GOLPE DE ESTADO CONSTITUCIONAL
GOLPE DE ESTADO CONSTITUCIONAL
El desafuero del alcalde Jesús Estrada Ferreiro no debiera
ser un caso juzgado, no puede haber definitividad en el nombramiento del
llamado “alcalde sustituto”, porque hay notoriamente, indicios de violación al
derecho humano de votar y ser votado además podría configura, técnicamente, un
golpe de Estado constitucional, es decir, un golpe utilizando las propias
instituciones que deben ser siempre garantes de los principios democráticos en
materia electoral.
Si Estrada Ferreiro, como abogado, arma una buena estrategia
legal y la lleva a las instancias competentes -tanto de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, como a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-,
podría meter en serios aprietos al Congreso del Estado, que, a juicio de muchos
ciudadanos, se extralimitó en sus competencias constitucionales y resolvió arbitrariamente
en contra de un poder electo que sin duda había cometido excesos no solo
verbales pero lo correspondía resolver a la autoridad y hasta ahora no lo ha
hecho.
¿De cuándo acá los cuarenta diputados que integran la
legislatura pueden estar por encima de la voluntad de cientos de miles de
ciudadanos que emitieron su voto a favor del alcalde desaforado? y, en todo caso,
¿cuál es el fundamento constitucional y de derecho internacional, expresado en
la Carta democrática, que nuestro país suscribe, como parte contratante de la
salvaguarda entre otros derechos humanos de votar y ser votado?,
Que con la decisión adoptada en forma secreta se violentó
cualquier principio democrático y, todavía más, cómo diría el alcalde
desaforado, cuando esta jugada política es producto del interés del titular de
otro poder electo y probablemente de un poder administrativo. En definitiva, ¿dónde
está la sentencia de los delitos en que presuntamente incurrió Estrada
Ferreiro?
Veamos porque:
Las elecciones son procesos institucionales contemplados en
nuestra Constitución y nuestros ordenamientos electorales democráticos. Entonces
sus productos en materia de representación política son inalienables, salvo en
los supuestos previstos en materia de juicio político, que no es el caso, la Fiscalía
General del Estado, como parte del Poder Ejecutivo, solicitó que el Congreso
del Estado interviniera por presuntos delitos que habría cometido el entonces alcalde
del municipio de Culiacán, sin embargo, este precautoriamente no ejerció su
derecho de audiencia para argumentar su defensa lo que no significa culpabilidad
automática sino, quiero pensar, es parte de su estrategia de defensa. En esta
materia no cabe aquello de que “el que calla otorga” y tan es cierto, que el exalcalde
está semana volvió a Culiacán y llamó a conferencia de prensa.
Ergo, los diputados extrañamente en sesión secreta y por
unanimidad, resolvieron, en forma expedita su desafuero y no sólo eso, en el
mismo acto, habilitaron a un alcalde sustituto con carácter definitivo sin
considerar siquiera la posibilidad de que el alcalde depuesto habiendo sido
juzgado y encontrado culpable se convocará a nuevas elecciones.
Es decir, en lugar de actuar conforme a la ley se siguió a
pie juntillas el modelo autoritario de desafuero de Jorge Rodríguez Pasos, el exalcalde
Mazatlán, quien, en 2002, fue desaforado. Hoy vemos lo mismo con una escasa
oposición porque se le sentenció primero socialmente como una persona fuera de
sus cabales que cometía delitos que estaba creando problemas de gobernabilidad.
Y había que cambiarlo.
El alcalde sustituto, si nadie se lo impide gobernara sin
legitimidad, el resto del periodo por el cual se celebró una elección
constitucional y donde por mayoría de los votos emitidos ganó el abogado Jesús
Estrada Ferreiro, postulado por la coalición “Juntos hacemos Historia”,
integrada por Morena y el Partido Sinaloense.
Aunque hoy Estrada Ferreiro dice que no asistió a la
audiencia “porque se fue a vacunar a Estados Unidos contra el Covid-19”, antes,
había denunciado, muy a su estilo bronco, que no tenía sentido asistir a la
sesión secreta para defenderse porque todo ya estaba armado para inhabilitarlo por
órdenes del gobernador y que no se iba a prestar a entrar en ese juego
perverso. Y vinieron las especulaciones, entre ellas que había cruzado la
frontera norte para pedir asilo político, incluso, que entraría en contacto con
la DEA, para informar lo que “sabía”.
Ni una, ni otra cosa, sucedió. Esta semana el exalcalde volvió
y se le vio aparentemente más relajado, más medido en sus palabras y manifestó
que teme ser detenido por la autoridad judicial. Ha estado sometido a una
presión política tremenda por sus enemigos en el poder público y abandonado por
sus aliados tanto dentro, como fuera de Morena. Y no sabe, hasta donde, están
dispuestos a llegar con el fin de lograr definitivamente la apropiación de la
capital del estado. El gobernador muy magnánimamente ha declarado que el exalcalde
“no tiene por qué temer” incluso, que, si lo busca, lo va a recibir y atender en
su despacho.
Pero, el problema no es si lo recibe, lo escucha y le palmea
el hombro, incluso, si se toman la foto en plan amistoso y sonrientes no, el
problema, es de legalidad y legitimidad de las decisiones que tomó el Congreso
del Estado y la designación del “nuevo” alcalde que está tomando sus propias decisiones
y que podrían configurar delitos por la suplantación de funciones.
Y el desenlace habrá de depender, como lo ha dicho el
exalcalde Estrada Ferreiro, de su defensa por la violación de sus derechos
humanos que podría configurar el golpe de Estado Constitucional y ahí sabremos,
hasta donde, este personaje polémico, está dispuesto a ir con el fin no solo
defender su triunfo electoral sino la defensa del sistema democrático ya que deja
entrever el peligro cuando habla de la amenaza que se cierne sobre él cuándo denuncia
la existencia de “una lista negra” donde estarían otros cargos electos.
Algunos analistas complacientes, hablan de que detrás de “estate
quieto” está un llamado a la disciplina de aquellos representantes electos que
pudieran estar presumiblemente en esa lista y actúan en consecuencia para ser
borrados de ella. Uno de esos alcaldes sería el de Mazatlán, que nos dicen, que
lo de Culiacán lo tiene nervioso sobre todo por la compra multimillonaria de
luminarias mediante asignación directa.
El bien mayor es el que está en juego cuanto tiene que ver
con el estilo de gobernar del grupo que encabeza Rubén Rocha Moya. Lamentablemente
la ciudadanía -incluso los partidos- han caído en el garlito de aquello que un líder
de una federación estatal de abogados sentencia cuando afirma que “el desafuero
se lo ganó Estrada Ferreiro a pulso” o sea no importa la legalidad y la
legitimidad.
En definitiva, dependerá de la decisión del exalcalde y su
voluntad está lucha ya no sólo para él y sus electores, sino para generar un
precedente y recordarnos, que aun con toda la turbulencia social y política seguimos
siendo un país y un estado de leyes que debe ser refrendado por el derecho suscrito
dentro y fuera del país. Al tiempo.
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