EL PRADO BAJO LA COLINA
EL PRADO BAJO LA COLINA
Escribo este texto en la
comodidad de la biblioteca pública instalada en pleno centro de Oslo. En esa
área comercial, cultural, artística, memorística, destaca el edificio de seis
pisos, creado por los estudios arquitectónicos de la mancuerna de creatividad de
los despachos Lundhagem y Atelier Oslo.
Es una
biblioteca que pese a tener unas instalaciones modernas su origen data de 1785
gracias a la donación de 7000 libros y 150 manuscritos de un personaje llamado Carl
Deichman lo en ese entonces era un mundo de papel escrito. Se presume
que en esta donación estaba la Biblia Vulgata que había sido traducida del
latín por Aslak Bol y, hoy, es el libro más antiguo y valioso, en el acervo de
la también llamada Biblioteca Deichman.
Es una
biblioteca que tiene áreas especializadas en música, cine, filosofía,
literatura, política. Pero, lo interesante de esta biblioteca es que cuenta con
departamentos de libros de préstamos para prisiones y hospitales (Ojo, ISIC).
La
gente entra y sale con sus libros. O los
disfruta en los cómodos sillones ante amplios ventanales que permiten ver el
fiordo de Oslo, es decir, “la estrecha entrada costera de mar formada por
la inundación de un valle excavado o parcialmente tallado por acción de
glaciares”. Y es que estas bellezas naturales tienden a ser profundas por
ejemplo el Sogn noruego es de 1308 m de profundidad solo superado por el Scoresby Sund de Groenlandia
que llega alcanzar hasta los 1500 metros de profundidad.
O sea,
hay un mundo natural en esas profundidades oscuras que quizá el ser humano
nunca termina de conocer. Los noruegos en general viven muy acordes con el
medio ambiente. Oslo que tiene hoy a lo sumo 700 mil habitantes -menos que
Culiacán y ligeramente mayor que Mazatlán- tiene un excelente sistema de
transporte público y una gran cantidad de pueblos pequeños regados en el bosque
que circunda la ciudad.
Hay
pocos vehículos sobre las avenidas y los que circulan en su mayoría son híbridos
o eléctricos. Los noruegos y noruegas -por cierto, muy bellas, casi como las sinaloenses-
son peatonales por naturaleza. Caminan alegremente por sus amplias banquetas. O
se les ve observando por sus grandes parques en especial el Gustav Vigeland que
es el nombre del mayor escultor que haya dado el norte escandinavo.
En ese
parque que vale la pena conocerlo a través de YouTube o Wikipedia se puede apreciar
el valor de 212 escultura en granito y bronce. Un espectáculo sin igual porque
la naturaleza está al servicio del arte o el arte al servicio de la naturaleza.
Se dice que este noruego silencioso empezó a hacer las estatuas en 1907 y en 1942
entregó la última, eran los años de la guerra mundial, y esa región del mundo,
estaba a dos fuegos entre los nazis y los países aliados.
Y este
hombre, obsesionado con su obra, trabajaba día y noche, hasta tener cada una de
estas piezas perfectas, como también, el diseño del parque adonde irían a parar
cada una de ellas y, por cierto, no le tocó ver el final, porque el parque se
inauguró hasta 1950, cuando había terminado la guerra. Antes, en 1941, produce
la última pieza de esta serie, cuando la guerra estaba en todo su apogeo y ese
mundo, su mundo, estaba convulsionado por malas noticias. Al año fallece y ahí está
su obra, para recordarnos el poder mayúsculo del arte y para el disfrute de quienes
se atreven ir a este brazo terrenal aislado de Europa del Norte.
Esta
región de gente mayoritariamente de clase media, gentil, alegre, amable,
pacifista en un entorno sacudido por la guerra que hoy existe en Ucrania y ha
provocado una migración sin precedente hacia los países de Europa.
Leo una
nota que registra una declaración durísima de Vladimir Putin que sin más arroja
la bomba mediática, intimidatoria, “en una guerra nuclear, Europa sería
reducida a cenizas”. Hace unos días conversando con Katherine, una bella joven
rusa, que radican en esta ciudad me preguntó mi opinión sobre la guerra le contesté
que estaba de lado de las víctimas, los ucranianos y le pregunté: ¿Y tú? Su
respuesta fue la misma y calificó a Putin rotundamente como un dictador, un ser
indeseable.
Recorro
los pasillos de la biblioteca Deichman para ver esos grandes anaqueles plagados
de libros escritos en noruego, por ahí veo una biografía de Kapuscinsky, el
gran periodista de las guerras del siglo XX, que dejó un legado de solidaridad a
la humanidad y, después de andar por esos caminos de saber, levanto la vista
hacia el fiordo y en sus comisuras se ven embarcaciones con distintas banderas
escandinavas y llegó a la conclusión de que el mundo, no termina por entender el
sentido de la vida o peor está convencido de que la guerra es un mal necesario.
Inexplicable,
entre tanta mujer bella, en este prado bajo la colina, es decir, lo que
significa la palabra Oslo.
https://www.klm.com/destinations/mx/es/article/gustav-vigelands-bizarre-sculpture-park
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