UN GUGGENHEIM PARA MAZATLÁN

 UN GUGGENHEIM PARA MAZATLÁN

 

Ernesto Hernández Norzagaray

 

Siempre he escuchado entre un sector de empresarios y del mundo de la cultura que a Mazatlán hay que pensarlo en grande pues tiene un gran potencial de crecimiento por sus características geográficas y sociodemográficas y así parece que los gobernantes lo han entendido, unos más otros menos, ahí están los intentos de las últimas décadas por verlo crecer y desarrollar este puerto que tiene al menos 200 años de haber sido creada la primera gobernación política.

La recuperación del Teatro Angela Peralta durante el gobierno de Francisco Labastida, el Centro Histórico y la remodelación del malecón especialmente con Quirino Ordaz, el Centro de Convenciones como una iniciativa del SNTE a través de un fideicomiso durante el gobierno de Jesús Aguilar Padilla, la remodelación y modernización el estadio de beisbol y la creación del futbol, el parque central, durante el gobierno de Quirino Ordaz y ahora, a Rubén Rocha, le tocara inaugurar el nuevo Acuario y todo ello estuvo pensado de dar un valor agregado al destino turístico.

A la par de estas obras importantes está la supercarretera que une Mazatlán con Durango y una red de vialidades y servicios públicos que está resultando insuficiente para atender la demanda del turismo regional y que se complica, con el boom de torres, y se complicará más, con un mayor flujo turístico.

Por eso falta una mayor inversión en servicios públicos y MANTENIMIENTO de lo existente pues vemos como la falta de aplicación y actualización de reglamentos están provocando la percepción de que aun con todos los atributos naturales y no naturales ese valor agregado es una ciudad caótica donde impera por momentos la ley de la selva.

Pero, vayamos al título artículo, hasta ahora la inversión ha estado destinada a atraer turismo de convenciones, centros históricos, playa, deportivo, cinegético y ahora, con el nuevo Acuario se buscaría, como le dice Rafael Lizárraga, director ejecutivo del nuevo Acuario de Mazatlán, en una larga entrevista a Noroeste muy emocionado que “este acuario es un proyecto que va a generar más turismo, más derrama económica y mayor presencia de turismo nacional e internacional (y remata) es el producto número uno que actualmente se está construyendo en el país”.

No lo dudo. El Acuario será un atractivo importante para el puerto y si cumple lo que ofrece “proporción, diversidad, colección” provocará flujos en este sector de turismo, el turismo de acuarios, un género raro, pero, seguramente, emergente, en la oferta de la llamada “industria sin chimeneas” y ya lo vemos potencialmente con el existente que convoca a cientos, miles, de visitantes diariamente.

La inauguración del Acuario de Mazatlán me parece cerrará un ciclo de las grandes obras turísticas de Mazatlán y aunque podrán crearse otras obras a futuro hay una deuda con la oferta cultural, o mejor hay una mal entendida oferta cultural que se le asocia solamente con el Carnaval y la Semana de la Moto, la fiesta que nunca termina con sus reinas, princesas, papa quiz y mucha cerveza; tamboras, grupos de rock, bikinis y mucho run run de los escapes de las motocicletas Harley Davison.

Capitales como New York, Londres, Berlín, Helsinki, Abu Dábi, Bilbao, Venecia y Las Vegas hoy tienen un museo de la firma de Salomón Guggenheim y es un antes, y un después, en los flujos turísticos por la espectacularidad y sobriedad de la arquitectura que destaca en estas urbes -Conozco el de Bilbao y New York y es impresionante.

Con la llegada de Vicente Fox a la presidencia de la República México postuló para ser sede de uno de estos museos y fue Guadalajara la ciudad seleccionada. Se empezaron los estudios de factibilidad en 2005 para empezar las obras a finales de 2008 específicamente en donde se ubica el Mirador de la Libertad en la Barranca de Huentitán, sin embargo, está obra que se haría a  la par de otra similar en Rio de Janeiro, las únicas en Latinoamérica, se cancelaron en el caso mexicano porque “está muerto, fundamentalmente por una cuestión relacionada, en este caso, con la crisis económica, que impidió a las autoridades mexicanas tomar las decisiones que tenían que tomar en el plazo adecuado”.

No sé si el corporativo Guggenheim podría tener interés en volver a Latinoamérica con sus proyectos, y menos instalar uno de sus museos en un puerto del Pacífico pero, lo cierto, es que el modelo de obras que se han construido está destinado a sectores turísticos muy específicos y mucho se ha dicho que la oferta turística es muy convencional, un turismo de masas que le falta algo para despuntar con todo su potencial y es que no hay que olvidar que el puerto ha tenido momentos estelares que le han un plus como sucedía en la época del porfiriato cuando al puerto lo visitaban grandes cantantes de opera que llegaban al Teatro Rubio y que el artista plástico Antonio López Saénz, lo ha dejado plasmado en lienzos o el atractivo que tenía el puerto para toda esa pléyade de actores de cine estadounidense del siglo pasado o los escritores de la llamada Generación “Beat”.

Y es que las opciones del turismo han dejado de lado el aspecto cultural entendido como un estilo de vida de una ciudad y eso debería sino un proyecto, como el Guggenheim, una política pública  para algo más que la oferta existente pues hace falta reconocer la experiencia cultural que se labra en los “atelier” que respiran arte y que necesitan un correlato de las dimensiones como está pensado el Centro de Convenciones, los estadios de deportes o el Acuario, eso atraería a otro tipo de turistas que no viene porque buena parte de la oferta sigue siendo “sol, playa, sexo, trago” y eso, lo ofrecen cientos de lugares en el mundo.

Mazatlán requiere que se le dimensiones de acuerdo con su dilatada historia, su arquitectura decimonónica, su gastronomía cada día más virtuosa, los antiguos viajeros que un día llegaron para sorprenderse con lo natural del puerto, las artes plásticas que tienen una historia interesante, las artes escénicas que han hecho escuela y que está esperando ser reivindicada como una clara defensa ante las agresiones que están ocurriendo en beneficio de un modelo turístico basado en la  rentabilidad inmediata.

En definitiva, se dice que el futuro es de los audaces, los atrevidos, que llamaría hacer la gran referencia cultural que hoy embellece aquellas ciudades donde hubo gente que lo pensó en grande.

Qué así sea.

 

 

 

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