LA TRAMPA BUROCRÁTICA
LA TRAMPA BUROCRÁTICA
En el Consejo Universitario de la
Universidad Autónoma de Sinaloa se estilaba recomendar que cuando había un
problema si se quería resolver el rector lo hacía ejecutivamente y si no, se mandaba
a comisiones, donde dormiría el sueño de los justos.
Una estrategia similar es la que
está sufriendo el profesor universitario Inocencio Castillo y sus compañeros de
lucha, luego de que por años estuvieron exigiendo administrativamente que se
les reconocieran sus derechos laborales, y en el último episodio, fastidiado
por la indiferencia y enfermo de cáncer inició una huelga de hambre en la sede
del Congreso del Estado.
Ahí, estuvo varios días en medio
de la pandemia de Covid-19 y recibió presiones de los directivos de la UAS, que
lo conminaban a abandonar la huelga sin resolver el problema laboral y,
también, desde la secretaria general del Congreso del Estado a la que le
preocupaba su imagen de indolencia.
Castillo no aceptó ninguna oferta
para abandonar su lucha, por el contrario, dio un siguiente paso, se fue al zócalo
de la Ciudad de México con el académico Francisco Morales y el 20 de junio pasado
se encadenó en la reja que protege los accesos de Palacio Nacional. Aquella
medida extrema de inmediato atrajo los reflectores de la prensa nacional e
internacional y eso provocó la intervención de los personeros de la Presidencia
de la República que movilizaron a las autoridades de la SEP y la Secretaría de
Salud.
Las autoridades de la SEP vieron
el tema de su situación laboral y el IMSS el de la salud del profesor Castillo.
La lucha parecía haber logrado el objetivo y regresaron a Sinaloa esperando se
cumpliera los compromisos. Pasó el tiempo y los problemas laborales reclamados
quedaron en impasse y los de salud esperaban el finiquito para sufragar los
gastos de manutención y una intervención quirúrgica.
Volvieron a reiniciar la lucha
administrativa a través de cartas a la López Obrador y a Olga Sánchez Cordero,
la todavía secretaria de Gobernación, para reactivar la solución de los
problemas demandados y, recientemente, recibieron dos cartas burocráticas que
son de una indolencia lastimosa.
En ellas se le pide al rector Jesús
Madueña que resuelva el problema laboral con la intermediación de la SEPYC y en
esa lógica, resolviendo el problema laboral, quedará resuelto el problema de
salud. Ha pasado varios meses más desde que el profesor Castillo decidió
abandonar su hogar para luchar por lo que considera actos de justicia: sustento
económico y salud.
Debe ser difícil estando enfermo pasar
el trago de la indolencia burocrática y volver al punto inicial con una carta escueta
que delega la respuesta.
O sea, el gobierno federal se
quita toda responsabilidad alegando que ese problema es competencia estatal y,
peor todavía, en el marco de una autonomía universitaria, autarquía simple y
llana, más ahora, que el grupo político que controla la UAS es un aliado del
gobierno electo de Morena incluso cuando su dirigente estará en el top del
gabinete manteniendo su rol de dirigente del PAS y cómo hoy lo vemos
presionando a los alcaldes.
Jesús Madueña, seguramente leyó la
recomendación que le hace el gobierno federal y lo mando a archivar. Tengo mis
reservas de que lo vaya a resolver porque ocupar el cargo de rector fue
secretario general de la universidad y porque los profesores han denunciado el
cacicazgo que existe en la UAS, y eso es un pecado político, lo más probable es
que cuide las formas y hasta reciba a los quejosos, pero, solucionar el
problema probablemente está lejos de que ocurra porque simple y sencillamente
no quiere el que manda en la institución rosalina.
Lamentablemente está es la lógica
de las burocracias, las tradicionales y las nuevas de sensibilidad social, las universitarias
y ahora las del gobierno federal, seguir el trámite intercambiando comunicaciones,
pero sin que se vea el final del camino y quizá esperan perversamente, que, en
ese camino de espinas, fallezca el profesor Castillo.
Es lo mismo que ocurría u ocurre
en la UAS, sólo que ahora es a nivel del gobierno federal, que ante la incapacidad
de resolver problemas en forma expedita los devuelve a los estados donde se
originaron y con los mismos actores burocráticos, lo que significa,
literalmente, dar atole con el dedo a las personas que se acercan buscando ilusamente
apoyo para salir de sus penurias.
El profesor Castillo y sus
compañeros están en la disyuntiva entre esperar el resultado de las “comisiones”,
caminar por el laberinto burocrático trazado o volver a la lucha política y mediática,
esa, que les ha dado frutos podridos y satisfacciones y, si bien está visto, no
resuelven los problemas, lo cierto, es que exhibe de cuerpo entero, a quienes
con el discurso dicen estar del lado de quienes sufren injusticias en la UAS.
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