LAS ELENAS
LAS ELENAS
Ernesto Hernández Norzagaray
Elena Chávez y Elena Poniatowska la semana pasada fueron protagonistas
estelares de ese mal que corroe a la nación, el de la polarización, que se
estimula con muchas ganas todos los días desde Palacio Nacional.
Elena Chávez fue sacrificada por su libro testimonial “El Rey
del Cash” que mostró de cuerpo entero el modus operandi financiero de
los doce años en que AMLO recorrió el país y dio si mencionarlo pero, si, para que
nuestra imaginación colija el gasto exorbitante y en curso de las precampañas de las llamadas
“corcholatas” que hoy cubren el paisaje nacional violentando la ley electoral con
su parafernalia de espectaculares, muros y lemas del tipo de “Que siga
López, estamos a gusto”, “Para que
siga la transformación, es Claudia y la insípida expresión ¡Con Marcelo sí!
O
sea, el libro no es pasado, es presente; no es despecho, es pasión; es una
denuncia, no una calumnia; no es periodismo es testimonio, aunque sus críticos
más feroces, insisten, cada vez con mayor coraje que como periodismo no tiene sustento.
No
hay documentos que lo respalden, son suposiciones, no es periodismo ético… En
ningún momento reparan en que es un documento con valor testimonial, cómo los
miles que diariamente se ventilan en los juzgados de México y el mundo y corresponde
a los jueces dilucidar para impartir justicia.
Elena Poniatowska por su parte fue inmolada por la declaración
que hizo en la Feria del Libro de Monterrey sobre la falta de AMLO y Beatriz
Gutiérrez cuando no han hecho “nada” en política cultural y la necesidad de que
el presidente escuche a todos porque “no solo él sabe”.
Ambas periodistas ha sido materia de reconocimiento, pero,
sobre todo de ataques y descalificaciones por el entorno obradorista.
De Chávez lo menos que han dicho es que escribió ese libro
por despecho contra su exmarido César Yáñez y que con ello busca afectar la imagen
del presidente López Obrador.
A Poniatowska, le fue peor, porque no solo se le denigró, cuando
circuló su declaración pues no faltó el imbécil que alevosamente y desde el más
mezquino anonimato, recordó, para lastimarla, la violación que sufrió siendo
joven (“Yo solo sé que Doña Elenita está muy molesta porque extraña sus noches
ardientes con Juan José Arreola, no sé preocupe aquí tenemos al Sr. Luna”, Sinembargo.mx,
14.10.2022).
O sea, a través de esas expresiones misóginas, miserables, se
busca dar la vuelta a los señalamientos políticos de fondo que se están
haciendo y desdibujando la narrativa de la honestidad valiente de “no mentir,
no robar, no traicionar”.
Y es que ahí es donde estamos metidos todos en la
polarización que se practica diariamente desde el púlpito presidencial y que
repiten como cantaleta miles de sus seguidores contra quien osa a ejercer el
derecho de expresar sus puntos de vista.
Afortunadamente la crítica al poder no cesa y ahí seguirá para
demostrar que está viva para bien de la nación, para la salud de nuestra
sociedad y más temprano que tarde recogerá frutos más allá de la satisfacción
de ir a contracorriente.
Basta escuchar el concierto de abucheos críticos que el
domingo pasado escuchamos en el Estadio Teodoro Mariscal para darnos cuenta del
poder de un simple silbido masivo, un grito destemplado y hasta con humor
alguien de la masa señaló al hasta hoy alcalde El Químico Benítez ¡No te vayas
robar el bat!, cuando este se disponía a inaugurar la jornada beisbolera.
Entonces, lo de las Elenas es una gota más que cae sobre la
piedra de la mentira y la roca del fanatismo que habrá de terminar por producir
la flor de la esperanza.
Al tiempo.
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