LA WARNING DE BIDEN
LA WARNING DE BIDEN
En política frecuentemente escuchamos
que no hay casualidades, que una acción provoca una reacción y más, cuando esa
acción, es una disputa por el espacio de un liderazgo poderoso. La historia de
nuestro país lo demuestra y, casi siempre, hemos perdido cuando se trata de jugar
unas “venciditas” con nuestro vecino del norte. Si no veamos.
El 10 de noviembre de 1975, gobernaba Luis
Echeverria Álvarez, luego de los años sangrientos de 1968 y 1971 y se rumoraba los
servicios que había prestado a la CIA siendo secretario de Gobernación, bajo el
seudónimo de Litempo-8, Diaz Ordaz tenía la clave de Litempo-2, de acuerdo con
el libro Inside the Company: CIA Diary (Dentro de la Compañía: Diario de la CIA) del exagente Philip B. Agee.
No obstante,
esos antecedentes, Echeverría como presidente adoptarían un discurso
izquierdista o mejor, acorde con los tiempos, tercermundista, y abrazaba todas las
causas revolucionarias, aunque internamente persiguiera a los miembros de la
guerrilla urbana y rural -el concepto de Tercer Mundo aparece en medios
académicos y políticos en el marco de la bipolaridad estadounidense-soviética
incluso, en esa dinámica de deslinde de la Guerra Fría, los chinos bajo la égida
de Deng Xiaoping se autocalificaban como Cuarto Mundo.
Bajo ese radicalismo decidió mandar
a votar a Emilio Rabasa, representante de México ante la Asamblea de Naciones
Unidas, a favor la Resolución 3379 que definía al sionismo como una forma de
racismo. Y de alguna manera le asistía razón por el trato segregacionista que Tel
Aviv brindaba a los palestinos en la Franja de Gaza.
Sin embargo, el presidente
Echeverría estaba por terminar su mandato y lo movía ser el líder del llamado
Tercer Mundo y de esa forma alcanzar la secretaria general de la Organización
de Naciones Unidas (ONU), sin embargo, lejos estaba de lograr una y otra
posición de política internacional.
Por el contrario, aquel voto en
contra de los intereses judíos trajo daños a México cuando por primera vez sufriera
los efectos de una advertencia de viaje (travel advisory) al
estadounidense que pretendían hacer turismo de invierno en México y fue
relativamente sencillo pues, simplemente, los llamados tour operadores, pusieron
en los sistemas de venta que la oferta mexicana estaba cubierta al 100 por
ciento.
No había espacio en hoteles para
ningún viajero lo que evidentemente era una mentira y los destinos turísticos,
estaban vacíos, lo que representó una de las peores crisis para nuestra actividad
turística.
Recientemente el presidente López
Obrador reventó la llamada Cumbre de las Américas al advertir que de “no
invitarse a todos los países de la región él no asistiría” y lo siguieron otros
mandatarios, y el canciller Marcelo Ebrard lo remachó cuando llegó a Los Ángeles
para fijar posición en el mismo sentido de López Obrador y el conclave, terminó
siendo un fiasco, sin grandes acuerdos políticos en los temas esenciales de la
Cumbre.
Han transcurrido solo unos
cuantos días de aquella acción y el Departamento de Estado de nuestro vecino lanzó
una dura ofensiva contra el gobierno mexicano a través del llamado que hace a sus
connacionales para que eviten viajar a México y si lo hacen, llama, a que tomen
medidas de seguridad por el entorno violento.
El llamado es por un tiempo indefinido
dada la situación de violencia que se vive a lo largo y ancho del país con
excepción, dice el documento, de los estados de Campeche y Yucatán, que
técnicamente garantizan una mejor estadía, sin embargo, para llegar a ellos, es
inevitable pasar por zonas de riesgo para no ir más lejos basta ver la
violencia en Quintana Roo y Chiapas.
Entonces, no le faltan razones al
Departamento de Estado para advertir el peligro que existe cuando se transita
por el país dado los constantes actos de violencia y la escasa capacidad de
reacción de las fuerzas de seguridad del Estado Mexicano por una política de
seguridad disuasiva de “abrazos no balazos”.
Ante aquel desaire del presidente
es inevitable imaginar que el gobierno de los Estados Unidos tomó medidas en
contra del mexicano, y la primera, haya sido precisamente la pata de palo de
este gobierno: la inseguridad.
Pero, no sólo eso, es contra la actividad
turística que es una de las fuentes más importantes de ingreso de divisas y no
sería raro, que si esa es la lógica de la reacción por el desaire, muy pronto
pudiera tener una decisión en torno a las cuantiosas remesas que los
connacionales envían a la economía mexicana y que el presidente López Obrador, agradece
a los paisanos, como si fuera un apoyo al proyecto político de la 4T. Nada más
errado, las remesas siempre han existido, como una forma de solidaridad de los
mexicanos en el extranjero con sus familias y comunidades. Muchas de ellas que
habitan en zonas olvidadas y donde no se producen los empleos que reclaman los jóvenes.
¿Cuánto habrá de afectar esta
advertencia de viaje que lo abarca todo? Los Estados Unidos se encuentran ya en
recesión económica -falta de crecimiento e inflación galopante- y, esto, trae
aparejado la contracción del consumo.
En estas circunstancias uno de
los consumos que rápidamente cae en épocas de crisis es el de turismo porque es
prescindible y prospera, donde se garantiza la seguridad de los viajeros y eso,
evidentemente, no se cumple en amplias regiones del país.
Entonces, que el Departamento de
Estado estadounidense emita esta advertencia de viaje complica la situación pues
mete miedo a los turistas que hacen planes para los próximos meses y giran la
vista hacia lugares más seguros.
Incluso, desde hace años, en la
Unión Americana existe una campaña promocional intensas para que los y los estadounidenses
dejen de viajar al extranjero y solidariamente lo hagan por su país y eviten de
esa forma que los consumos de tiempo libre y ocio beneficien economías de otros
países.
En definitiva, el desdén del
presidente López Obrador y su interés por tener el liderazgo político en
América latina -cómo hace cincuenta años lo intento Echeverría Álvarez entre
los países del llamado Tercer Mundo- tiene consecuencias y, ahí está, la alerta
de viaje, que podría desestimular a muchos estadounidenses y agregar nuevas
acciones de política bilateral.
Y al parecer, en los círculos del
gobierno no están haciendo la lectura correcta y se manejan en clave errática,
cómo si fuera una decisión injusta “entre amigos” y hasta de competencia, de que
país tiene más violencia, cómo lo dice el alcalde Mazatlán, cuando reprocha “Estados
Unidos tiene más violencia”. No, la experiencia recomienda a los presidentes a
escoger bien sus batallas y leer mejor los mensajes de los adversarios.
Al tiempo
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