CAMPESINOS Y AGRICULTORES
CAMPESINOS Y AGRICULTORES
Ernesto Hernández
Norzagaray
Ver rodar la columna de vehículos
conducidos por campesinos del sur, centro y norte del estado, teniendo como destino
la explanada del Palacio del Gobierno remite, inevitablemente, a recordar con una
dosis de nostalgia las movilizaciones históricas de los ya lejanos años setenta
para exigir tierras o respaldar las expropiaciones realizadas por el presidente
Luis Echeverría Álvarez en Sonora y Sinaloa.
Solo qué en esta ocasión, cincuenta
años después, la nostalgia se ha convertido en pesar y desasosiego. La
movilización no es a favor sino en contra del gobierno federal. Y mejor, no es
a favor de un gobierno de “derecha” sino, en contra, de las decisiones de un
gobierno de “izquierda” al que los productores agrícolas le reclaman que “no
los quieren” en Palacio Nacional porque lo suponen “ricos” y, peor, estos acusan
molestos que destinan los recursos escasos a la economía de autoconsumo del sur
del país.
Pero esa podría ser una
percepción fugaz, emocional, sesgada, con una fuerte dosis de desesperación, que
se manifiesta al calor de la movilización y que se expresó en la gran explanada,
pero al margen de eso hay dos temas de fondo que podrían explicar mejor las
cosas y que deberían ser consideradas en cualquier análisis de este problema
agrario: El hoyo financiero que ha dejado el desfalco a Segalmex por 15 mil
millones de pesos y la quiebra de la Financiera Rural que ha tenido que cerrar
sus puertas y con ello cancelar créditos a los productores del campo.
Segalmex, la Conasupo de este
gobierno, ya no puede comprar toda la producción de granos que se genera que, en
Sinaloa, este año, podría alcanzar los 5 millones de toneladas de maíz y sólo
hay capacidad de compra a lo sumo de 2 millones. De ese tamaño es el problema y
va a implicar que si no hay compradores habrá un excedente que llevará a una
mayor caída de los precios por el simple juego de la oferta y la demanda.
La desaparición de la Financiera
Rural, ha dicho el presidente fue para “evitar corrupción” y que ahora se
entregaran los apoyos a los productores de granos en forma directa y a través de
la Financiera del Bienestar, lo cierto, es que si bien existe un problema de
corrupción fue producto de un modelo clientelar que estimulo el no pago y esto
la llevó al quebranto financiero.
Por ejemplo, se dice que aumentó
su presupuesto de 900 a 2500 millones de pesos en los primeros dos años de este
gobierno y si fue así, estuvo muy bien, pero continúo siendo mal administrados,
la cartera vencida pasó de 5 mil millones a 8 mil 300 millones con una tasa de
morosidad del 7.9 al 25.9% lo que prácticamente “trono” financieramente de este
organismo público.
Entonces, el gobierno no tiene
liquidez y ya no existe la maquinita de hacer billetes al gusto del gobernante
como sucedía en los tiempos de Luis Echeverría. Y este tipo de movilización
social que parecía ya cosa del pasado podría ser la constante en los próximos
meses y años. Hasta hace poco, todo lo del campo de esta región del país se arreglaba
en las llamadas mesas de negociación de Culiacán o la Ciudad de México, lo que
significaba la percepción de que el campo no era un problema porque el arreglo
estaba pautado y sus prácticas se habían rutinizado llevando casi siempre las
negociaciones a buen término.
Sin embargo, ese tipo de arreglo ha
quedado atrás, las condiciones del campo han venido empeorando por malas
prácticas que llevaron a la perdida de apoyos y, sorprendentemente, esto sucede,
cuando todavía muchos campesinos y productores agrícolas creen y apoyan a AMLO,
y mejor cuando hay un gobierno federal y locales, congresos estatales de
mayoría izquierdista y, con toda esa sintonía política, cualquiera supone que hablan
el mismo lenguaje por que el entendimiento es más fluidos.
Pero, no. Los campesinos de
Sinaloa, Sonora y Baja California levantaron ya la voz y se han unido en el
reclamo para exigir al unísono compras de sus cosechas y mejores precios de
garantía para sus granos, especialmente de maíz y trigo, argumentando, que lo
que se ofrece es insuficiente considerando los costos de producción.
Exigen 7 y 8 mil pesos por
tonelada de maíz y trigo, en tanto, el gobierno responde que no comprará todo
en Sinaloa y lo que se compre sería hasta ahora a 6 mil 965 y 7 mil por
tonelada, respectivamente, lo que de no corregirse provocará un exceso de
oferta sin mercado que terminará afectando a los productores de granos.
El problema está en la cancha de
los gobernadores. En su feeling para acercarse al oído del Príncipe y no
estar perdiendo el tiempo con funcionarios de segundo o tercer nivel como dicen
le sucedió al gobernador de Sinaloa. De su capacidad para gestionar mayores
compras estatales e intermediar la oferta con los industriales del sector. Y es
que se mueven en un escenario complicado ya que por un lado están obligados a apoyar
las políticas y precios federales y por el otro, en su jurisdicción, tienen la
presión de los productores agrícolas.
Ante esto no queda de otra al
gobernador Rocha Moya que mimetizarse en las demandas e ir hasta donde toque
con pared. Ya lo dijo a lo alto, “yo no tengo intermediario”, sacudiéndose a
los que hasta ahora habían fungido como tales con pésimos resultados.
En definitiva, si no hay apoyos y
una intermediación eficaz el gobierno de López Obrador desencadenará un efecto
domino y, peor, los campesinos podrían terminar siendo los articuladores del
descontento que existe en distintos segmentos de la sociedad del noroeste
(desplazados por violencia, despedidos de la administración pública, familiares
con desaparecidos y homicidios dolosos, universitarios) con efectos
indudablemente políticos.
O sea, al grano, la lógica, llama
atender a los productores agrícolas que merecen apoyos y precios de garantía suficientes
para que sigan suministrando alimentos al país y de esa forma, evitar que las
importaciones terminen por desplazar los granos nacionales en beneficio de intermediarios
nacionales e internacionales.
Finalmente, el pasado viernes el
gobernador hubo de reunirse con los productores agrícolas para exponer sus
logros, sin embargo, de ser más de lo mismo o sea rollo, sus interlocutores tendrán
la última palabra en lo que sigue y que los puso a rodar sobre la carretera
como en los años setenta.
Al tiempo.
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