El instituto electoral mexicano depende de la Suprema Corte de Justicia
El instituto electoral mexicano depende de la Suprema Corte de Justicia
Ernesto
Hernández Norzagaray / Latinoamérica21
El pasado 26 de febrero
el Frente Cívico Nacional y diversas organizaciones sociales nacionales y estatales,
hicieron un llamado a la toma de la plaza pública. El objetivo era pronunciarse
en contra del llamado Plan B, de la reforma electoral del presidente López
Obrador, que pretende alcanzar lo que no pudo a través de su iniciativa de
reforma constitucional. Básicamente lo que busca el presidente es controlar la
elección para beneficiar a su partido en las elecciones presidenciales de 2024
y la renovación del Congreso de la Unión.
El llamado activó
movilizaciones en más de cien ciudades de México y el extranjero (Paris,
Madrid, Los Ángeles, Washington, Madrid, Lisboa, Madeira, etc.) y se calcula la
participación en más de un millón de mexicanos. Los objetivos de defensa eran
tres: El Instituto Nacional Electoral (INE) no se toca, mi voto no se toca y la
Suprema Corte decide sobre la constitucionalidad del Plan B.
El presidente López
Obrador pretende mediante una reforma a la ley electoral reducir a su mínima
expresión la estructura y las competencias del INE, de manera de obtener
ventajas por esta vía sobre la oposición y conservar la presidencia para el
partido Morena y sus aliados electorales. Teniendo control del INE y reduciendo
sus competencias constitucionales podría tener un mayor margen de maniobra en
unas elecciones que se pronostican muy competidas.
Esta estrategia de
ruptura constitucional fue avalada por la mayoría absoluta que tienen Morena y
sus aliados legislativos, sin embargo, no le alcanzó, para tener la mayoría
calificada (las dos terceras partes más uno en ambas cámaras) que exige la Constitución
para realizar reformas a la Carta Magna.
En este contexto, el
presidente López Obrador decidió dar un paso atrás para avanzar dos pasos
adelante a través de reformas a las leyes secundarias, entre ellas, la ley
electoral. Esto suscitó amparos, acciones y controversias constitucionales de
la oposición y, ahora, le toca a la Corte resolver sobre la constitucionalidad
de estas reformas.
Hay dos cuestiones de
contexto que son fundamentales. Una es la designación reciente de la primera presidenta
de este órgano constitucional y la decisión de los ministros, de que el llamado
Pan B no se aplicará en los comicios del próximo verano en los estados de
México y Coahuila.
El primero, cobra
relevancia, porque la candidata del presidente, la ministra Yasmin Esquivel Masso,
no sólo no obtuvo los votos de sus pares para alcanzar el máximo cargo, sino
que enfrenta un severo cuestionamiento público por haber plagiado su tesis de
licenciatura y doctorado lo que podría inhabilitarla de su cargo
La segunda cuestión es
que la Corte nombró como presidenta a la ministra Norma Piña Hernández que
desde antes de ser elegida tenía uno de los índices de aprobación más bajos de
las iniciativas constitucionales presentadas por el presidente López Obrador.
Además, aunque la Corte está
compuesta por once ministros y ministras, sus mensajes públicos y simbólicos son
de respeto de lo que marca la Constitución y que no se saldrá de lo que marca
la norma.
Ahora, el tema está en
cancha de los ministros y ministras de la Corte y son estos quienes deben
resolver los amparos y controversias constitucionales sobre las reformas a seis
leyes secundarias y definir si tienen soporte constitucional. La Constitución y
la ley electoral prevé que las leyes electorales no pueden cambiarse noventa
días antes de que inicie el proceso electoral y oficialmente está previsto que
ocurra el 2 de septiembre, con la instalación del Consejo General del INE y la
emisión de la convocatoria a las elecciones constitucionales para el periodo
2023-2024.
Especialistas en materia
constitucional, coinciden en que una vez aprobado el Plan B por el Congreso de
la Unión, el presidente López Obrador tiene 30 días para publicarlo en el
Diario Oficial de la Federación. Y una vez publicado, la Corte procede a
revisar la constitucionalidad de las reformas a las seis leyes secundarias y tendría,
hasta el 2 de junio, para resolver los amparos y controversias constitucionales
ya sobre lo definitivo. Es decir, el INE y los partidos políticos tendrán que
revisar sus alegatos para presentarlo de inmediato a la Corte que deberá
trabajar a marchas forzadas para decidir, con base a la Constitución, si las
elecciones del próximo año se celebran con la legislación vigente o con el
añadido del Plan B.
En definitiva, México
transita en estos días por una avenida marcada por una estrategia política que
podría romper el orden constitucional y eso tiene al país en vilo. El destino
nacional depende, como nunca antes, de lo que resuelvan los once ministros de
la Corte. Mientras eso ocurre, los ciudadanos han decidido tomar la calle para
revertir el intento regresivo de la democracia y sus instituciones.
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