EL TIEMPO
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Ernesto Hernández
Norzagaray
Cuando Rubén Rocha fue rector de
la UAS había una máxima política que se aplicaba a pie juntillas en el Consejo
Universitario, cuando no se que le quería dar salida a un reclamo por más justo
que este fuera el presidente del Consejo llamaba a votar la integración de una
comisión ad hoc y todos sabíamos entonces que nunca resolvería a favor el
asunto.
Era una forma sutilmente dura de
evadir al quejoso o quejosos y quitar carga a la rectoría, contemporizar la
máxima porfirista de que a los “amigos justicia y gracia y a los enemigos simplemente
la ley a secas”.
Hoy que leo el tuit del
gobernador: “A fin de contribuir a la gobernabilidad y a la adecuada marcha de
las tareas públicas del municipio de Mazatlán he decidido invitar a Luis
Guillermo Benítez Torres a integrarse al gabinete como secretario de turismo”,
no puedo dejar de recordar aquellos años de los noventa solo que está vez la
evasión no es en contra de un quejoso o quejosos sino para todo un municipio
que exige justicia ante los abusos del alcalde defenestrado.
La “renuncia” sin la justificación
que marca la ley y la inmediata habilitación como secretario de Turismo, o al revés,
la habilitación mediante el aviso y luego la renuncia al cargo de alcalde, lo
que indica que hasta en eso el Químico Benítez impuso las condiciones de su
separación de la Presidencia Municipal, solo indica que la burla al pueblo de
Mazatlán fue cuidada con todo detalle para evitar sorpresas de último momento.
La salvación esta planchada de A la
Z, aunque hay quienes, en el periodismo tropical y los organismos ciudadanos
del puerto, personas de buena fe y que diligentemente interpusieron las
demandas ante la fiscalía general del Estado y el Congreso del Estado, que las
demandas seguirán su curso y que al final el Químico Benítez tendrá que pagar
por sus abusos.
Eso sucedería seguramente en cualquier
tribunal de provincias de Suecia o Finlandia, pero en el México de hoy la
posibilidad es tan remota, como la demuestra esta semana, la absolución total de
Pío López Obrador que, cómo se sabe, fue sorprendido y grabado recibiendo
dinero para la política que encabezaba su hermano y que el modus operandi ha
sido descrito con todo detalle en el libro El Rey del Cash, y es que no hay
manera de ser optimista, ante un poder judicial capturado por el obradorismo
que en ese caso desechó hasta la aceptación del delito.
El Químico Benítez estará a su
aire en la secretaria de Turismo y seguirá haciendo lo mismo que hasta ahora
con sus amigos del sector, los de las torres, lo único que de entrada podrá
incomodarlo es la presencia en la secretaria de Fernando Pucheta y otro personaje
uaseño, al que acusó de haberlo traicionado y por esa razón, salió del gobierno
municipal.
Incluso, ha trascendido, que por
su salida del ayuntamiento negoció posiciones de la administración que ahora
está en manos de Edgar González, su secretario de gobierno, lo que indicaría de
ser cierto que seguiría teniendo poder en el ayuntamiento y en la secretaria de
Turismo.
Ante esta desfachatez circula un cartón
de Bobadilla donde aparece una imagen de un abogado que podría ser el de Jesús Estrada
Ferreiro, donde se dirige a un juez y le solicita con dedo alzado: “Basado en
el precedente del caso Químico Benítez, mi cliente quiere ser castigado con una
secretaria de gobierno”.
Todo es tan trágico cómico que no
nos damos cuenta del daño que esto representa para la política democrática, la
de las instituciones, la del derecho y las reglas de convivencia en sociedad.
Cuando el gobernador con sus “comisiones”
hace como que va a impartir justicia a sabiendas que es una faralla jurídica,
el demócrata que todavía muchos ven él, se exhibe penosamente ante los
sinaloenses y define con ello su estilo de gobernar.
Un estilo que ni siquiera es
propio es impostado, clonado, del residente de Palacio Nacional y eso provoca
los peores augurios para los años venideros en Sinaloa.
Hay un abogado sinaloense que trabaja
en Poder Judicial que comentó ante la evidencia de estos días con Maquiavelo en
la boca “así es la política” se ve que nunca leyó El Espíritu de las Leyes de
Montesquieu y menos, los llamados diálogos en el Infierno de Maquiavelo y Montesquieu,
del filósofo francés Maurice Joly si fuera así, se pondría del lado del derecho.
No se que sea peor, la política
de las comisiones o la ignorancia democrática y el talante justificador de
cualquier despropósito en el ejercicio del poder.
Al tiempo.
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