MONREAL SE VA
MONREAL SE VA
Ernesto Hernández
Norzagaray
¿Cuál es el problema de que el
todavía morenista Ricardo Monreal negocie con la oposición de AMLO su eventual
candidatura presidencial? ¿Bajo qué parámetros políticos podríamos medir como
buena o mala la decisión de hacerlo cuando estamos viviendo en la posmodernidad
y donde todo parece valerse sin ningún tipo de cortapisas éticas? ¿Podríamos
hacerlo desde la lógica de la deslealtad al líder o al Movimiento de la 4T
cuando este lo marginó incluso lo ignora? O, mejor, ¿cómo calificarlo de traidor
a los valores políticos de Morena cuando vemos que la honestidad no es lo que
define a este movimiento que ha hecho un credo de la máxima de no mentir, no
robar, no traicionar?
Acaso, ¿se le podría pedir al
senador disciplina de partido cuando desde hace tiempo tiene un pie fuera de
Morena? ¿Cuándo no tiene futuro político en Morena y los de la competencia le
extienden la mano nada más y nada menos que con la posible candidatura
presidencial? acaso ¿Se lo pueden reclamar la mayoría de las tránsfugas que hoy
detentan posiciones de poder en Morena y las instituciones del Estado?
¿Aquellos que siempre estarán con el ganador y que perfectamente pueden estar adelante
compitiendo contra Morena? Incluso, ¿estar al lado de Monreal si logra la
candidatura opositora?
Entonces, ¿habrá manera de juzgar
su decisión moralmente? No veo por dónde. Y si no es nada de lo planteado, el
reclamo no puede ser sino político. La eventual salida de Monreal abriría un
boquete de dimensiones todavía desconocidas. Sea en el partido. Sea en lo
electoral. Sea en la representación política. Sea en las banderas
programáticas. Sea en la correlación de fuerzas en la federación y en los
estados. Sea por el regreso de los partidos del Pacto por México al poder.
El presidente López Obrador debe
reconocer que el problema de Monreal es hechura suya. Que le ganó el ánimo
excluyente en su partido. Y eso, provocó, que Monreal, permaneciera en sus
funciones públicas defendiendo las iniciativas del presidente, como lo vimos, negociando
las reformas del presidente como fue el caso de mantener la Guardia Nacional hasta
2028 bajo tutela del Ejército o, ahora, con la reforma electoral, pero, al ver
cerradas las puertas, mantiene una postura discursiva filo opositora dentro de
Morena.
Atrayendo aquellos reflectores
que las llamadas “corcholatas” no tienen, por estar a los ritmos y a la sombra
frecuente de los despropósitos matutinos de AMLO. Y ahí siguen, esperando que
el señor de Palacio, se decida entre los tres y medio -este, último medio, el hiper
frenético Fernández Noroña- mientras Monreal atrae toda la atención cubriendo
el espacio vacío del que hablaba Jesús Reyes Heroles, el otrora ideólogo del
PRI, que algo sabía de política y más de la naturaleza del político mexicano.
Y es que Monreal tiene la
habilidad para moverse en libertad. Y ahí está el cortejo mediático. Atrás
potencialmente las multitudes que se manifestaron en la marcha del 13 de
noviembre y que están en búsqueda de un candidato presidencial confiable. Por
eso, la ruptura con la 4T si sucede terminará siendo sonora, argumentada,
polémica y mediática. Capaz de atraer la atención del votante opositor, el
indeciso por desconfiado y el abstencionista por convicción.
A Monreal no le faltan tablas
para convencer a este semillero de potenciales votantes. Y si le dan la
oportunidad va a ir por ellos con su voz suave, serena, inteligente. En Morena,
hay quienes irritados dicen molestos que se vaya porque no representa nada. Que
la gente está con Andrés Manuel. Que la
oposición no pinta. Y que Monreal no le
va a dar los votos que necesita la coalición Va por México para ganar. Qué es
una mala negociación. Cómo si los de enfrente buscaran asesoría en Morena.
Yo no estaría totalmente convencido
de esa valoración interesada cuando a AMLO se le ve irritado cuando tiene que referirse
al senador Monreal. Sabe que tiene un peso específico. Que no está solo y no se
iría sólo. El problema del presidente es que le gana el hígado y no reconoce el
error de haberlo excluido. Y aunque reconsiderara, ya es demasiado tarde.
Tendría que ofrecerle la candidatura presidencial de Morena. Y eso, nunca lo va
a hacer, porque necesita un candidato confiable al que le pueda hablar al oído.
Entonces, lo que buscará es el
momento oportuno para ir más allá de donde fue Layda Sansores para buscar
eliminarlo de la competencia. Morena y aliados necesitan ir unidos. Sin fisuras. Pero, eso, desde mi punto de
vista, es prácticamente imposible. Lo de Monreal no tiene vuelta de hoja. La
única posibilidad es evitar que sea candidato de la coalición Va por México. Y
seguro, en eso está el secretario de Gobernación, con sus operadores políticos,
buscando debilitar el juego de la oposición para de esa forma fortalecer sus propias
posibilidades ante quien decidirá la nominación en Morena.
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