CULIACÁN, OTRO JUEVES NEGRO
CULIACÁN, OTRO JUEVES NEGRO
Ernesto Hernández
Norzagaray
No pudo ser de otra forma, la
decisión ir por Ovidio Guzmán, en el poblado de Jesús María, fue del presidente
López Obrador y el alto mando del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Argumentar que no fue así y qué
todo, fue una decisión de otro nivel de autoridad, es ir contra la lógica, el
sentido común y el propio relato oficial.
La pregunta principal, entonces, sería
cual fue la motivación de hacerlo la madrugada del 5 de enero y la respuesta
puede provenir de un asunto doméstico, muy violento, como es el ataque y motín
que ocurrió en el penal de Ciudad Juárez cuando amanecía el primer día de este
año.
Pero, también, algo mayúsculo, bilateral,
cómo es la agenda que trae el presidente Joe Biden a la Cumbre de los jefes de
Estado de América del norte y el primer ministro de Canadá en particular, el
tema de la producción y la exportación ilegal de fentanilo hacia los Estados
Unidos donde el consumo está causando violencia y en promedio 100 mil víctimas
cada año.
Incluso, puede ser una respuesta
anticipada del presidente mexicano, un gesto de buena voluntad y colaboración
de que se está trabajando en materia de combate contra las drogas.
De la primera hipótesis
rescatamos un dato no menor, el hecho de que el grupo de los llamados mexicles que
comando hasta su muerte Ernesto Piñón, alias El Neto, sean en aquella ciudad
fronteriza los propietarios de la franquicia del Cártel de Sinaloa pudo tener
un efecto preventivo ante la posible activación de la violencia en 27 estados
donde está la organización criminal (Anabel Hernández, dixit).
Sin embargo, la experiencia y la
historia de este cártel, no permite suponer que aquel suceso tendría un rebote
en otros estados y menos de la dimensión que tuvo en medio de informaciones
falsas y verdaderas.
Y, menos, todavía, cuando estamos
a unos días de que se realice en la Ciudad de México la Cumbre lo que nos lleva
a la siguiente hipótesis.
Que la detención de Ovidio, se
trata de un gesto de elemental diplomacia -y, por cierto, sería una práctica
muy usual durante los gobiernos priistas- para que el cónclave tripartito se desarrolle
técnicamente bajo una atmosfera de confianza y eficacia en el tratamiento de los
temas sustantivos favorables no sólo para sus países sino para toda la región,
especialmente, la centroamericana y el Caribe – y, en esta lógica, los 29
muertos de ambos bandos ya reconocidos oficialmente sería, claro, un daño colateral.
Que se lo digan especialmente a las familias de los militares y policías
asesinados.
La siguiente hipótesis podría
llevarnos a explicar el suceso como resultado de una exigencia política. Una
definición. La colaboración entre México y Estados Unidos en materia de
seguridad hemisférica exigía un gesto del gobierno de nuestro país de que
existe voluntad para combatir al crimen y salir al paso de lo que se ha dicho en
algunos medios norteamericanos. Que el gobierno obradorista no combate al
crimen organizado y, que el Cártel de Sinaloa, sigue siendo el preferente,
considerando las estampas que dejó la liberación de Ovidio en 2019, el saludo del
presidente a Consuelo de Guzmán, la madre del Chapo Guzmán y la gestión
diplomática, para que la familia de este personaje pueda visitarlo en el penal de
alta seguridad donde reside el capo.
Cualquiera que sea la verdadera de
estas hipótesis -u otras-, incluso, una mezcla de todas ellas, de flujo o
reflujo, lo cierto, es que Sinaloa vivió una atmosfera de terror con sus
ciudades sitiadas, balaceras, bloqueos de avenidas y aeropuertos, vehículos y
comercios incendiados más, una sociedad capturada, esperando a que pasara el
temporal violento.
En medio de ese temor no es
difícil imaginar escenarios y lo que ocurrió después de la captura de Jesús El
Rey Zambada durante el gobierno de Felipe Calderón, es decir, trajo
consecuencias terribles en el entorno de la élite gobernante donde dos secretarios
de Gobernación, coincidentemente, terminarían en medio de las llamas que
provocó el desplome de sus naves. Claro, se dijo oficialmente, que fueron
accidentes que suceden de vez en vez.
Por lo pronto, si la Cumbre se
celebra conforme lo previsto en los próximos días, los sucesos estarán en la
atmosfera y pone de golpe y porrazo en el centro de la mesa de negociación el
tema de la seguridad hemisférica y el combate de los cárteles del crimen
organizado.
Es decir, dejará posiblemente de
lado la agenda social que ofreció llevar el presidente López Obrador para ampliar
y consolidar su proyecto político.
Con esto queda claro que el
discurso y la narrativa del presidente AMLO resulta útil para la conversación
pública del día a día, pero, es inútil, ya lo veremos, cuando se tocan los
intereses geopolíticos y es cuando, se ve el verdadero tamaño de los países y
sus líderes.
Sin embargo, no faltaran las
voces que trataran de mostrar el nuevo culiacanazo como un triunfo del sistema o
como un hecho más de nuestra rutina violenta, como un insumo infame, que “tendrá
contentos a los miembros de la mafia del poder”, cómo ha dicho alguien,
buscando culpables y que no, habrá de pasar de ahí, para lograr un mínimo de control
de daños.
Sin embargo, sospecho, que este tipo de narrativa
pondrá a dudar incluso a muchos fieles a la causa de la 4T sobre la efectividad
de la política de seguridad pública.
Y podría, al fin, llevar,
empujados por la realidad a los miembros del Sistema Nacional de Seguridad Pública
y entender que el tema de la violencia criminal si bien tiene los costos
principales entre la población civil, hoy, cómo nunca, es un asunto de
seguridad hemisférica y cómo tal, debe atenderse para evitar extenderse más y
más allá de las fronteras y eso pasa, por estar en un círculo de confianza,
donde se le baje dos rayitas a la retórica sin compromiso.
En definitiva, los hechos
violentos ocurridos en Ciudad Juárez y Culiacán podrían traer mayores
reacciones en los próximos días y semanas, pero, también, la posibilidad de que
empiece a llegar a su término la política de abrazos y no balazos en materia de
seguridad pública y dejar de lado, la idea de que, en esta materia, la
soberanía pasa por el filtro del derecho de los ciudadanos de los tres países a
vivir en un entorno menos inseguro y peligroso.
Al tiempo.
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