percepción de que es buena en la
plaza pública pero mala en el ejercicio de gobierno.
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