CIRO, ATENTADO Y DEBER
CIRO, ATENTADO Y DEBER
Ernesto Hernández
Norzagaray
A la memoria de Andrés y Jorge Tirado
El atentado contra el Ciro Gómez
Leyva me indignó como a muchos cuando se ataca a un periodista por su desempeño
profesional. Y el ataque, me trae a la memoria, un día de la primavera de 2004 cuando
recibí una amenaza contra mí y mi familia, sospecho, todavía, que vino desde
una oficina de gobierno estatal por mi trabajo en el diario Noroeste.
Inmediatamente después lo comenté
con Manuel Clouthier, quien fungía como director general del diario y me dijo,
después de leer el texto recibido: “Mira Ernesto tienes dos opciones: Una, que dejes
de escribir y con ello quienes te amenazaron habrán cumplido su propósito y, la
otra, “que los mandes a chingar a su madre”. Para agregar: “Yo también he recibido
amenazas y cuando sucede, voy por mi familia y nos vamos a caminar por el
malecón para demostrar que no les tememos”.
Salí confundido y preocupado de
su oficina en Culiacán y regresé a Mazatlán. Deje de escribir una o dos
semanas. Y no deje de darle vuelta al dilema que Clouthier me había planteado.
A la tercera semana decidí tres
cosas: Una, temeraria, como la amenaza había llegado desde una cuenta de Hotmail
creada exprofeso y venía un nombre que luego supe tenía cuerpo en una
oficina del gobierno estatal en Mazatlán fui a encarar a quien supuestamente
había escrito la comunicación amenazadora.
Era un joven funcionario al que
le di a leer el texto y eso lo puso lívido, y me juró, que no tenía nada que
ver, le creí porque no tenía pies, ni cabeza, amenazar y poner autoría. Me ofreció
que juntos interpusiéramos una denuncia ante la Procuraduría del Estado. Le respondí
que no y solo supiera, que, si me pasaba algo o a un miembro de mi familia, iban
a proceder contra él, como primer sospechoso;
Dos, tome la decisión de seguir
escribiendo porque considere que esa podría ser mi mayor protección junto con
mi trabajo académico y ciudadano en la Universidad Autónoma de Sinaloa, el Consejo
Local del IFE y el Consejo Estatal Electoral y,
Tres, evite ciertos temas los que
he retomado con el paso del tiempo. Han transcurrido casi veinte años y no he
vuelto a recibir a amenazas, aunque, sí agresiones anónimas, incluso hay un
expediente mío en Artículo 19 y otro, en la Comisión Estatal de Derechos
Humanos, que diligentemente administra el profesor Oscar Loza.
Comentó esta situación porque una
amenaza escrita como la que recibí pone a cualquiera en una encrucijada.
Entonces, imaginemos por un momento, el impacto psicológico de un atentado con
balas. La sola mención provoca un ramalazo que me trae la imagen de nuestro colega
y amigo Javier Valdez, quien, se ha dicho, fue hincado para recibir la bala
asesina.
Vi el rostro de Ciro Gómez Leyva en
el set de Radio Fórmula y estaba desencajado por la preocupación. Y admiré su valentía
y decisión de no tomarse unos días para hacer la reflexión sobre lo ocurrido y de
inmediato, volvió a los micrófonos, para narrar con todo detalle lo que vivió y
todavía tuvo ánimo para enfrentar, breve, contundente, la campaña sucia que lo
revictimizaban.
Mejor, todavía, para defenderse sutilmente
de las declaraciones del propio presidente López Obrador cuando kafkianamente puso
a su gobierno como si fuera la víctima. Nada de empatía con la verdadera
víctima. Su solidaridad sonó hueca y resultó efímera, muy pronto dejó clara su verdadera
visión del atentado.
Dijo que el atentado pudo ser
perpetrado por grupos contrarios a la Cuarta Transformación para afectarlo a él.
Y no paró ahí, le ganó la imprudencia y falta de empatía, cuando mencionó a
varios comunicadores entre ellos Ciro Gómez Leyva y calificó sin más de “voceros
del conservadurismo por proteger intereses de elite y contribuir al fraude electoral
de 2006”.
Incluso, cuestionó los sueldos y en
estas palabras dejó ver que lo que modula su narrativa que es el resentimiento
por los resultados de aquellas elecciones y su impotencia que pauta su relación
con estas elites intelectuales y mediáticas.
Aquello llevó a Ciro a
preguntarse impotente unas horas después de lo ocurrido: ¿Por qué hoy? Y más
tarde, ir más allá y preguntarse, ¿con las declaraciones del presidente, las
fiscalías podrían garantizar una investigación seria y profesional? La
respuesta es no. Ya se contaminó.
El presidente trata siempre de convertir
la tragedia colectiva en una victoria personal. Me pregunto ¿por qué no da un
paso atrás, por simple empatía con las víctimas? Sólo podrían explicarlo
especialistas en la complejidad de la mente.
Vamos, en alguna forma, ese
delirio también alcanza a aquellos analistas políticos que compran no
desinteresadamente ese relato cuestionando, con mayor o menor rigor, a los “enemigos
del presidente” que llegan hasta solidarizarse, pero siguen la “escuelita”, de inmediatamente
cuestionar a la víctima para que no haya dudas entre los feligreses.
Entre ellos, no hay respiro, para
apoyar los dichos infundados del presidente y me parece, que en el fondo de esa
narrativa defensiva podría haber frustración por el fallo de los criminales
motorizados.
Y si esto, ocurre entre un
segmento no menor de la población, estaríamos en una sociedad cada día más
enferma por la polarización y la debilidad de las instituciones.
La polarización lamentablemente es
un ingrediente del ejercicio de este poder y sin él, sería otro más light, que
visibilizaría lo que oculta la distracción como insumo de comunicación
política.
Hay quien afirma, que si el
presidente López Obrador, usará esta metralla mediática contra los señores del
crimen organizado otro gallo nos cantará. Sin embargo, lo suyo es la narrativa
binaria irreductible y simplona: progresistas-conservadores;
nacionalistas-neoliberales; pobres-ricos; honestos-corruptos.
Y con esa matriz dual, se podría justificar
cualquier atentado, aun cuando se adorne con expresiones de solidaridad de los
dientes para afuera. La crítica estorba, y ese es el verdadero problema de AMLO
y sus acólitos. El problema es que la violencia tiende constantemente a ampliar
su radio de acción y no es con esa solidaridad como habrá de disminuir.
En definitiva, lo sucedido a Ciro
Gómez Leyva, y antes fatalmente, a las decenas de periodistas de provincia, no
es un ataque al presidente y a su gobierno, es un ataque a las libertades
públicas empezando por el derecho a estar bien informado.
PD. El asesinato de los mazatlecos
Jorge y Enrique Tirado no está resuelto y lo expresado por las autoridades
judiciales de la Ciudad de México deja más dudas, que certezas, sobre el crimen
y el móvil. Mi abrazo solidario a la familia Tirado.
Aun, con este entorno, deseo una ¡Feliz
Navidad!, a los directivos, colaboradores y lectores de este gran medio de
comunicación.
Comentarios
Publicar un comentario