DEFENSA DE LA UAS
DEFENSA DE LA UAS
Ernesto Hernández
Norzagaray
Esta semana escuchamos la declaración
de respeto de Rubén Rocha Moya, gobernador constitucional del Estado de
Sinaloa, a la Universidad Autónoma de Sinaloa. Lo hizo, seguramente, en nombre
de una travesía de más de cincuenta años desde cuando fue profesor y director de
la preparatoria de Guamúchil; de sus tiempos de líder del SPIUAS y secretario
general de la institución, y más tarde, alcanzó la más alta distinción que
puede tener un universitario la de ser nombrado rector y, finalmente, como
estudiante del Doctorado de Ciencias Sociales donde obtuvo el grado que hoy
detenta como titular del Ejecutivo estatal (el de primer gobernador con grado
de doctor).
Ningún otro universitario vivo puede
presumir una trayectoria similar y eso no deja de ser digno de admiración solo
que como dijo el clásico: Elogio en boca propia es vituperio y debió esperar a que
fuera la institución centenaria la que lo recordara para satisfacción de su ego
(y es que en política importan mucho las formas de obtener un cargo y sus resultados
que será tarea de los historiadores profesionales de la casa de estudios).
Quizá, con un poco de prudencia, se
evitaría recordar que el PCM impulsó el Proyecto de Universidad Democrática,
Crítica y Popular que dio como resultado la primera Universidad-partido que,
desencantados, llevaría a Jorge Medina Viedas y a Liberato Terán, a renunciar a
ella mediante una crítica severa al instrumentalismo que ejerció la dupla PCM-PSUM
sobre la centenaria casa de estudios y en las elecciones de 1985, para nombrar
rector, se decantarían dos corrientes dentro del seccional universitario del
PSUM: los que estaban por una Universidad libre del tutelaje partidarios y quienes
sostenían la continuidad de la universidad-partido.
Los primeros, impulsaron la
candidatura de Liberato Terán, quien pese a ser un activo del comunismo universitario
sinaloense estaba convencido de que el partido no debería utilizar a la
universidad para sus fines que son los que estaban claramente definidos en la
Constitución y su ley reglamentaria y en ese propósito, lo acompañamos muchos
universitarios con y sin partido.
Los segundos, promovieron la
candidatura de Audomar Ahumada, quien había sido dirigente del PCM. Audomar en
ese momento no cumplía con el principal requisito para aspirar, un título
universitario, lo que no fue obstáculo pues Jaime Palacios, director de la
Facultad de Economía, otorgó el titulo vía fast track y de esa forma
tramposa, cumplió el trámite y salió a pedir el voto bajo la fórmula electoral
de Unidad Democrática que era una constelación de grupos hegemonizada por los
comunistas.
Rocha Moya, no apoyó la
candidatura de Liberato Terán, sino la de Audomar Ahumada, quien ganó la
contienda fortaleciendo la Universidad partido y este mandato terminó siendo un
fracaso rotundo. Y al finalizar esta gestión ya nadie insiste en el proyecto de
la Universidad democrática, crítica y popular, la Universidad partido empieza a
desvanecerse en el rectorado de David Moreno y Rocha entendió que solo podía
dar viabilidad a la institución apegándose a los lineamientos de la SEP.
Rubén Rocha, nos dice que a él como
aspirante no lo apoyó ningún partido para llegar a la Rectoría y es cierto, porque
no hacía falta, persistían los grupos políticos apoyando a tal o cual candidato
a cambio de cargos en lo que se llamaba pomposamente “administraciones plurales”
y, no pocas veces, se compensaba con plazas académicas definitivas.
Rocha Moya, siendo rector formó su
propio grupo político: los “rochistas” y de aquellos leales, los que han
sobrevivido y están en condiciones, ocupan posiciones en el gobierno o en Morena,
como es el caso de Manuel Guerrero, actual responsable del partido, o los hijos
de aquellos antiguos rochistas, como es el caso del ahijado Juan de Dios Gámez,
que sin haber obtenido un solo voto lo habilitó como alcalde de Culiacán.
Incluso, al finalizar su gestión
como rector, se habló de que último momento había entregado 350 plazas por
fuera de los procedimientos de contratación y sin sustento financiero favoreciendo
principalmente a “rochistas” sobre todo entre aquel sector de activistas a los
que de la noche a la mañana se les habilitó como flamantes “profesores-investigadores”
y a la larga, la mayoría de ellos, resultaron unos vivales pues no satisfechos
con el ingreso de la plaza asignada “estudiaron” maestrías y doctorados “patitos”
mejorando sus ingresos, incluso, muchos de ellos jubilándose con los mejores salarios
de la Universidad lo que significó una doble pérdida: capital económico y
humano.
Se que a todos los rectores hay que
analizarlos en sus claroscuros para ser justos con su desempeño y para medir su
contribución al proceso de institucionalización de la UAS que siempre será el
mayor desafío para erradicar abusos.
Entonces, las palabras que escuchamos
esta semana al gobernador sobre su “sospecha” de que la UAS financia al PAS, el
partido de Héctor Melesio Cuén no es el primero que la expresa. Antes lo
hicimos otros. Lo nuevo es que lo dice un gobernador quizá por una necesidad mediática
ante los escasos resultados, para cobrar la afrenta luego de la intervención de
militantes pasistas en el proceso interno de Morena o por la definición de
Héctor Melesio de apoyar al secretario de Gobernación en su aspiración
presidencial.
Soy un convencido de que las
universidades públicas deben rendir cuentas y estar libres de cualquier tutelaje
externo para desarrollar en el marco de su autonomía todas las potencialidades de
cada uno de sus miembros.
Igualmente, soy un convencido del
respeto a la ley, no concibo que el gobernador que “tanto quiere a la UAS” y “tanto
respeta al rector Madueña” haga declaraciones y manifieste sospechas de que la
UAS sostiene financieramente al PAS sin que interponga la denuncia
correspondiente, no hay duda de que Cuén está ahí e influye, y mucho, pero el
gobernador está obligado por su investidura a sustanciar sus dichos y llevar
sus alegatos y pruebas a las instancias correspondientes no de hacer grilla.
El problema de Rocha Moya es que
no esconde su deseo de tener todo bajo su control como en su momento lo intentó
Toledo Corro. Y en ese propósito nada democrático ya logró hacerse de los otros
poderes, la alcaldía de Culiacán y pronto veremos el futuro de ese angelito que
gobierna Mazatlán y, ahora, la UAS, que tiene como rector al Dr. Jesús Madueña
Molina, a quien hay que reconocerle que aprovecha sus márgenes de actuación para
estabilizar educativa y financieramente a la máxima casa de estudios como lo
prometió en su último informe de actividades.
Entonces, la tarea de un
gobernador debería ayudar, impulsar su proyecto político y en ese camino tender
puentes, construir acuerdos, fortalecer las instituciones del estado para de
esa manera cumplir con la oferta de un buen gobierno y en esa idea cabría cualquier
reforma institucional de nuestra casa de estudios.
Al tiempo.
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