DE VUELTA A LA PLAZA PÚBLICA
DE VUELTA A LA PLAZA PÚBLICA
El Zócalo de la Ciudad de México,
como en los buenos tiempos del AMLO opositor, estaba lleno y en el escenario
estaba exultante el presidente, acompañado de su esposa y de los principales
miembros de su gabinete…además, de Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno de la
capital del país, que está siendo promovida para que sea la próxima candidata
de su partido-movimiento a la Presidencia de la República.
La plancha de piedra sostenía al
morenismo que había llegado desde diversos puntos de la capital y el país para
escuchar a su líder que hablaría, no solo de los logros de los tres primeros
años de su gobierno, sino de los anclajes ideológicos, que espera dejar y que
deberá enarbolar quien resulte candidato de su movimiento -claro, los menos, estaban ahí, solo para
disfrutar del paisaje musical que estuvo pensado en clave simbólica por la
selección regional que alimentaba la atmosfera nacionalista.
El 1 de diciembre no era cualquier
día más del calendario y es que se trataba de hacer el balance de su gobierno en
positivo, sin soslayar aquello que es la gran deuda para la siguiente fase de
gobierno o mejor, los déficits de esta administración, que estará cuesta arriba
por la complejidad y porque que técnicamente le quedan no tres, sino dos años,
a este gobierno, de acuerdo con nuestras tradiciones políticas, ya que el
último, será en clave de las necesidades del futuro candidato o candidata del oficialismo.
Quizá, por ello, son importantes
los mensajes políticos que dio en el zócalo, y que distintos analistas los han
destacado, el primero, la autodefinición de su gobierno, como uno de valores, que
tiene en el centro la máxima de “Primero los pobres”.
Que, más allá de un recurso
propagandístico e identitario, habrá que verlo en términos de efectividad de políticas
públicas ya que al menos en los dos primeros años de su gestión de acuerdo con las
investigaciones del INEGI, entre 2019-2020 6.2 millones de clasemedieros descendieron
a la clase baja.
Entonces, más allá de que ese
resultado empobrecedor, y que se le pueda achacar a la pandemia global de 2020,
lo cierto, es que la política pública tiene que ver con que los programas
sociales, no han sido lo más eficiente, porque atiende la necesidad de los
sectores más vulnerables, pero, no, la crisis empresarial y laboral que provocó
la pandemia sin respuesta del gobierno para no contratar deuda.
Y ya se sabe, en materia de
empleo, cada puesto que se pierde, difícilmente se recupera por dos procesos
que están ligados, aquellos de las grandes empresas frecuentemente son
sustituidos por tecnología y la sobrecarga laboral de los trabajadores que
permanecen y en el caso, de las medianas y pequeñas empresas sobrevivientes, harán
lo propio, cerrando, reduciendo personal, optimizando el recurso económico escaso.
O sea, muchos de los gobernantes,
que estaban aplaudiendo en el zócalo asentían porque era un momento estelar del
presidente López Obrador, y aunque los programas sociales son constitucionales,
saben que es un buen slogan, pero insuficiente, desde el punto de vista social,
y lo que se necesita, es generar empleos mejor remunerados.
Lo que empata con el tema recurrente
de la polarización política que lleva a la desconfianza de los inversionistas
por la falta de certidumbre y es donde cobra sentido, otro de los mensajes
políticos del presidente, que es la crítica a quienes recomiendan que hay que alejarse
de ese lenguaje y girar hacia el centro político para renovar los canales de confianza
con los dueños del capital.
Es decir, la historia podría repetirse,
recordemos, al expresidente López Portillo, que, en el ocaso de su gobierno,
rompió lanzas contra el capital y estatizó la banca, lo que provocó una gran fuga
de capitales que llevaron a una devaluación mayúscula y definió el horizonte de
las reformas estructurales neoliberales.
Quizá, por eso, el discurso del
presidente en el último año denota cierta preocupación sobre quien podría
continuar su legado, hasta ahora es Claudia Sheinbaum -que, dicho de paso, al
final del discurso, fue vitoreada por un sector de la multitud- quien, hace esfuerzos
mayúsculos, para estar en sintonía con la imagen, el discurso, los gestos y
simpatía del presidente.
Pero, Claudia Sheinbaum es otra historia
política, nada que ver con la de López Obrador, construida a ras de tierra y en
la plaza pública, Claudia está más cerca de una política de izquierda menos
estridente y más moderna por su perfil científico, pero, está jugando a la
sintonía, a las sinergias colectivas y trabajando, para llegar al final, que
está visto, no determinara Morena, sino, el dedo del presidente. Es decir, en
el mejor estilo del viejo presidencialismo mexicano.
López Obrador llega a la mitad de
su gobierno, con la segunda mejor calificación entre los presidentes de la
transición democrática de acuerdo con el poll of polls de la empresa Oraculus
con el 65% de aprobación y solo 33% de la población que lo desaprueba -el
primero, es Ernesto Zedillo, que a la mitad de su mandato era aprobado por el 67%
de la población-.
AMLO está mejor valorado que su
gobierno, sobre todo, as dependencias que tiene que ver con la lucha contra la
inseguridad y la corrupción, que tienen opiniones negativas de 53 y 48%,
respectivamente, de acuerdo con una encuesta de percepción del diario El Financiero,
y mejor, todavía, cuando la pandemia está afectando a una buena parte de la
población que a perdido a familiares, empleos, ingresos, salud.
En definitiva, que López Obrador
vuelva a la plaza pública, con el acompañamiento de multitudes que le vitorean
como en los tiempos en que era un político opositor, confirma que es uno de los
líderes políticos mejor valorados en el mundo (Financial Times, dixit), sin
embargo, vive el dilema de quien será el sucesor, el continuador de su obra, y
esto llevará a tener que escoger entre Claudia, Marcelo u otro, o intente el
mismo, si el mismo, después de que se conozcan los resultados de la revocación
de mandato del 27 de marzo de 2022.
Al tiempo.
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