LA TOMA DE POSESIÓN

 

LA TOMA DE POSESIÓN


 

Rubén Rocha, dentro de unas horas, tomará posesión del cargo de gobernador constitucional. Será el gobernador número 130 desde que el liberal Francisco Iriarte Conde fue electo, pero no logró tomar posesión del cargo previsto para el 13 de marzo de 1831, por una crisis de salud, que obligó a ser llevado de urgencia a la Ciudad de México y al día siguiente lo sustituyó su correligionario, Agustín Martínez de Castro.

Aquel liberal solo duraría tres meses en cargo, cómo era costumbre, en esos años de inestabilidad social y política. Mucha agua ha corrido desde entonces hasta el día de hoy. Tenemos el Estado constitucional y un complejo institucional que garantiza la competencia electoral y los resultados se procesan a través de la participación de los ciudadanos.

No obstante, la modernización política, me imagino diría el intelectual Carlos Calderón Viedas, persisten resabios culturales de los insumos de ese pasado pendular, inestable y que afectó todo el siglo XIX.

Y que todavía define nuestra propia singularidad para metabolizar el instinto humano siempre a flote en individuos como escasas regulaciones culturales. Lo vimos en las pasadas elecciones donde, por un lado, tuvimos que un 49 por ciento de la lista nominal salió a votar y por el otro, el crimen organizado, intimidó a candidatos y sectores de la sociedad.

Y hoy, estamos presenciando, una renovación de los poderes públicos, con una clara hegemonía del partido Morena y su aliado, el PAS, lo que, para decirlo en términos de ciencia política, significará un gobierno unificado, mientras la fiesta se lleve en paz. Y los intereses se mantengan conciliados en perspectiva de los comicios de 2024 y 2027. Cuando se elige senador y nuevamente gobernador.

Ese, es el pacto de mediano plazo, de la alianza entre Rubén Rocha y Héctor Melesio Cuén. Una alianza personalísima que tiene a unos partidos como coartada, como instrumento de captura de votos, como factor de legitimidad.

Se que se podrá decir que en el trayecto de las decisiones políticas lo único seguro es que las circunstancias casi siempre cambian. Cierto. Pero, también, está demostrado, que los actores políticos pueden caminar sobre esa línea frágil e influir en la dirección de las circunstancias. Y ahí está, ya la evidencia temprana, Héctor Melesio opera para ampliar el poder que le dio la alianza con Rocha Moya, pero, no los votos a su partido, y los candidatos pasistas.

Así, hay una disputa fuerte por el control de algunos cabildos, la reproducción de la estructura partidaria universitaria, pero, ahora, a nivel de municipios y quizá, por eso, la presión que ejerce sobre la definición sobre el cargo de secretario de Salud y luego será el presupuesto para operar desde ahí su proyecto personal.

Un posicionamiento que refleja que en política el que se duerme se lo lleva la corriente. El problema es que es un asunto de poder y el poder no se comparte sino se ejerce y hoy, es el tiempo de Rubén Rocha. Que necesita para él todas las luces. Toda la visibilidad pública. Ninguna sombra que opaque el ascenso al poder.

El problema es que esa sombra está ahí y estará ahí por el doble papel de funcionario de gobierno y dirigente partidista. Lo que otorga a Cuén Ojeda un carácter de super secretario porque tendrá la posibilidad de negociar como funcionario de primer nivel y como dirigente político como ya lo está haciendo. Ninguno otro tendrá ese poder.

Y ahí dirían las abuelitas a Rocha: “en el pecado llevaras la penitencia”. Esta toma de posesión de contornos sin precedente. Hasta, ahora, los gobernadores, no han tenido sombras tan visibles y activas.

Claro, ha habido de otro tipo, por ejemplo, el maximato millanista del que hablaba Arturo Santamaría o la sombra siniestra del crimen organizado que en la víspera ha mandado mensajes de sangre. Que han salpicado la antesala de la toma de posesión. Y eso es muy grave, la sucesión no sólo es el cambio de conductor, sino del vehículo de gobierno.  

Rocha Moya, ha ofertado un cambio en la dirección del gobierno, armonizar la 4T en Sinaloa, eliminar la corrupción en la esfera estatal, atender a los sectores más vulnerables de la población. Hacer, pues, una revolución política. Lo cual está muy bien. Habrá pan para todos y al haber pan para todos es de esperar que los malos sinaloenses se alineen a las políticas de la 4T. Esperemos que así sea.

Sinaloa, un estado con recursos naturales, no merece tener pobreza extrema y, sin embargo, ahí está, lastimosamente, en los datos de INEGI o CONEVAL.

Sin embargo, la solución no es tan sencilla, el estado probablemente, sino es por los recursos de la federación, que, felizmente, tiene y tendrá más vía la recaudación fiscal y el incremento de los precios internacionales del petróleo, podrá compensar la reducción de los ingresos estatales producto de la pandemia y el cierre de miles de PYMES, y en esa forma impulsar las políticas públicas, que definirán al nuevo gobierno.

Al gobierno de la 4T. Rubén Rocha quiere hacer un buen gobierno. Ha esperado casi cuatro décadas para asumir el cargo y llega con la edad encima para un trabajo de tiempo completo y todos los días del año. Ha dicho que ha llevado una vida sin vicios y qué está bien de salud. No lo dudo, pero los años, son los años y acarrean achaques y enfermedades. Sobrevivió al terrible Covid-19. Y eso habla de su fortaleza física. Ahora, habrá que esperar su rendimiento en el gobierno y que el equipo que está armando le rinda frutos, Sinaloa lo necesita.

 

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