DOBLE MILITANCIA
DOBLE MILITANCIA
Ernesto Hernández
Norzagaray
Estar afiliado a un partido local
y a uno nacional aparentemente no parece una mala idea para alguien que quiere
tener dos espacios de participación e influencia política. Además, cuando lo
permite nuestra ley de partidos políticos, pues anima la participación política
y quizá, lo único malo que hay en ello, es que pudiera haber solo una ambición
y nada en favor del bien común.
No obstante, lo que parece
novedoso, es que si estamos pensando en un partido local este quede coyunturalmente
subsumido a la formación nacional. Sí, por un cálculo político, de corto y
mediano plazo, para establecer alianzas y obtener los beneficios de poder.
Héctor Melesio Cuén ha dicho que
su partido “apuesta fuerte” en esta ruleta de la política coyuntural y se
define sin cortapisas a favor de Adán Augusto López Hernández, el secretario de
Gobernación, que está en la búsqueda de su nominación como candidato de Morena
a la presidencia de la República y aquel, no se queda solo, en el
pronunciamiento, llama a la militancia pasista a afiliarse para participar en
los procesos internos de este partido y logra movilizar a los suyos.
Esto ha desconcertado a muchos
militantes de una y otra formación política más a los de Morena. Incluso ha
provocado la furia del gobernador de Sinaloa. Algunos de aquellos militantes lo
han visto como una descomposición en nuestro sistema de partidos donde todo se
revuelve por encima de principios y programas.
No es una descomposición es simplemente
hacer política en tiempos posmodernos y neoliberales, del “todo se vale” sobre
todo cuando Morena ha abierto las puertas para que cualquier ciudadano se pueda
afiliar y de inmediato, o por eso, participar en el proceso interno para elegir
a los delegados al Congreso Nacional y, posteriormente, influir la integración
de los consejos directivos estatales y municipales.
Es una forma de agregación
política que tiene registro histórico desde cuándo 1928 se formó el PNR, el antecedente
del PRM y PRI, que muchos por sus anteojeras ideológicas, no logran ver y menos
aceptar, Morena es la continuación del PRI y no hay manera de rasgarse las
vestiduras cuando se está llenando de expriistas -algunos incluso con doble
militancia ya el INE se encargara a depurarlos por ser una formación nacional
no estatal.
El presidente conforme con este
proceso de agregación política ha dicho que el ejercicio ha sido un éxito pues
participaron en el 2.5 millones de mexicanos. No hay en su alocución matutina ninguna
consideración crítica por los sucesos bochornosos que provocó la convocatoria y
que distan de ser un proceso democrático que amplie las avenidas de las
libertades públicas. Asomaron en ese proceso las peores prácticas del México
predemocrático y, ya veremos, si internamente se cancelan algunas de las
candidaturas electas.
Héctor Melesio quiere tener representación
en el CEN de Morena y al parecer lo logró catorce de las setenta que
corresponden a los siete distritos electorales del estado. El primer paso está
dado. El PAS esta y estará haciendo política nacional y local. Así que cuando
convenga a su proyecto será Morena como también cuando necesite será PAS.
Incluso, a efecto de negociación
será Morena-PAS. Y de esa manera muy pronto disputara espacios en la dirigencia
estatal y las municipales de Morena lo que podría significar que siendo un
partido territorial obtenga nuevos triunfos, como ya sucedió en municipios y el
legislativo, lo que reforzaría su posición en los comicios concurrentes de
2024.
Es decir, si resulta candidato
presidencial Adán Augusto los pasistas muy probablemente estarían más visibles en
el escenario nacional incluso siendo otro u otra la candidata presidencial
porque en Morena podría ganar perdiendo como en el viejo PRI; si logra influir
en las definiciones federales podría alcanzar la vieja aspiración de los
dirigentes pasistas de tener diputados y senadores en el Congreso de la Unión,
es decir, Héctor Melesio, disputaría una posición en la fórmula de mayoría de
la cámara alta y no se diga con mayor ímpetu en los cargos legislativos y
municipales.
Lo cual podría ser, o es ya, una
cuña mayor para el gobierno de Rubén Rocha Moya y su tentación absolutista. Quien
quiere evitarlo o tendría que negociar desde una posición de relativa
debilidad. Rocha Moya ya no tendrá a Manuel Guerrero para darle ordenes aun
teniendo mayoría en la dirigencia estatal sino tendrá que hacer frente a una
constelación de fuerzas políticas con su propia agenda e intereses. Y, una de
ellas, será el pasismo-cuenismo.
Claro, este cálculo, también está
pensado en clave de una supuesta debilidad de las oposiciones no tanto en las locales
que no levantan y algunas de ellas rayan en la sumisión, sobre todo, si la
desafección partidaria, que hemos visto en las elecciones y consultas
populares, incluso en esta convocatoria morenista, no se traduce en reedición
de 2018 con una amplia movilización a favor de la pluralidad en la
representación política.
Ya lo vimos en 2021, en esta
legislatura, con la constitución de un gobierno sin mayoría parlamentaria. Y
más allá, mucho dependerá de cómo Morena resuelva lo de su candidatura
presidencial y si de ahí, saldrá el candidato de la oposición y es que después
de la afiliación de Marcelo Ebrard a Morena que la había evitado, podría quedar
como opción opositora aquella proveniente de la máxima “para que la cuña apriete
tiene que ser del mismo palo” y ese personaje es Ricardo Monreal, quien cada
día está más fuera de su partido, manteniendo un discurso más acorde con las
necesidades de la oposición.
Y no le falta razón a Monreal. Las
escenas grotescas del domingo pasado no ayudan mucho al partido del presidente
salvo que haya estado fríamente calculado en aras de un bien mayor que es la
agregación política. Sin embargo, esto seguramente abonara a una mayor
desafección por el morenismo incluso en sus propias filas como se perfila en
las redes sociales. Hay quienes ya afirman que lo del domingo pasado prefigura
un fraude electoral para imponer un renovado maximato que tendría como artífice
al propio presidente López Obrador y, como operadores, a los gobernadores de su
partido que estarían dispuesto a cumplir cualquier indicación que venga desde
Palacio Nacional.
En definitiva, leer la doble
militancia en clave moral dista mucho de lo que está sucediendo y es
insuficiente para entender el fenómeno político Morena que cada día hace
parecer a Andrés Manuel López Obrador a Plutarco Elías Calles.
Si persiste la vieja “izquierda”
sinaloense tendrá que empezar a convivir y hacer política con Héctor Melesio y
su partido, en lugar de hacer corajes, despotricar, el mundo ya cambio con la política
del todo se vale.
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