AMLO Y LO SUSTANTIVO DE LA FIL
AMLO Y LO
SUSTANTIVO DE LA FIL
Era previsible que sucediera nuevamente en la pasada edición
de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que la crítica se enseñoreara
en las voces que ahí concurrieron y dejara sus mensajes al poder y es que, una
feria de los libros no puede ser de otra forma, ahí se exponen ideas y se
discute en beneficio de la sociedad que la alberga, incluso, más allá.
Ahí radica la fortaleza de esta feria que está entre las más
prestigiadas del mundo -se dice que solo la de Frankfurt la supera- y, por lo
tanto, debe ser motivo de orgullo para todos los mexicanos.
Quizá, por eso, sorprende que funcionarios del gobierno federal
y estatal, no hayan hecho acto presencia por las rencillas que tienen sus
titulares con Raúl Padilla López, presidente del Comité Organizador de la FIL,
y no sólo eso, que vean en ella un espacio enemigo.
El presidente López Obrador lo dijo en la conferencia
mañanera “en la FIL se dedicaron a atacarnos”, es decir, desde su ego y visión hubo
una estrategia en operación para que así sucediera, y no que era inevitable, en
un espacio por su naturaleza crítica.
Acaso ¿no recordamos que la FIL en sus 34 años de existencia muchos
presidentes de la República la han evitado y sufrido?
Ahí están los ejemplos de Ernesto Zedillo que nunca asistió a
una edición de la FIL, pero eso no evitó que fuera mencionado nada más, ni nada
menos, por José Saramago, el Nobel de Literatura, que, en la presentación de
uno de sus libros en 1999, dijo, en clara simpatía por el zapatismo de las
cañadas chiapanecas:
«Yo no
tengo otro comentario para dejar aquí. Pero parece que es un sino mío, cada vez
que llego a Guadalajara, algo tengo que decir que no le va a gustar al gobierno
mexicano. Entonces, lo único que yo quería decir es lo siguiente: hay guerras
que son guerras y hay no guerras que son igual que guerras. La no guerra de
Chiapas es una guerra»
Otro
más, fue el caso de Felipe Calderón, que en 2007 ya habilitado como presidente
asistió a la FIL para participar en una presentación, pero, fue vapuleado por los
seguidores de López Obrador.
Uno de
esos ataques fue el de una joven que gritó airadamente: «¡Felipe Calderón: eres
un presidente espurio!», La joven fue sacada de inmediato y a la fuerza de la
Expo Guadalajara, por miembros del Estado Mayor Presidencial, años más tarde, Margarita
Zavala, candidata independiente a la Presidencia, viviría algo similar cuando
la interpeló otro joven mientras firmaba uno de los ejemplares y le recordó que
había perdido a su padre, que era una víctima de la guerra que había provocado su
marido.
Y un
caso patético fue el de Enrique
Peña Nieto, candidato a la Presidencia de la República, quien tuvo dificultad
para señalar los tres libros que habían marcado su vida y se hizo bolas, con
los títulos y los nombres de esas obras.
Carlos Fuentes, ante la confusión con el título una de sus
obras, dijo, que Peña Nieto, no estaba preparado para ser presidente, y que era
un personaje pequeño, que no lo merecían los mexicanos lo que fue un golpe
mediático de grandes proporciones.
Ahora López Obrador en sus tres años de gobierno ha evitado
asistir a la FIL para presentar algunos de sus libros y, peor, la ha criticado porque
asisten a ella como invitados especiales Mario Vargas Llosa, Enrique Krause,
Héctor Aguilar Camín o Jorge Castañeda que tienen una postura crítica contra su
gobierno.
Incomprensible cuando, otros presidentes, han sido cautos, en
el momento de expresarse sobre lo que sucede en los diez días de la FIL, aun,
cuando, sea dura la crítica, como debe ser en esos espacios deliberativos y de mucha
interacción con los lectores asistentes.
Y es que, repito, como no podía ser así, iría en contra del espíritu
de una feria del libro.
Claro, el presidente López Obrador ve una confabulación,
entre los organizadores, los invitados especiales y los medios de comunicación
que le dan vuelo a lo que estos dicen.
Pero, esa percepción equívoca, solo muestra el disgusto que
le provoca la palabra de sus “adversarios ideológicos” y hasta se pensaría, que
quisiera que no existiera la FIL y se impusiera el pensamiento único del poder,
pero, eso, no cabe en una sociedad democrática marcada por la pluralidad y la
diversidad de voces.
Estamos hablando de la libertad, un valor intrínseco a las
sociedades democráticas que no pueden ser puesta en entredicho y está, acorde,
con el señalamiento presidencial de que en México no se persigue a nadie por
sus ideas por lo que se escribe o lo que se dice, pero, estos deslices dejan
entrever la molestia, la proclividad a la uniformidad y el desdén por los
intelectuales.
Más bien, espacios como los de la FIL, deberían multiplicarse
como referencias a las que el gobernante debiera acudir para tomar el pulso de
lo que piensa la inteligencia y tomar decisiones más informadas para el bien de
todos los gobernados.
Y aquí aprovecho para acercarme a la enseñanza de lo ocurrido
en dos eventos de la FIL, la mesa México, un presente en busca de un futuro, que moderó Héctor Aguilar Camín, y
donde estuvieron Jorge Castañeda, Lisa Sánchez, Guillermo Cejudo y Luis Carlos
Ugalde.
Luego de plantear diversos
problemas que conlleva esa busca de futuro el moderador planteó: ¿Cuáles son los más más
graves?
Y la respuesta de Ugalde es de tomar en cuenta por sus
implicaciones en la vida pública en clave de amenazas a nuestro sistema
democrático:
“La primera es el crimen organizado como operador de
campañas políticas. Aunque aquel ha venido capturando a muchos gobiernos
municipales en las últimas décadas (en algunas entidades más de la mitad del
territorio es presa de los grupos criminales), fue hasta la elección de este
año que –además– se convirtió en movilizador e inhibidor del voto” (…)
“La segunda gran amenaza a la democracia mexicana que
crece a pasos agigantados es la militarización, no sólo de la seguridad
pública, sino de amplias actividades civiles que incluyen construcción de
grandes obras públicas, operación de puertos y aeropuertos. No sólo eso: las Fuerzas
Armadas serán beneficiarias del usufructo de algunos de esos proyectos que
serán para sus sistemas de pensiones”.
Y la otra fue la intervención de Mauricio Merino,
coordinador de la Red de Rendición de Cuentas, con sede en la UdeG, que
recriminó al presidente su reiterada calumnia contra las instituciones
académicas, pero, especialmente al CIDE y la UdeG que dijo habían callado como
momias durante el periodo neoliberal:
“Para ser momias, somos unas
momias muy ruidosas. No es verdad lo que ha dicho el presidente
López Obrador y hay que decirlo, porque como parte de la defensa de la
democracia debemos enderezar la verdad y no tolerar de los poderes públicos, de
ningún poder público, sea el que sea, incluso el más alto, como es el caso, la mentira y la
calumnia”, sostuvo.
El presidente López
Obrador debió ir a la FIL y aprovechar ese foro para dar respuestas a estos
temores y reclamos que hoy están en el ambiente de la vida pública y plantear sus
puntos de vista, como corresponde a una sociedad democrática, y que, él, en forma
reiterada ha dicho que está comprometido con ella.
Dejó pasar la
oportunidad y optó por la lejanía como respuesta.
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