SINALOENSES TRAS EL MITO

 SINALOENSES TRAS EL MITO

 

Ernesto Hernández Norzagaray

 

Merary Villegas, la dirigente de Morena en el estado de Sinaloa, calcula que unos 10 mil sinaloenses acudieron a la Ciudad de México para participar en el acto político -que no informe de gobierno- convocado por el presidente López Obrador.

Es una cantidad de movilizados nada despreciable que consumió una buena cantidad de recursos públicos y privados (aunque, claro, los públicos nunca se aceptaran y los otros menos, si vinieron ilegalmente de un gran bolsillo).

Felipe Manzanares, en un cálculo sobrio afirma que solo la movilización de los sinaloenses pudo haber costado 45 millones de pesos y la de todo el país hasta 1 800, una cantidad asombrosa viniendo de un paladín de la honestidad y austeridad valiente.  

Así volaran o transitaran por las carreteras del país. Se trataba de sumar y estar para acompañar a quien les sigue significando no sólo la esperanza sino, también, un poder que reditúe en términos de empleo, ingresos, decisiones públicas y futuro político.

O sea, no a todos, le significa lo mismo. Estamos viendo cómo madura esa mezcla bizarra de esperanza y poder.

Y siendo justos, están aquellos que siguen en clave del mito redentor, justiciero, épico y los pragmáticos, siempre los ganadores, pero, también objeto de cuestionamiento por las malas decisiones incluso corruptelas que en Sinaloa está a la vista de muchos.

Y ahí, iban, unos y otros, por la plaza pública tomados del brazo entre vítores con un fuerte olor a incienso mesiánico en uno más de los actos de consagración del líder en su escenario natural que es el zócalo de la Ciudad de México.

Quién, luego de caminar por seis horas, en medio de la muchedumbre subió al estrado todavía tuvo energía para recetar un discurso de otra hora y veinte minutos.

Impresionante, esa fortaleza física del líder, construida no en un gym si no con el barro del mito con una fuerte dosis de autosatisfacción. Y es que el mito político más que una percepción insuflada mediáticamente tiene anclajes culturales, religiosos, deseos, esperanza, redentorismo.

No hay que olvidar que si algo define al mexicano, es su lado emocional, quizá porque tiene un alto costo vivir en la racionalidad cotidiana en una sociedad tremendamente desigual. Por eso, veneramos lo mismo a la Virgen de Guadalupe que nos destornillamos con la música de la Banda del Recodo o la letra de los corridos de Los Tigres del Norte.

Y, los que vivimos en el trópico, la fiesta permanente dice todo de nuestra psique política. Y así, la política la percibimos fácilmente en clave de buenos y malos gobernantes y de ahí, el anclaje con el discurso de un líder auto investido de honestidad y austeridad franciscana y con la máxima flamígera de “por el bien de todos, primero los pobres” llega alcanzar un estatus divino.

Por eso, un personaje justiciero como López Obrador, fue capaz de meterse en las venas y el corazón de mucha gente y no importa que este diga aquello que sólo la gente quiere escuchar. Que haga a cada momento ofertas de bienestar que luego no cumple. Que lo rebasa la propia realidad y los acontecimientos con sus prioridades del día a día.

Entonces, el llamado, que le hizo a sus fieles y a los que tienen deudas políticas para que asistieran al “informe”, que en realidad fue una versión extendida de sus conferencias mañaneras, y sin derecho a la interpelación o la pregunta comedida de sus interlocutores no puede ser entendida a estas alturas sino como una suerte de mesianismo con una fuerte dosis de corporativismo político con cargo a los contribuyentes. La de aquellos que buscan el aura y el incienso que rodea al líder los alcance y contagie con la fuerza de su aroma subyugante.

O, acaso, ¿no fuimos testigos de cómo las mal llamadas “corcholatas” flaquearon desde el primer momento al líder buscando que el karma político de su líder los alcanzara? Que las masas ahí presentes y los que seguían el trayecto por medios electrónicos vieran quien estaba del lado del líder y cada uno de ellos ganara puntos en el ánimo del dueño de la decisión.

Sin embargo, siempre, el factor sorpresa, termina por hacer una mala pasada, aquella masa desordenada disperso a dos de las tres “corcholatas”. Y ellos se perdieron entre la multitud uno de ellos, se dijo, con un escupitajo en el rostro. Sólo quedó curiosamente al lado del líder Claudia Sheinbaum y llegaron juntos hasta la escena de la redención, el Zócalo de las mil batallas.

Y llegó la jefa de Gobierno de la Ciudad de México hasta el escenario, donde AMLO pronunciaría su discurso de salvación nacional del “vamos a continuar con la transformación del país”.

Aquel discurso que muchos no terminaron de escuchar sea por sed, hambre, calor, cansancio. No obstante, estuvieron los heroicos, aquellos que, contra la sed, el hambre, el calor y el cansancio primero satisficieron el deseo de escuchar y aguantar para no dejar solo a su líder en la intemperie.  

Si él aguanta, con su diabetes y cardiopatía, porque no habré de corresponderle con mis propios males, parecería ser la máxima que flotaba en la atmosfera del zócalo capitalino.

Y ahí estuvieron los sinaloenses, los bajacalifornianos, chiapanecos… en un acto político de la consagración de ese líder que sigue convocando multitudes. Y, también, anima grandes rechazos. Es el líder, pero, no lo es todo, ni sus seguidores, son todo el pueblo, hay mucho más de lo que vimos el pasado domingo, y que bueno, que así sea por simple reivindicación de la pluralidad.

O sea, cada cosa en su lugar, el líder y sus seguidores, hay que decir alcanza a millones de dentro y fuera del país, es un caso de estudio, cómo antes lo fue Cárdenas, pero no lo es todo, el país es mucho más que ese fenómeno de masas que vimos el domingo pasado y eso, es definitivo, para reconocer la pluralidad que define a la sociedad mexicana y al final, la que determina la pauta de nuestras instituciones públicas.

En definitiva, el grupo numeroso de sinaloense que encabezó el gobernador Rocha Moya y vitoreo al presidente es una representación del obradorismo no de los que habitamos la tierra de los once ríos que es muchísimo más que los 10 mil marchistas de los que habla la dirigente estatal de Morena.

Al tiempo.

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