EUFORIA
EUFORIA
Ernesto Hernández
Norzagaray
“Voy con quién gane la encuesta”,
dijo con una sonrisa López Obrador.
Primera trampa, hay filtro.
No todos los que levantan la mano
para ser el candidato o candidata de Morena y eventualmente suceder al
presidente, están considerados en su ánimo.
Hay un solo círculo en este “tapadismo”
renovado, pero declarativamente inexistente: Sheinbaum, Ebrard y López.
Afuera hay otros que levantan una
mano desesperada como si estuvieran solos en medio del desierto de Altar. Y
dicen quiero, y vuelven a decir quiero, sin parecer que son escuchados, Monreal
y Fernández Noroña.
El presidente ni los ve, ni los
oye, menos les da un gesto de aprobación, consideración, inclusión, en la lista
de su dedo.
Ya algunas casas encuestadoras están
acotadas prácticamente al trio y aquellos van de cabina en cabina, buscando ser
vistos y oídos.
Segunda trampa, la encuesta.
Ya todo mundo sabe que las
encuestas de Morena son como los triunfos del viejo PRI, que se conocen los
resultados desde antes de que ocurrieran las elecciones.
¿O, alguien, ha visto que pierda
un candidato de Morena que previamente ha sido palomeado por el presidente
López Obrador?
Eso lo sabe muy bien Monreal.
Entonces, la encuesta, vendrá
diseñada para el escogido o escogida, aun así, habrá patadas bajo la mesa.
Y, de inmediato, vendrá la
cargada desde Tijuana hasta Chetumal; de Laredo a Colima.
Tercera trampa, la campaña.
El cierre de filas pondrá en
operación la maquinaria electoral morenista con todos los recursos a su alcance
y van a ser muchos, por ser el partido más votado en 2021, que le garantiza el
mayor financiamiento y porque en la promoción de la consulta de revocación de
mandato se demostró que no hay problema, con el origen de esos recursos -Hoy el
TEPJF trabaja en eso y pronto veremos sanciones para el Presidente, Secretarios
de Gobierno, Gobernadores y dirigentes políticos.
Y si alguno de los aspirantes de adentro
o fuera del primer círculo, decide irse como candidato de la oposición, con la
intención de voto de hoy podría significarle la jubilación política anticipada
y, quizá su mejor opción sea permanecer con una sonrisa desdibujada para
obtener un trozo de una eventual victoria.
Mejor, todavía, si resulta ganador
cualquiera del trio del presidente, tendría un lugar en la siguiente
administración federal morenista.
Ricardo Monreal, por ejemplo,
podrá estar feliz siendo candidato de Morena al gobierno de la Ciudad de
México.
Noroña, lo estaría, también,
liderando una de las dos cámaras legislativas pues habría magnanimidad en el triunfo
(Maquiavelo, dixit).
Este escenario solo podría
alterarse, aunque hoy no se vislumbra, que la oposición primero vaya toda
junta, que esté alrededor de un candidato o candidata competitiva y un programa
de gobierno que ofrezca soluciones al malestar de los que están perdiendo en el
marco de la crisis económica cuando todo indica que irá a peor con el proceso
inflacionario en marcha.
Que el malestar contra todas las
manifestaciones de violencia se siga transformando en un movimiento contestatario
que busque vías políticas que pueda aprovechar la oposición y que no ha sabido comunicar
eficazmente lo que haría en este y otros temas candentes que el presidente
desdeña desde su propio relato justiciero.
Incluso, que, en una competencia
de símbolos, el candidato de la oposición tenga más activos que el de Morena y
sus aliados.
Por ejemplo, en el caso que toda
la oposición se pronuncie a favor del hijo de Luis Donaldo Colosio, el
apellido, la víctima y el mensaje pesa más que el aura del candidato o
candidata morenista, pues hasta ahora a ninguno de los pretensos se le han
visto los arreos carismáticos de AMLO y peor son materia de memes penosos.
Y ese perfil bajo, lejos del
carisma redentor, seguramente es la gran interrogante que trae en la cabeza de
AMLO pues una mala selección podría poner en riesgo el resultado de la
contienda por los votos.
No hay que olvidar que el PRIANRD
en 2021 obtuvo cerca de 20 millones de votos y MC tres, con un defecto de la
dispersión de manera que les costó más cada diputado y Morena y sus aliados obtuvieron
20 millones con los triunfos de mayoría relativa y con un menor costo en votos
de su representación.
La tendencia a la baja en la
votación de Morena y aliados podría consolidarse por los 15 millones que
votaron a AMLO en la consulta de revocación de mandato y el resto es un volado del
que ya veremos como cae.
La oposición del PRIANRD, más MC,
ciertamente, no sale todavía de su mal karma político, pero tiene un potencial
de 23 millones de votos, que podrían incluso aumentar como voto de castigo entre
aquellos sectores que no se les “ve ni se les oye”.
La euforia morenista no es el mejor
termómetro para medir la intención de voto de las mayorías por el contrario
podría alimentar un sentimiento de confianza.
Pero, la confianza es mala
consejera en política, blandece la acción política y se construyen imaginarios
que no corresponden con la realidad dura.
Y, pronto veremos, si sube la
intención de voto a favor de Morena y sus aliados. Demostrar que no necesita de
los poderes facticos para alcanzar los triunfos, cómo ocurrió en las elecciones
de 2021, el país necesita un auténtico sistema de partidos
Si esto se repite, porque
funcionó como inhibidor de candidatos, generador de votos y victorias, el
sistema político estaría deslizándose a una narcocracia y eso cambia
radicalmente las coordenadas de competencia electoral.
Ya el tema trascendió y llegó a
la Cámara de Representantes estadounidense con el pedido de un legislador
republicano que llama a que México sea considerado como una narcocracia que
debe ser vista como tal, como un sistema, donde las redes criminales influyen
en la selección de los candidatos y resultados electorales.
Ese sello es el que está ya
detrás de varios gobiernos morenistas y eso debería atenuar, matizar, las
expresiones de júbilo porque podrán ganar incluso ampliamente, pero, tarde, o
temprano, alcanzará directa o indirectamente a cada uno de los hogares como ya
sucede en buena parte de Michoacán, Zacatecas, Jalisco, Guanajuato, Colima, Veracruz,
Guerrero...
Al momento de escribir leo que el
hijo del candidato morenista en Tamaulipas -estado que ya ha dado su cuota de narcopolíticos
que hoy están en prisiones norteamericanas- se le vincula con una trama mafiosa
en las elecciones 2021 cuando su padre fungió como delegado político de Morena
en Sinaloa y presuntamente Morena recibió dinero ilegal desde un paraíso fiscal
del Caribe.
En definitiva, quien sea el
candidato de Morena en 2024 o mejor el escogido por AMLO, no sólo tiene
enfrente a una oposición meliflua sino una circunstancia que despide aromas de
narcopolítica y eso, no es una buena noticia, cuando hace unos días un
expresidente hondureño fue a parar a una prisión allende el rio Bravo.
Al tiempo.
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