LOS 100 DÍAS DE ROCHA
LOS 100 DÍAS DE ROCHA
A la memoria de Ceci
Schobert
Rubén Rocha y su equipo, cumplen los
primeros 100 días de gobierno, un periodo paradigmático que se ha vuelto una
tradición para medir las características, prioridades y estilo de un ejercicio
de gobierno.
Antes de ir al tema de fondo,
habría que decir que este mandato sexenal, llegó con la más alta votación a
favor en la historia de Sinaloa tras haber obtenido 624 mil sufragios lo que técnicamente
le da una legitimidad democrática sin precedente.
Aun cuando, hay que recordarlo,
el crimen organizado se haya hecho presente a lo largo y ancho del estado
durante el pasado proceso electoral.
El gobernador dijo en campaña y
lo repite en el gobierno que la tarea de su gobierno es armonizar la 4T en Sinaloa,
es decir, apostar por un Estado social, donde los pobres sean el centro de las políticas
públicas.
Que, sin duda, estratégicamente, es
loable, apostar por una mejor distribución de la riqueza entre los sinaloenses.
¿Quién podría estar en desacuerdo
con un propósito discursivo tan noble como ese cuando este sector ha crecido exponencialmente
en la pandemia? ¿Cuándo se han estancado o deprimido los salarios? ¿Cuándo
muchos han perdido las prestaciones sociales por la falta de un empleo o peor
cuándo el titular de esas prestaciones ha fallecido y dejado en desamparo a los
miembros de su familia? Nadie, en su sano juicio podría estar en contra, si
tiene un mínimo de empatía y solidaridad con el otro conciudadano.
Y para ello, Rocha Moya, se ha
esforzado por contar con un equipo que combina experiencia, profesionalismo y
compromiso social, aunque, igual, se han incorporado una camada de jóvenes que
le dan un toque renovador y alegre a esta gestión que apenas inicia la andadura
de seis años.
Pero, yendo más allá, ¿qué define
a este gobierno que técnicamente es el resultado de la coalición electoral
Morena-PAS y qué se ha convertido de facto en una coalición de gobierno si lo
vemos en clave de reparto de cargos públicos?
Cogobierno, podría interpelar
Héctor Melesio Cuén, pero los indicios no son tales, no hay un cogobierno, lo
que hemos visto es un reparto de posiciones entre los diversos grupos que
hicieron la campaña en los 18 municipios y, donde, claro, al PAS le ha tocado la
mayor y mejor tajada de cargos públicos.
No hay cogobierno, por una razón
simple y llana, todavía no existe el constitucional Plan Estatal de Desarrollo
(2021-2027) por lo que se alcanza a observar es que este no va a ser resultado
de negociaciones entre Rubén Rocha y Héctor Melesio Cuén sino del esfuerzo que
hoy está realizando una burocracia sectorizada y la convocatoria social que
servirá para dar legitimidad a este esfuerzo colectivo.
Y, aunque en política nada es definitivo,
está la máxima del gobernador que provocó ronchas en un sector de esa
burocracia cuando dijo que él “no negocia con sus subalternos” lo que significa
en otras palabras la máxima de Maquiavelo de “el poder no se comparte, se
ejerce” o, más llanamente, no hay, ni habrá cogobierno, todo el poder pretende ser
del gobernador.
Si se impone ese rasgo en el
estilo de gobernar de Rocha Moya podría significar un gobierno con un liderazgo
fuerte, pero, igual susceptible, de que los inconformes, hagan el trabajo de
zapa y en las coyunturas lo torpedeen, lo que llama a renovarlo constantemente
a través de iniciativas políticas con alto respaldo social.
Sin embargo, eso va a depender
mucho, del apoyo de un gobierno federal altamente personalizado y con una agenda
nítida para el 2024 que a mi juicio reduce a los gobernadores de Morena a una
suerte de comisarios políticos que operan las políticas y los humores del
hombre de Palacio Nacional.
Esa mecánica del poder
presidencial ya la estamos viendo en los estados gobernados por morenistas. Los
grandes proyectos de inversión en infraestructura, los presupuestos etiquetados
y las empresas que los ejecutan e incluso decisiones de política, política, se
deciden en la Ciudad de México.
Los márgenes de actuación de los
gobiernos estatales están demostrado tiende a reducirse y eso, en un contexto
de incremento de demandas sociales, les toca administrar los problemas y
conflictos que de ello deriven.
Entonces, las prioridades de un
gobierno social, como el que se pretende impulsar en Sinaloa, al menos, hasta
el 2024, estará sujeto a los programas y ánimo del presidente López Obrador, lo
que exige de Rocha Moya una gran capacidad para legitimarse en el ejercicio de gobierno.
Lamentablemente las señales más
visibles no van en esa dirección y más bien van en sentido contrario, cómo lo
demuestran, la malas decisiones que se tomaron con relación a la planta de
nitrogenados de la Bahía de Ohuira que provocó la movilización popular del
morenismo y, hoy, con esa falta de apoyo se encuentra en suspenso, como sucede,
también con el polémico decreto del presidente López Obrador de que obras
prioritarias no pueden estar sujetas a amparos y qué está en manos de la Corte
de la Nación para saber si es constitucional esa decisión.
Y otro caso, hasta ahora, es
tener control democrático sobre Morena, impuso a su dirigente por la vía
administrativa, no democrática, como lo establece con precisión la Ley de Partidos
y Manuel Guerrero, nuestro amigo Meny, sigue siendo un extraño para un
morenismo que ha operado desde 2015, sin dirección política.
Mejor, todavía, cómo en política
no hay vacíos, esa ausencia de dirección, significó la creación de poderes de
facto que no quieren estar sujetos a las directrices del partido como son los
casos de los alcaldes Luis Guillermo Benítez Torres y Jesús Estrada Ferreiro
porque sienten que le hablan al oído al presidente y nada le deben a Rubén
Rocha.
Ahí, destaca el caso de Benítez
Torres, que ya no sabemos si está empeñado en sacar adelante el Carnaval
Internacional de Mazatlán o hacer quedar mal al gobernador, del que se ha de reír
a su espalda, cuando aquel asume estoicamente los reiterados plazos para
decidir si habrá o no la llamada fiesta de la carne, sin importar, que el semáforo
de salud suba de intensidad con el incremento de contagios y muertes.
En definitiva, el balance de los
primeros 100 días de gobierno de Rubén Rocha, dejan un sabor agridulce ya que pese
a los esfuerzos que hacen algunos de sus subalternos para darle el toque dinámica
y hasta humanista de la 4T -entre, ellos, destaco, el rol importante de Tere
Guerra en la Secretaría de la Mujer, Juan Avilés en el ISIC, Héctor Melesio
Cuén en la Secretaria de Salud, Enrique
Inzunza en la Secretaria de Gobierno y Carlos Karam en CONFIE - el resto, no
tiene mayor visibilidad y, algunos cargos intermedios, me han dicho que tienen el
cargo pero no dinero para impulsar programas, y, además, en lo político es
claro que la marca es el desencuentro del gobierno estatal con los alcaldes de los
principales municipios del estado.
Al tiempo
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