ROCHA MOYA, ¿GOBERNADOR O COMISARIO POLÍTICO?
ROCHA MOYA, ¿GOBERNADOR O COMISARIO POLÍTICO?
Creo que Rubén Rocha cometió un error de cálculo producto de
un exceso de confianza por la gran cantidad de votos recibidos y quizá, más pronto
que tarde, se le podría revertir al haber integrado al gabinete a personas de
izquierda que tienen voz propia y larga trayectoria en la lucha social y
universitaria.
Ahora, ellos, están acomodándose en sus cargos administrativos
y viendo las decisiones que Rocha Moya está tomando, entre ellos el espaldarazo
al alcalde Luis Guillermo “Químico” Benítez y el golpe asumido estoicamente por
Héctor Melesio Cuén, el aval penoso al proyecto contaminante de la bahía de
Ohuira o el proyecto, que se pretende levantar en la meseta reservada de Cacaxtla
en Elota y, esos mensajes y más que vendrán, perfilaran la naturaleza de este gobierno
con rostro progresista, pero, dispuesto a operar acríticamente decisiones que
le llegan de lo alto del poder político en perjuicio de comunidades sinaloenses.
Cada una de ellas, habrá de ir poniendo en entredicho el aura
progresista de Rocha Moya y, silenciosamente, algunos de este sector de la
izquierda ante un dilema de congruencia y ético, podrían replantearse su
participación en este gobierno que ya tiene narrativas encontradas entre el
decir y el hacer.
Claro, hay quienes están y estarán sin inmutarse en el
gabinete por otras razones, y no tendrán problemas en mantenerse en el cargo bajo
cualquier circunstancia, pero ¿qué pasará con aquellos y aquellas, que tienen
una visión de conjunto del gobierno y no desde el segmento que les toca administrar.
Rocha Moya, ha dicho groseramente a su principal aliado electoral,
Héctor Melesio Cuén, que él “no negocia con sus subordinados” cuando se planteó
el tema de Mazatlán, lo que le pegó a quien está acostumbrado que el poder lo
trate con respeto, deferencia y hasta complicidad.
Pero, esa contundencia verbal ¿qué efecto tiene o tendrá
entre quienes no cultivan una ambición transexenal y están ahí “por el proyecto”
?, ¿serán tolerantes ante un eventual bajón que los pondría en calidad de simples
burócratas que deben estar acríticamente a las órdenes de los humores del jefe,
de quien despacha en el tercer piso del Palacio de Gobierno y que “no negocia
con sus subordinados”?
Creo, que el de Rocha Moya fue un mensaje equivocado,
viniendo de un gobierno, que doctrinariamente se mueve bajo las coordenadas éticas
del “no somos iguales” y, que supone relaciones de poder más horizontales, por la
sencilla razón, de que varios de los que se han subido al gobierno lo hacen con
convicciones propias y no, por lo que decida, el jefe del tercer piso.
Así ¿qué tanto tiempo habrá de pasar antes de que afloren las
diferencias en el gabinete y está se sumen al descontento en las relaciones del
Ejecutivo estatal con los Cabildos de Mazatlán y Mocorito? incluso ¿al interior
de Morena que en algún momento debe marcar una sana distancia con sus gobernantes?
lo que llevaría a plantearse inevitablemente el rol de Manuel de Jesús “Meny” Guerrero,
¿cómo delegado del partido con “funciones de presidente”? o, mejor, que el movimiento
social que ya estalló en Ahome y dónde participan destacados morenistas ¿no estén
dispuestos a acatar las decisiones de su jefe político?
Incluso, cómo lo hemos escuchado, antes y durante la “consulta
ciudadana”, algunos morenistas ya ponen en duda el liderazgo de Rocha y hablan
de traición tan sólo un mes de haber entrado en funciones.
Muy rápido se está dando el desgaste del gobernador y es que
queda al descubierto, que al menos en lo que se refiere a los proyectos del presidente
López Obrador, será un testigo DE honor, pero al fin solo testigo.
Qué, solo vió, desde la barrera, cómo se pone en marcha el operativo
(consulta ilegal, coacción y compra de votos, amenazas de muerte…) sin que haya
hecho lo mínimo, para salir bien librado de la consigna de sacar y al costo que
sea la consulta.
¿Cómo podrá Rocha Moya remontar este desgaste producto de una
directriz de Palacio Nacional? ¿con la percepción de que el manejo del caso de
la laguna de Ohuira será lo que marque la pauta de su gobierno? ¿acaso hay alguna
diferencia de lo que antes se hacía y cuestionaba cuando fue candidato a
gobernador de la izquierda en 1986 o en 1988? ¿Cuándo a Francisco Labastida y a
Juan Millán, le daban directrices desde Los Pinos y en el caso de Millán en
rebeldía ganó su espacio frente al poder central?
Solo hay una posibilidad que Rocha Moya se salve de este desgaste
y es que se instale en una postura federalista que defienda la soberanía estatal.
Pero, sospecho con cierto pesar, que nunca lo hará, por lealtad al presidente
López Obrador, aunque perjudique a sus paisanos.
Y, ahí, radica el dilema político de este gobierno cuando las
grandes decisiones del estado deberán estar en sintonía con las de Palacio
Nacional.
Si, es así como ocurren las cosas, Rocha Moya tendrá que
resolver el dilema que resulta entre ser un gobernador o un comisario político,
incluso, con poderes disminuidos, y eso, no es lo que necesita un estado, que apostó
masivamente por Morena y Rocha Moya, sino otra política más digna, federalista,
autónoma, con una verdadera separación entre partido y gobierno, y de este con
los otros poderes, además, sensibilidad, para acercarse y apoyar a la gente que
está rechazando el proyecto contaminante de la bahía de Topolobampo.
Pero, quizá es mucho pedir, quien aceptó que se pusiera a
consideración una consulta que nada tiene que ver con la que el mismo votó en el
Senado de la República, incluido, también, Rabindranath Salazar Solorio, el senador morenista, con licencia que
hoy se desempeña como subsecretario de Desarrollo Democrático en la Secretaria
de Gobernación, y fue quien presentó el engaño en el Cabildo ahomense y lo justificaron
a sabiendas de su ilegalidad y, peor, diciendo, que la consulta, no era
vinculante pero, si, “determinante”. ¡Aguas!
Lamentablemente son varios los tropiezos del gobernador Rocha Moya en tan poco tiempo y eso, no sólo
tiene alarmados a ciudadanos que observan la cosa pública sino, también, a miembros
y simpatizantes de López Obrador y de Morena, incluidos, claro, algunos del
gabinete que seguramente no están de acuerdo con algunas de las decisiones que
se están tomando en términos políticos pero, sobre todo, en contra el medio ambiente
y la gente humilde, que vive de la pesca ribereña, y que hoy, está temerosa por
lo que le pueda suceder a ellos y la bahía que les da el sustento diario.
Falta, en Sinaloa, urgentemente, una crítica desde la
izquierda a este obradorismo, cómo escribió y recomendó, está semana Jorge Zepeda
Patterson en las páginas de Milenio.
Y, aclaro, no estoy hablando de Tomás Saucedo, quien a menos
de un mes de gobierno le renunció al gobernador quizá, como mensaje velado, del
“subordinado” Héctor Melesio Cuén.
Al tiempo.
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